El viernes pasé todo el día sin lograr dormir más de treinta o cuarenta minutos. Si bien los videos sobre los juegos ya estoy acostumbrada a editarlos, estos nuevos terminan siendo siempre diferentes los unos de los otros. No me importa que la edición no siga una misma línea; me conformo con que queden tal y como a mí me gustan.
Lamentablemente esto significa que tengo que ver las imágenes más veces de las acostumbradas, prestar mucha atención y tomar demasiadas decisiones.
Usualmente, la tarea suele llevarme entre cuatro o cinco horas, dependiendo de qué tantas ganas tenga o no de hacer un guion. Dado que odio hacer guiones, son más las veces en las que las cinco horas se convierten en una realidad.
Pero resulta que este video es diferente.
No sólo porque de alguna forma me las arreglé para tener más material del que nunca había juntado, sino también porque en vez de adelantar algunas partes y tratar de eliminar lo que no sirve, me encuentro mirando algunas imágenes como tres veces seguidas y tratando de convencerme a mí misma de que no hay segundo de la filmación que no valga la pena.
Lo que es mentira, lo sé. Hay mil cosas que no sirven y que nadie más que yo estaría interesado en ver. Pero por un momento ahí, mientras me encuentro frente a la computadora, no puedo evitar revivirlo todo una y otra vez.
Bradley no se fue muy tarde el jueves, luego de cenar mis tortellini y no morir en el intento. Después de todo, debía levantarse temprano el viernes para ir a trabajar y yo no quería interponerme en su rutina.
La despedida fue rara, quizás un poco incómoda. No porque algo estuviera necesariamente mal, sino porque ninguno de los dos parecía saber muy bien qué era lo que debíamos hacer. Así que sin dejar de sonreír lo acompañé hasta la puerta, le dije que le avisaría a qué hora publicaría el video, él me dijo que no estaba seguro de querer verlo, nos reímos, fue su turno de quedarse mirando mi boca más tiempo del –quizás- adecuado, y finalmente se fue.
Luego de eso decidí ignorar mi teléfono y darme una ducha, porque olvidarme de que estaba hecha un asco no iba a hacer que la harina de mi cuerpo desapareciera. Cuando salí de bañarme me tiré en la cama, queriendo ser capaz de ignorar el mundo y mantener dentro de mi todas las sensaciones que Bradley había generado en mi cuerpo.
Cerré los ojos y me dormí, pero poco más de media hora más tarde estaba despierta nuevamente y pasó casi todo un día antes de que lograra pensar en regresar a la cama.
Llegué a ver todo el material de corrido una vez antes de decidir que necesitaba café y que tal vez era necesario revisar mi teléfono para dar señales de vida.
Ni siquiera me molesté en ver la cantidad de mensajes sin leer, porque eran demasiados, así que decidí atender a los más importantes.
Primero Quinn, porque si no le respondía era muy probable que terminara enviando a la policía a mi apartamento. Mi amiga volvió a responderme enseguida, para nada sorprendida de que estuviera despierta, y me preguntó si quería jugar alguna partida de algo para pasar el rato. Dado que necesitaba la distracción, acepté su idea y terminamos jugando al Ludo. Le gané, se enojó, me terminó diciendo que era una tramposa y se fue a dormir.
Recién entonces entré a los mensajes de Parker. No había forma de que mi amigo estuviera despierto a esa hora, así que sólo me limité a decirle que todo había salido bien y que ahora sólo tenía que encargarme de la edición. De forma completamente deliberada ignoré sus preguntas sobre si había pasado algo entre Bradley y yo, a qué hora se había ido y finalmente si se había ido, dado que no me digné a contestar sus mensajes antes de que él se fuera a la cama.
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El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]
RomanceMelly y Bradley viven en mundos completamente opuestos, ella con un teléfono siempre en la mano y él con la cabeza en la cocina y, como le gusta pensar, con los pies sobre la tierra. La gamer y el cocinero parecen no tener nada en común, sin embargo...