2.

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Era el segundo día en el que Kakashi actuaba raro, normalmente era una persona tranquila y pulcra. Ahora parecía estar ansioso todo el tiempo, además de que se mostraba distraído, cosa fuera de lo común en él. Rin y Obito habían notado aquel comportamiento y no pudieron evitar preocuparse.

— ¿Kakashi?

La voz de Rin no logró captar la atención del peliplata.
El alfa estaba en su cubículo con la mirada perdida en la pared, se veía más pálido de lo usual y sus ojos estaban rodeados por unas oscuras ojeras.

— Diablos, ¿vas a decirnos que te pasa?— preguntó Obito sentándose de golpe en frente de su amigo.

— ¿De qué hablas?— gruñó el otro alfa.

— Estás actuando todo extraño, tonto.

— Tonto tú.

— Cálmense los dos.

Ambos hombres se giraron a ver a Nohara, que seguía de pie en el marco de la puerta, con el ceño fruncido denotando molestia. Aquella mujer era dulce y amable la mayoría del tiempo, y rara vez sacaba aquel carácter.
Su aroma a canela envolvió a su esposo tranquilizándolo.

— Amor si queremos ayudar a Kakashi no debes comportarte como un idiota— dijo sentándose al lado del pelinegro.

Obito se sonrojó ligeramente, amaba tanto a su esposa que le haría caso en lo que sea que ella le pidiera. Así que asintió con la cabeza.

— Lamento haberte hablado así Bakakashi.

El peliplata sonrió y rodó los ojos por aquel apodo.

— Ahora, Kakashi, has estado actuando sumamente extraño, siempre eres el primero en entregar tus historias clínicas a la perfección y a tiempo, ¡llevas dos días sin entregar nada! Además ayer ni siquiera terminaste tu turno, Óbito y yo estamos preocupados por ti.

El alfa suspiró e intentó relajarse en aquella silla.

— Cuando fui a traer a Haru conocí a su profesor. Es un omega, y no sé, era muy lindo.

— ¡Kakashi está enamorado!— gritó Óbito llamando la atención de una enfermera que iba pasando, y que le miró mal por hacerla sobresaltar.

— Solo lo he visto una vez, no exageres.

— Yo vi a Rin una vez y ya estaba a sus pies.

La omega se sonrojó y besó rápidamente la mejilla de su esposo.

— No hagan eso en frente mío— reprochó el peliplata haciendo una mueca de asco.

— ¿Entonces qué más sabes del profesor? Su nombre es Iruka ¿no?— cuestionó la mujer recordando que su cachorro le había comentado eso.

— Ajá. No sé nada más, pero desde que lo conocí me he sentido ansioso. Mi lobo no está tranquilo.

— Quizás su celo estaba por comenzar y su aroma te alteró.

— Solo ve a verlo de nuevo, te prestamos a nuestro hijo como excusa para ligar— dijo el pelinegro despreocupado.

Rin rodó los ojos y rió ligeramente. Óbito era un cabeza hueca.

— Entonces mañana iré a verlo. ¿Con qué excusa?

— Dile que Haru no le entiende a las sumas, yo que sé.

— Tu hijo es brillante, eso sería imposible.

— Pero también es buen actor, aprendió de su padre— concluyó el Uchiha con una sonrisa orgullosa.

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