Zach.
No podía explicar con palabras el buen humor con el que había despertado, y todos parecían haberlo notado.
Realmente no había pasado mucho durante la noche. Ella me había besado y luego se había acurrucado sobre mi pecho y solamente nos habíamos dormido, pero eso había sido más que suficiente para mi, y para mejorar mi estado de ánimo considerablemente.
Intentaba derivar la causa del mencionado a algo más que a Kellie despertándose entre mis brazos, pero a pesar de que intentaba, sabía que ella era el único por qué a mi estado de humor.
Con una sonrisa tímida, Kellie se levantó de la mesa y se excusó para ir al baño.
Mi madre me miraba de reojo con una sonrisa mientras mordía su tostada.
Y siguió haciéndolo por varios largos segundos.
—¿Qué? —pregunté, tras un momento en el que me sentí un poco avergonzado de la situación, sin saber exactamente cómo le explicaría esto a mi madre, si me lo preguntaba.
Kellie y yo no estábamos juntos, o, al menos, no habíamos hablado al respecto, pero algo claramente había cambiado entre nosotros.
Mi madre ya ni siquiera intentó ocultar la sonrisa, ahora solamente la desplegó en su totalidad, prácticamente brillando desde adentro.
—La sonrisa, Zach —canturreó —. Tienes la sonrisa.
Me reí.
—No tengo idea de qué hablas. —dije, bajando la mirada a mi desayuno, pero ambos sabíamos que estaba mintiendo.
Ella se acercó a mi y, con la suavidad que la caracterizaba, acarició mi mejilla con sus dedos, haciéndome disparar mi vista hacia ella.
—Zach —murmuró, sin perder la sonrisa pero con un tono más serio en su voz —, parece que estás bajo la impresión de que debes quedarte aquí con nosotros hasta el día en que yo me muera, y luego debes cuidar a Jake —dijo, mirándome directamente a los ojos —. No es así. No voy a morirme hasta dentro de unos cuantos años, espero, y tú puedes irte a California si quieres. Puedes irte con Kellie si sientes que eso es lo que quieres, si crees que estás listo. Tu aporte a esta casa es invaluable, sí, pero también lo es tu felicidad, cariño, y no voy a permitir que tu felicidad se vea comprometida por tu necesidad de protegernos. Jake y yo estaremos bien, te extrañaremos con locura, pero sobreviviremos —hizo una pausa, mirándome a los ojos —. Puedes irte a California si quieres.
Antes de que mi cerebro pudiese recuperarse lo suficiente como para que pudiera contestar, agradecer, o lo que fuera, Kellie apareció, con el cabello cepillado y un toque de maquillaje apenas notorio, y mi madre se irguió en su lugar.
—Muchas gracias, Lucy —agradeció Kellie, manteniéndose de pie a un lado de nosotros, luciendo avergonzada mientras miraba hacia el jersey que tenía puesto —. Lamento tener que saquear tu armario.
Mi madre se rió, poniéndose de pie y dejando su plato con migas en el lavavajillas.
—No hay problema, cariño, lo sabes. —dijo en respuesta. Besó mi frente y la de Kellie y se fue, con Jake pisándole los talones mientras farfullaba algo de lo temprano que era.
La miré, poniéndome de pie y dejando también mi plato en el mismo lugar que el de mi madre.
—¿Quieres ir ahora? Entras temprano hoy, ¿verdad?
Ella asintió con la cabeza, tomando el abrigo que había estado usando la noche anterior.
—Sí —respondió —, pero no tienes que llevarme, puedo ir caminando.
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Midnight Blue Eyes [ESPAÑOL]
RomanceÉl no ha sido capaz de dejar de robarle miradas en todo este tiempo, y ella todavía no ha logrado controlar los latidos de su corazón cada vez que lo veía hacerlo. Después de cuatro meses de lo que solo podría ser considerado un helado infierno, un...