C A P Í T U L O 1.

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Kellie.

Wesley, frente a mi, ni siquiera se dignaba a pestañear. Llevábamos lo que a mi me parecía nada menos que una eternidad —casi veinte segundos— jugando al absurdo juego que él había propuesto y que estaba haciendo mis ojos arder.

Por supuesto, conociéndome a mi y a mi orgullo, no pensaba perder. Menos aún sabiendo el hecho de que, si perdía, él nunca dejaría de hablar de esto.

Sus labios se presionaron en una fina línea mientras sus ojos comenzaban a aguarse, dándome la señal que necesitaba para saber que iba a ganar, y finalmente terminó por rendirse, cerrando los ojos y negando con la cabeza. Solté una risa victoriosa, cerrando los ojos también con el mismo propósito que él: que dejaran de arder.

—¡Y te gané! —exclamé, señalándolo una vez que mis ojos se hubieron humedecido nuevamente.

—Estoy seguro de que hiciste trampa.

—¿Qué? —me reí de nuevo, divertida —, ¿cómo podría posiblemente haber hecho trampa en esto?

La señora Wu —la dueña de la tienda de libros en la que estábamos trabajando— nos miró con reproche, algo que siempre hacía pero que todos sabíamos que escondía aprecio detrás de esos ojos oscuros. Le di una sonrisa entre una disculpa y la diversión, y volví a mirar al rubio frente a mi.

—Vas a hacer que me quede sin trabajo. —me reprochó ahora él. Abrí mi boca dramáticamente, indignada, empujándolo suavemente por el hombro.

—En todo caso sería tu culpa. —susurré, con el mismo tono de reproche que él.

Me puse de pie, mostrándole la lengua infantilmente, y me alejé de donde él estaba con todas las intenciones de dirigirme hacia el mostrador donde debería haber estado por los últimos dos minutos, sonriendo como una tonta.

El teléfono de la tienda sonó por encima del murmullo que la gente había creado y atendí como si fuera un hábito, que lo era, mientras tachaba uno de los títulos escritos en la lista frente a mi, con el bolígrafo negro en mi mano libre.

—Tienda de libros Wu, habla Kellie, ¿en qué puedo ayudarle?

¡Kellie! —el reproche al otro lado de la línea me hizo abrir los ojos en pánico al darme cuenta de quién era y qué quería —. ¿No habíamos hablado de acortar tu turno de los jueves para estudiar? No te veo por aquí.

Aclaré mi garganta, como si no hubiera estado tonteando hasta el momento y me hubieran encontrado con las manos en la masa.

—Krystal, lo siento, se me pasó —excusé —, en la próxima media hora voy a estar en casa. Lo juro.

Casi podía verla entrecerrándole los ojos a la pared como si fuera yo.

—Si no estás aquí en veinte minutos voy a comerme tu chocolate. —dijo, y luego terminó la llamada sin darme tiempo a responder.

Abrí mi boca indignada ante lo que decía, rehusándome a creer tan poco de ella, y me puse de pie de un salto, tomando mis cosas y casi corriendo hasta donde mi jefa estaba desempolvando unos libros.

—Señora Wu, ¡no va a creer lo que acaba de pasar!

Ella me miró con sus rasgados ojos oscuros impregnados con diversión.

—¿Se te pasó la hora que le habías dicho a tu hermana y ahora tienes que irte?

Intenté contener la sonrisa mientras asentía con la cabeza, mirándola con lo que esperaba que fuera inocencia.

Midnight Blue Eyes  [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora