Midnight Blue Eyes [ESPAÑOL]

C A P Í T U L O 28.

Zach.

Kellie había suplicado que la dejara elegir mi helado y que, mientras ella hacía eso, yo esperara sentado en una silla afuera.

Así que ahí estaba yo, sentado bajo el sol a la espera de que ella volviera, dándome cuenta de lo manipulado que había sido, con una sonrisa en el rostro.

Realmente tenía que aprender a decirle que no a esa chica.

En menos de lo que hubiera esperado, ella salió de la tienda casi dando saltos y acercándose hasta donde yo estaba sentado.

Se sentó a mi lado, extendiendo mi helado en mi dirección con una sonrisa plasmada en su rostro que gritaba que había sido una mala idea decirle que sí. Lo acepté, devolviéndole la sonrisa sin ser capaz de contenerme.

—¿Qué elegiste? —pregunté, sin siquiera haberle dado una mirada al helado en mi mano.

Me miró, con los ojos entrecerrados en mi dirección.

—Por favor, ¿qué pregunta es esa? —bufó, enterrando la pequeña cuchara de plástico en el helado frente a ella —. Chocolate y frutilla, te conozco demasiado como para atreverme a hacerte probar un nuevo sabor.

Solté una carcajada sin siquiera intentar contenerla.

Ella siempre se había burlado de mis gustos en helados, diciendo que era demasiado básico, que debía expandir mis límites gastronómicos.

—¿Y tú?

Sonrió nuevamente con aquella sonrisa inocente que me hacía querer estrujar sus mejillas y plantar un beso en sus labios.

Por supuesto, me contuve.

—Oreo, y este azul que realmente no tengo mucha idea de qué es —se encogió de hombros —. Solamente me gustó como se veía.

Mis ganas de estampar mis labios sobre los suyos aumentó casi exponencialmente, pero logré contenerme nuevamente y solo sonreí.

—Excelente decisión. —me burlé.

Ella me mostró su lengua infantilmente, la cual había comenzando a teñirse de azul debido a la cantidad de colorante en el helado.

—¿Estás segura de que eso es comestible? —me reí.

—¿De qué hablas? Por supuesto que sí.

Intenté contener mi sonrisa burlona, pero fue imposible.

—Tienes la lengua azul —dije —, eso no es muy natural.

Sus ojos se cruzaron mirando hacia abajo, mientras su lengua comenzaba a aparecer. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, volvió a guardar su lengua y sus ojos volvieron a mi en el momento en que comencé a carcajearme.

—¡No te rías!

Sin embargo, a pesar de sus quejas y suaves golpes en mi brazo, me era imposible detenerme.

Lo que sin lugar a dudas detuvo mi ataque de risa fueron sus labios sobre los míos, tan repentinos que simplemente dejé de reír. Había sido un contacto rápido, suave, pero apenas comenzó a alejarse, mi mano libre subió hasta su nuca y la detuvo, acercándola aún más a mi. No demoró mas de medio segundo para que ella me devolviera el beso que yo había comenzado a profundizar y que su mano se detuviera en la curva entre mi cuello y mi hombro, algo que me era imposible ignorar.

Cada toque de su parte, por inocente que fuera, me era imposible de ignorar.

De repente recordé que estábamos en público, en medio de una plaza, y lo mucho que a ella le incomodaban las muestras de afecto frente a otras personas, y separé de mala gana mis labios de los suyos, devolviéndome a mi lugar a una distancia respetable de ella.

Sus mejillas estaban prendidas fuego mientras me miraba a través de sus pestañas. Sin poder evitarlo, ante la vista de sus avergonzadas mejillas, sonreí.

A mis espaldas, alguien habló.

—¡Kellie! —saludaron, y tuve que cerrar mis ojos y tomar una larga bocanada de aire para evitar girarme y golpearlo.

—Kyle. —saludó ella, nerviosa y sonando casi como una pregunta.

Él se detuvo frente a nosotros y me miró por primera vez en el encuentro.

—Zach, no te había visto. —soltó, y se sentó en la silla frente a nosotros, mirando a Kellie con una mirada que yo conocía bastante bien. Era el tipo de miradas que yo solía dirigirle a las chicas de noche, cuando no había conocido a la chica sentada a mi lado, y no podía decir que me agradaba que la estuviera mirando de esa manera.

Casi se me escapa un gruñido.

Joder, ¿es que este tipo estaba en todos lados?

En vez de soltar mis pensamientos, solamente le di un corto asentimiento como saludo.

—Bueno, la situación es la siguiente —comenzó, inclinándose sobre la pequeña mesa de madera para estar más cerca de Kellie, y quise cortarlo con un "no me importa", pero nuevamente no lo hice —, estaba por aquí, y te vi, y recordé la última vez que hablamos, y decidí invitarte a salir de nuevo.

¿Acaso no se rendía?

—Kyle, te dije que...

Hizo unos ruidos raros mientras levantaba su mano para silenciarla.

Miré a Kellie, conteniendo una carcajada ante la expresión que se había formado en su rostro.

Se había inclinado un poco hacia atrás, como si dicha acción la hubiera intentado golpear en la cara, y sus cejas estaban disparadas hacia el cielo con sorpresa. Casi podía escuchar el "¿¡disculpa!?" en su rostro.

—Sé lo que dijiste, pero deberías reconsiderar —dijo, con una expresión como si estuviera ayudando a Kellie al insistir en esto —. Es decir, soy yo. Deberías reconsiderar.

¿Es legal que el ego de alguien pueda llegar a ser tan alto?

Kellie me miró, sin perder la expresión perpleja en su rostro, y luego soltó una carcajada, llamando la atención de varios a nuestro al rededor. Yo, solo sonreí.

—Por favor, Kyle, mírate —dijo ella, y esperó a que él lo hiciera, lo cual no tardó mucho —, y ahora quiero que mires a quien está sentado a mi lado —continuó, y le hizo una mueca de condescendencia para continuar hablando en un susurro —. Creo que ambos sabemos que aquí no hay mucha competencia.

Casi me inflé con orgullo mientras mi arrogante sonrisa tiraba aún más, ampliándose a lo largo de mi rostro.

Si muy en lo profundo de mi conciencia había tenido alguna duda de que ella era la indicada, ya no estaba, solo por la forma en que había hecho cambiar la expresión del rostro de Kyle de una arrogante a una que parecía que acababan de escupirle en el rostro.

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2/4

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