Capítulo 20

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NARRA MÍA:

Entró en la farmacia y espero a que llegue mi turno, estoy algo nerviosa porque me da vergüenza pedir la pastilla del día después, pero es lo que toca, llega mi turno y me atiende una mujer un poco mayor pero muy amable.

- Hola bonita, dime ¿qué quieres? – miro la estantería que hay detrás de ella.

- Ehh podrías darme por favor la pastilla del día después – digo tocándome el pelo.

- La píldora claro que si – ella nota mi incomodidad.

- Pues son 12,50 - abro los ojos sorprendida por el gran precio.

- ¿Tanto? – asiente, abro mi monedero y saco el dinero que dijo.

- Muchas gracias que tenga una linda tarde – me despido y salgo.

Paso por un súper mercado y entró a comprar algo de comer y agua después de salir primero como y luego saco la puñetera pastilla y me la tomó lo que menos necesito ahora sería quedarme embarazada todavía no quiero, suena mi móvil y es mi tía.

- ¿Cómo estas mi niña? – se la escucha más animada y eso me alegra.

- Mucho mejor estoy comprando unas cosas – descarto el detalle de la píldora.

- Muy bien, ten cuidado no quiero que te vuelva a pasar nada – hago una mueca.

- No te preocupes tía quítate ese miedo no me pasará nada – escucho un suspiro en la otra línea.

- Eso espero, luego iré a visitarte más tarde estoy arreglando unos papeles - paso por el local y trago saliva tengo ganas de entrar y dar explicaciones de mi desaparición en mi trabajo.

- Oye, nos vemos luego tengo que entrar a un sitio – se despide de mí y rápido cuelgo.

Entró al local los pocos que hay se me quedan mirando y me dirijo a la barra incómoda hay otra chica guapa, pero se ve que esta operada de varias cosas, me sonríe y me saluda.

- Hola, ¿que desea? – miro a mi lado que hay uno que mira los pechos de la camarera y pongo cara de asco.

- Buscó a una chica que se llama Martina – mastica como si fuera una vaca el chicle.

- Si, espera – dice mirándome de arriba abajo.

- Martinaaaa – grita haciendo que me lleve mi mano a mi oído quejándome.

- ¿Qué pasa ahora? – sale con los labios hinchados y corridos por el labial, frunzo el ceño confundida.

- ¿Mía? – se queda sorprendida al verme.

- Hola – digo no muy convencida creo que no tuve que entrar.

- Pensaba que estabas muerta – esa palabra causa un escalofrío en mi cuerpo.

- Pues al parecer no – asiente rápido.

- ¿Qué paso? – me pregunta acercándose a la barra.

- No quiero hablar del tema, venía a darte una explicación, pero al parecer ya sabias que he estado desaparecía – la otra la hace una seña de sus labios y rápidamente se pasa la mano por sus labios.

- Me alegro que estés bien, ¿quieres retomar el trabajo? – dice mostrándome una sonrisa.

- No lo sé, necesito unos días más ya sabes - rápido me corta.

- Si, cuando tu veas vienés y me dices – de repente mi mirada va al chico que sale del almacén abrochándose el pantalón.

Nuestras miradas se cruzan y un silencio a nuestro alrededor se presenta, la boca se me seca y no me puedo creer lo que estoy viendo en estos momentos, mis ojos empiezan a humedecerse y siento un dolor en mi corazón como si se hubiera partido en mil pedazos.

Secuestro Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora