Le dedico una estúpida sonrisa al teléfono mientras leo su último mensaje y dejo que mi cuerpo se deslice un poco más en el sofá, hasta que mis ojos se encuentran enfocando el techo. Recién entonces suelto un largo suspiro.
Si bien quiero responder a sus palabras, también tengo la necesidad de hacerlo después de ver el video. Porque sin importar cuánto me niegue, todos sabemos que lo terminaré haciendo. Sin contar con que mi curiosidad va a poder más que mi reticencia a ver mi cara publicada en Internet.
Tampoco voy a negar que ya pensar en eso hace que me duela la cabeza.
Fueron dos días demasiado largos.
Tanto los viernes como los sábados trabajo doble turno en el restaurante, porque son los dos días de mayor demanda, y no sé si nos encontramos cerca de alguna fecha especial o qué, pero durante los dos días ninguna de las mesas permaneció vacía por más de tres minutos. Lo que significa que nadie en la cocina tuvo un descanso, y mucho menos yo.
Y todo esto pensando sólo en el trabajo.
Mi teléfono comenzó a sonar de forma descontrolada ni bien llegué a mi apartamento el jueves por la noche y recordé que tenía que volverle a activar el sonido. Me llevó un par de segundos comprender que todas las notificaciones provenían de Instagram, y luego otros pocos más darme cuenta que todo se debía a la foto en la que Amelia me había etiquetado.
Me arrepentí en ese momento de haberle dicho que no me molestaba. De haber pensado que la simple mención de mi nombre en una foto suya me iba a llenar de seguidores, creo que hasta me las habría arreglado para que ni siquiera me mencionara en el video.
Claro que ya es tarde para eso.
Volví a mirar mi cuenta cuando estaba regresando del trabajo y casi ni me sorprendí al ver que tenía más de seis mil seguidores. Las reacciones de mi cuerpo se encuentran ya completamente adormecidas con respecto a este tema.
Creo que desactivar las notificaciones fue lo mejor que pude haber hecho en las últimas horas. Bueno, en realidad fue Chad quien lo hizo, sin dejar de reír mientras me mostraba todos los pasos a seguir dentro de la aplicación.
Y el video sólo fue publicado hace unas pocas horas.
Ese es uno de los pensamientos que más se encuentra estancado en mi cabeza. Claramente más personas lo verán en los próximos días, y si todos ellos son tan curiosos como los que ya lo hicieron, es muy probable que ese seis mil no haga más que seguir creciendo.
Quiero cerrar los ojos, hundirme en el sillón y despertarme pasado mañana. Pero también quiero tomar una cerveza y hacer que la creciente curiosidad en mi cuerpo desaparezca. Sin contar con que también quiero complacer a Amy al ver el video y volver a hablarle.
El problema está en que todo eso implica moverme de esta posición que no es nada cómoda pero que aun así me hace sentir como parte del mobiliario: exactamente como quiero sentirme en este momento.
Comienzo a preguntarme si al final sí podría dormirme de esta forma cuando mi teléfono comienza a sonar y mi cuerpo reacciona más rápido que mi mente. En un segundo estoy sentado y con el móvil en la mano, y sé... me guste o no... sé que mis movimientos rápidos se deben a que una parte de mi cerebro espera que sea Amelia quien me está llamando en este momento.
Pero no es ella, claro que no. Hasta ahora sólo nos hemos comunicado por mensajes y tampoco tendría sentido que me estuviera hablando de nuevo cuando se acaba de despedir.
Aun así, sabiendo todo eso, no hay cómo evitar la pequeña decepción que siento al ver el nombre de Daniel en la pantalla.
-¿No es un poco tarde para que me estés llamando?
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El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]
RomanceMelly y Bradley viven en mundos completamente opuestos, ella con un teléfono siempre en la mano y él con la cabeza en la cocina y, como le gusta pensar, con los pies sobre la tierra. La gamer y el cocinero parecen no tener nada en común, sin embargo...