Desde que me desperté bien temprano en la mañana intenté mantener mi cabeza lo más ocupada que me fuera posible.
Luego de enviarle un mensaje a Amelia diciéndole a qué hora me encontraría con ella me entregué de lleno a mi rutina como si fuera cualquier otro jueves. Cada vez que mis pensamientos se desviaban al menos un poco en dirección a mis planes para esta tarde me obligaba a concentrarme en cualquier otra cosa que realmente necesitara de toda mi atención.
Es muy probable que haya cocinado mejor que nunca antes en mi vida. También es muy probable que haya asustado aproximadamente a la mitad del staff, algo que tampoco fue malo, porque nadie me molestó. No sé muy bien qué es lo que mi rostro les estaba gritando, pero nadie se me acercó demasiado en todo el día.
Ni siquiera Anne abrió la boca en cuanto llegó para comenzar su turno y sólo se limitó a asentir y mirarme raro cuando le di un par de directivas.
El único que no me evitó por completo fue Chad, aunque yo hubiera preferido lo contrario. Por suerte sólo nos cruzamos por un par de minutos antes de que yo saliera de la cocina, porque sus sonrisas podrían haber desencadenado alguna clase de ataque del que no habría estado orgulloso.
Después de eso pasé más o menos media hora en mi cuarto, con la mitad de mi ropero encima de la cama, tratando de decidir qué sería lo apropiado para ponerme. La siguiente hora la gasté mirando unos cuantos videos de Amy que me habían quedado sin ver desde que comenzamos a reproducirlos el pasado martes, junto a Daniel y mi compañero de trabajo.
Si tuviera que confesarme, diría que, si bien ellos me obligaron a comenzar, nadie tuvo que obligarme a continuar. Los videos de Melly son de cierta forma adictivos, y no tiene nada que ver con el hecho de que resulta que la encuentro realmente atractiva.
Bueno, quizás sí tenga algo que ver con eso, pero no por completo.
Su carisma traspasa cualquier pantalla desde la cual la estés mirando. El ánimo que muestra por lo que sea que te esté mostrando hace que uno logre interesarse en ello. En las últimas horas me vi incluso tentado a tener una consola de videojuegos en el apartamento, sólo porque ella habló tan bien de uno de ellos que estuve bastante seguro de que yo también podría disfrutarlo.
Viendo sus videos comprendí lo que Chad quiso decir con que son reales. También me terminé convenciendo de que esto no es por completo una mala idea.
Eso no impide que una bola de nervios se instale en la boca de mi estómago una vez que me encuentro frente a la puerta de la dirección que ella me dio y que ese peso se incremente un poco más cuando unas carcajadas claramente masculinas comienzan a escucharse desde el otro lado de la puerta.
Aun así, me armo de valor y finalmente golpeo. Las risas no se detienen, pero menos de un minuto más tarde la puerta se abre y ahí esta ella, rápidamente dedicándome una sonrisa a la que no puedo hacer más que corresponder.
Los nervios no desaparecen, pero sí se calman un poco.
Entro al apartamento ni bien ella se hace a un lado y enseguida comprendo sus palabras de bienvenida: creo que este realmente es su apartamento. No sé muy bien por qué, pero el peso en mi estómago vuelve a acrecentarse. Quizás porque me esperaba hacer esto en alguna clase de estudio y no en el lugar donde ella vive.
Trato de no mostrar lo que ese conocimiento me está generando y hago un repaso rápido del lugar con la vista. Mis ojos van instintivamente hacia la cocina –porque a estas alturas de mi vida ya están entrenados para hacer eso- y me relajo una vez más al notar que se trata de un espacio grande y luminoso, por lo que tiene todo el sentido que ella haya elegido este lugar para hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]
RomantizmMelly y Bradley viven en mundos completamente opuestos, ella con un teléfono siempre en la mano y él con la cabeza en la cocina y, como le gusta pensar, con los pies sobre la tierra. La gamer y el cocinero parecen no tener nada en común, sin embargo...