30 - Melly

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Odio el mar. Quizás podría no hacerlo si él no siguiera intentando asesinarme, pero a estas alturas creo que nuestra relación ya está condenada a nunca existir.

Es por eso que mientras mi hermano, su esposo y su hijo juegan en la orilla del agua, juntando rocas o lo que sea que vayan a encontrar en esta playa, yo me mantengo alejada, bajo una sombrilla, con unas tres capas de protector solar encima y asegurándome que mis pies son la única parte de mi cuerpo que se encuentra tocando la arena.

No es que no lo haya intentado. No es que haya llegado con la idea fija en la cabeza de que mi odio iba a ser más fuerte que la posibilidad de diversión y luz solar. Pero eso fue antes de que mi hermano me dijera que no había problemas en meterme al agua, que era seguro, que nada iba a ocurrirme. A los cinco minutos, cuando comenzaba a pasarla bien y a pensar que Sam podía llegar a tener un buen punto, una medusa decidió atacarme.

Etienne dice que estoy exagerando, pero él tiene ocho años y dos padres, por lo que me vi obligada a explicarle que las mujeres tenemos todo el derecho a ser exageradas. En especial si dicha mujer es alérgica a las medusas y tiene que terminar en la sala de urgencias en las que son sus primeras vacaciones en demasiado tiempo.

Además, se suponía que este viaje iba a ser para relajarme y no he conseguido mucho de eso, para ser honesta. Quizás se deba a que estar tranquila simplemente no es lo mío.

Le dije a Quinn que mi intención era alejarme de todo, pero creo que no era muy consciente de a qué me estaba refiriendo.

Primero decidí alejarme físicamente y hacerle una visita a mi hermano se oía demasiado bien. No sólo porque necesitaba alguien con quien hablar sobre papá y mamá y él era claramente la mejor persona con quien podía hacerlo. Me refiero a que Sam nunca tuvo reparos en decir en voz alta cuáles son sus opiniones sobre nuestros padres, sólo que aparentemente yo siempre fui la conciliadora de la familia.

Pero ya no más.

Ahora soy toda una creyente de hablar mal de nuestros padres. O no necesariamente hablar mal, sino de asentir vehementemente a todas las palabras de mi hermano. Al menos por un tiempo, hasta que se me pase en verdad el enojo y al menos pueda hablar con mamá. De una u otra forma siempre termino hablando con ella.

Lo segundo fue alejarme de las redes sociales.

Parker creyó que al menos debíamos avisar que iba a estar ausente por algunos días, pero le dije que yo no iba a hacerlo y que ni se le ocurriera hacerlo él. No tenía una muy buena razón para ello, salvo que todas las razones para notificar que iba a estar ausente me parecían estúpidas y sabía que las teorías sobre ello serían infinitas. No es que mi ausencia no fuera a generar lo mismo, pero al menos yo podría ignorarlas más fácil.

Probablemente.

Lo siguiente fue alejarme de mi celular. No es que quisiera estar completamente desconectada. Sabía que salir del país mataría a mi teléfono en cierto sentido, por lo que mi hermano me prestó uno ya con su propia línea para poder comunicarme con él y su familia, y para que pudiera conectarme a internet en caso de querer hacerlo.

No lo he hecho, claramente, salvo para abrir la aplicación de mensajería y comunicarme con mis amigos.

Y no es como que me haya deshecho de mi celular, en realidad. Sólo que en estos momentos se encuentra sin señal, con el wifi desconectado y debajo de la almohada en el cuarto que mi hermano fue tan amable de prestarme por las últimas semanas.

No es que no lo haya usado... sino que no lo he utilizado para conectarme con el mundo. Ahora bien, las fotos y videos de mi teléfono y yo hemos tenido muchas citas nocturnas en estos últimos días.

El Juego Termina Contigo [ GAME OVER #1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora