17 - Melly

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Me encuentro recostada en un bote en mitad de un lago de agua color rosa brillante, con un cigarrillo en una mano y una taza de té en la otra. Mis ojos clavados en el cielo, donde las nubes revolotean y cambian de forma constantemente, desde pequeños animales a personajes de juegos que hace años que no juego.

Es el cigarrillo lo que me da el indicio de que estoy soñando. Después de todo, jamás en mi vida sentí la necesidad de fumar.

Aun siendo consciente de que es un sueño, me tomo un momento para asegurarme de que el cigarrillo está apagado –porque mi yo onírica igual no tendría ni idea de cómo fumar-, y finalmente lo suelto en el piso del bote, sentándome casi en el mismo movimiento.

Luego, como si supiera lo que estoy haciendo, vacío el contenido de la taza en el lago y me inclino sobre lo que debería ser agua para llenarla con esa cosa rosa y brillante. No hay olor que lo identifique, pero estoy casi segura de que es batido de fresa.

Estoy por llevármela a la boca cuando el bote tiembla, no como si estuviera siendo afectado por un terremoto, sino como si algo demasiado grande estuviera caminando en mi dirección.

Intento llevarme la taza a la boca una vez más y el mismo temblor me detiene, logrando que el contenido termine derramado sobre mis piernas.

Entonces abro los ojos.

Qué demonios.

Aun cuando la puerta de mi habitación se encuentra cerrada, logro escuchar a alguien golpeando alguna otra de las puertas del apartamento. Mi mente enseguida viaja al día anterior, cuando Parker decidió despertarme a horas inhumanas, y siento que estoy viviendo un déjà vu.

Por lo que me levanto enseguida, sin importarme mi apariencia de recién salida de la cama, me pongo los anteojos que se encuentran en mi mesa de noche y salgo del cuarto directo hacia la puerta de entrada. Del otro lado, alguien vuelve a golpear la madera.

Por supuesto, al abrirla sin siquiera chequear quién de quien se trata, me encuentro con mi mejor amigo con la mano aun levantada, preparado para golpear una vez más.

-¿Qué demonios, Parker? ¿Qué te hice yo para que nunca me dejes dormir?

Parker me ignora, casi como siempre lo hace, y pasa a mi lado, caminando directo hacia la isla de la cocina. Yo cierro la puerta y lo sigo, porque sé que sin importar lo que yo quiera él no va a irse para que yo pueda regresar a la cama.

-Hola, Melly. ¿Cómo estás? –empieza a sacar cosas de una bolsa que no había visto se encontraba en sus manos, pero antes de apoyar algo contra el mármol se detiene a observarme-. Tengo curiosidad. ¿Qué hora piensas que es?

-¿Demasiado temprano?

-Ya pasa del mediodía. ¿Siquiera dormiste?

Asiento y él comienza una vez más a sacar las cosas de la bolsa. Veo la comida antes de sentir su olor, lo que en realidad es raro porque distingo los contenedores del restaurante chino que nos gusta y sé que le ponen las suficientes especias como para que el olor invada todo mi apartamento. Así que creo que tengo que revisar mi nariz.

-¿Trajiste batido de fresa?

Me pregunto qué tan acostumbrado tiene que estar a mí como para ni siquiera reaccionar a mi pregunta.

-No. Traje agua saborizada de lima. ¿Debo volver a recordarte que eres alérgica a las fresas?

Suelto un suspiro y comienzo a acomodar las cosas sobre la mesa, porque al parecer ya es hora de almorzar. Parker traslada las cosas en cuanto termino y nos acomodamos en dos lugares frente a frente, tal y como siempre hacemos.

El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora