Zach.
Las palabras de Kellie habían resonado en mi cerebro como si eso fuera lo único en lo que podía pensar en aquel momento, como si ellas hubieran eliminado todo conocimiento, todo pensamiento y proceso de razonamiento de mi mente, y se habían remplazado por ellas mismas.
No había dicho "te amaba", había dicho "te amo". Presente. Eso significaba que estaba hablando en tiempo presente.
Y yo estaba parpadeando como un idiota, mirándola, sin terminar de procesar una palabra de las que habían salido de su boca.
Ella se rió, nerviosa y con las mejillas prendidas fuego.
—Bueno, esto es incómodo —bromeó en un murmullo, alejando su vista de mis ojos y clavándola en el suelo —. Acabo de confesar que te amo y tu solo estás ahí parado, mirándome como si estuviera loca...
Sin poder controlar mis acciones, di el paso que nos separaba, con una de mis manos haciendo su camino hasta su nuca y la otra rodeándola por la cintura, acercándola a mi cuerpo todo lo que era físicamente posible, y volví a besarla, interrumpiendo lo que fuese que iba a decir.
Ella se puso de puntillas, con sus manos a cada lado de mi rostro, devolviéndome el beso con la misma intensidad con la que yo estaba besándola a ella, y me sentí flotar en una nube directamente traída del Olimpo.
Nuestros labios se movían como si estuvieran en una perfecta sincronía, como si estuviéramos hechos para el otro, para hacer esto por el resto de nuestras vidas. Y, si era honesto, no podía imaginar hacerlo con alguien que no fuera ella.
Con mi corazón latiendo a velocidades insalubres, alejé mis labios de los suyos unos milímetros con una sonrisa idiota plantada en el rostro y el cosquilleo afrodisíaco que ella siempre me provocaba recorriéndome el cuerpo entero.
—También te amo, Kells. —murmuré, causando que su sonrisa se agrandara aún más, sus ojos brillando mientras parecía ver directamente a mi alma, sus manos apoyadas en mi pecho, y no me sorprendería que sintiera mi desesperado corazón en sus palmas.
Mordió su labio inferior, con las mejillas aún sonrojadas, y dio un paso atrás, alejándose de mi.
—Bueno, vete —sonrió —. A tu madre le va a dar algo de la preocupación si sigo distrayéndote.
Sonreí, inclinándome hacia ella y plantando un corto beso en sus labios antes de girarme e irme, conteniéndome de decirle que ella podría distraerme toda una vida y no me quejaría.
—Buenas noches, Kells. —saludé cuando ya tenía una mano en la puerta de mi camioneta.
—Buenas noches, Zach. —respondió, con una sonrisa decorando su hermoso rostro.
Me di cuenta de pronto de cuánto había extrañado ver aquella sonrisa mientras me despedía desde la puerta de su casa.
Sonreí, negando con la cabeza en un vano intento de que aquellos pensamientos se disiparan un poco, y entré a mi vehículo.
Apenas unos minutos después, los cuales parecieron segundos mientras mi mente seguía preguntándose a si misma si acababa de imaginar lo que sucedió en la puerta de la casa de Kellie, estaba abriendo la de mi casa y siendo estrujado en un asfixiante abrazo de parte de mi madre.
—¡Tuve que enterarme por parte de tu abuela! ¿¡Te parece bien!? —chilló.
Le di una sonrisa intentando demostrar inocencia.
—Lo siento.
—Escúchame, ¿estás bien? —preguntó. Antes de que pudiera hablar, me interrumpió, sonando entre enojada y por explotar de la preocupación —. No hablo de físicamente, Zach, puedo ver que no tienes una bala en la frente, hablo emocionalmente. ¿Estás bien emocionalmente? No es bonito tener a alguien apuntándote con un arma a la cabeza mientras la chica a la que amas está detrás de ti, también en...
—Mamá —interrumpí, soltando una risa que la hizo mirarme como si ella misma me fuese a matar en es momento —. Mamá, escúchame, estoy bien. De verdad, creí que iba a estar peor, pero estoy bien...
La verdad era que había estado alterado hasta los pelos hasta que aquellas palabras habían salido de la boca de Kellie. A partir de ese momento, todos los nervios, todo el terror que había sentido, todo había desaparecido, y, hasta el momento, podía decir que ninguno había vuelto.
Los ojos de mi madre me miraron por unos segundos más antes de que se llenaran de lágrimas que pronto iban a desbordarse y caer por sus mejillas como si alguien hubiera presionado un interruptor.
—Mamá... —murmuré, limpiando sus lágrimas con mi pulgar —. Mamá, estoy parado frente a ti, estoy bien.
—¡Tenías un arma en tu cabeza, Zach! —exclamó, sollozando mientras volvía a abrazarme, su cuerpo entero temblando entre mis brazos.
—Lo sé —murmuré, pasando mis dedos entre su cabello en un intento de tranquilizarla —. Pero estoy bien. Mírame, estoy bien. Estamos bien.
Levantó la cabeza como si acabara de decirle que tenía un elefante en el salón, y me miró, sus ojos abiertos de par en par, todavía llenos de lágrimas.
—¡Dios mío, Kellie! —chilló —. ¡Me olvidé de Kellie! ¿¡Ella está bien!?
Le sonreí.
—Sí, creo que sí. —murmuré, aunque ambos sabíamos que la verdad era que no estaba del todo seguro.
Sentía la creciente necesidad de volver a su casa y acurrucarme con ella hasta que me dijera si en verdad estaba bien, o no, y no dejarla sola con todo esto.
Pero, por supuesto, eso hubiera sido tirar de la cuerda demasiado, y yo no quería que reventara.
—Me alegro. —murmuró, con algunas lágrimas aún acumuladas en sus ojos.
—Mamá, en serio no tienes que preocuparte, estoy bien ahora, no me pasó nada. —repetí, en un intento de tranquilizarla y que creyera mis palabras.
Eran verdad, y lo último que necesitaba en este momento era que yo estuviera preocupándola aún más. Ya tenía suficiente con todo el resto de los problemas.
—Escúchame bien, señorito —comenzó, con su voz en un tono que denotaba el regaño, y me apuntó con su dedo índice —, más vale que no haya una próxima vez, pero si la hay y me entero por boca de tu abuela, voy a golpearte.
A pesar de la seriedad en su tono, y de saber que realmente lo decía con todas intenciones de llevar sus amenazas a cabo, me fue imposible no soltar una carcajada, de pronto aún más tranquilo, aún más en paz que antes.
—
Espero les esté gustando la historia.
¿Qué piensan del capítulo? 🤍
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Midnight Blue Eyes [ESPAÑOL]
RomanceÉl no ha sido capaz de dejar de robarle miradas en todo este tiempo, y ella todavía no ha logrado controlar los latidos de su corazón cada vez que lo veía hacerlo. Después de cuatro meses de lo que solo podría ser considerado un helado infierno, un...