20.

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La Navidad había llegado.
Desde que sus padres murieron sólo eran fechas tristes para el omega, pero por primera vez desde el accidente estaba emocionado por esa temporada del año.

El plan era pasar Noche Buena con los padres del alfa, y la noche de Año Nuevo con algunos amigos del peliplata.

En aquel momento iban en camino a Kakunodate, el pueblo en el que vivían Sakumo y Akane. Habían decidido llegar tres días antes de noche buena para ayudar con los preparativos y conocer un poquito el lugar. Kakunodate estaba a un par de horas de Tokio en auto, así que Kakashi manejaba mientras Iruka a su lado ponía música y cantaba.

— Come and get your loveeee— cantó el omega alegremente mientras veía el paisaje por la ventana.

Kakashi sonreía mientras fugazmente miraba a su novio de reojo.

Después de dos horas de manejar y de un concierto de Iruka llegaron a aquel bonito pueblo. Estaba cubierto por nieve y lo hacía lucir mágico.

— Es muy hermoso— dijo Iruka observando por la ventana.

— Lo es. Te va a gustar mucho.

Al final Kakashi aparcó frente a una mansión bastante rústica. Un par de cerezos adornaban la entrada a pesar de no tener casi ninguna flor por el fuerte frío.

— Wow, la casa de tus padres es genial.

— Cuando me retire espero vivir en un lugar así de tranquilo.

— ¿Y piensas llevarme?

— Tú estás en todo mi futuro— dijo el alfa antes de besar al omega.

Se separaron y ambos cargaron las maletas hasta la entrada de aquella residencia. El frío helaba los huesos a pesar de que ambos traían abrigos.

Casi de inmediato Akane abrió la puerta y los recibió con una sonrisa. Les ayudó a llevar sus cosas al recibidor y ahí se saludaron bien.

— Preciosos gracias a Dios que ya están aquí— dijo la omega abrazando a su hijo y después a su yerno.

Sakumo apareció y también los saludó a ambos.

Kakashi e Iruka se quitaron los abrigos colgándolos en un perchero en la entrada.

El jerarca de la familia y su esposa no pudieron evitar sonreír al ver el cuello de su yerno con una marca violácea en el. Iruka se percató de que la habían visto y se sonrojó, pero nadie habló de eso.

— Les preparamos la habitación de invitados o también está la cabaña. Ustedes escojan.

— La cabaña está bien— contestó el alfa.

Atravesaron todo el patio de la residencia hasta llegar a una cabaña bastante elegante.

Dejaron sus maletas sobre la cama y Kakashi encendió la chimenea.

— Dios, hace mucho frío— dijo el omega destendiendo la cama y metiéndose en ella.

— Hay calefacción amor, pero la chimenea me gusta más.

— Producirá monóxido de carbono y nos vamos a morir— bromeó el omega.

— Bueno al menos moriré a tu lado.

— Mmm, romántico pero no gracias.

Kakashi se acostó al lado de su novio y ambos se abrazaron bajo las frazadas.

— Escogí la cabaña porque hay más privacidad.

— ¿Y para que quieres priv...? Ah, ya entendí.

— Es nuestra primera navidad juntos, y dicen que el sexo navideño es muy bueno.

— Eso te lo estás inventando Kakashi.

— Quizás.

El castaño rió y besó los labios del alfa.

— Estoy muy feliz— declaró el menor rozando su nariz con la del alfa.

— Me alegra mucho.

— Gracias amor.

— No me agradezcas nada.

Después de entrar en calor, ambos vaciaron las maletas y acomodaron su ropa en los armarios. La cabaña tenía cocina propia así que el alfa hizo chocolate caliente con malvaviscos y le llevó una taza a su novio.

— Ten.

— Graaacias. ¿Es igual de dulce que tú?— preguntó el castaño guiñando un ojo.

— Casi— contestó el peliplata riendo bajito.

Iruka sacó su celular para tomarse una foto con su novio ya que ambos tenían bigotes de chocolate. Sonrieron para la foto y la ambos les gustó.

— ¿Me la envías amor?

— Sí.

Kakashi recibió la foto y la añadió a aquel álbum lleno de fotos de él con Iruka. Cada que tenía un mal día o estaba aburrido miraba esas fotos y se sentía mejor, era su pequeño secreto.

— ¿Quieres ver una película?

— Quiero no ponerle atención a la película.

Kakashi rió y metió sus frías manos en la sudadera del omega.

— ¡Ay!

— Te amo Iruka.

— Y yo a ti, mucho. No tienes idea de cuánto.

— Claro que la tengo.

— Nah.

— Que sí.

— A ver dime.

— Me amas tanto como yo te amo a ti.

— Owwwwww, bésame.

Kakashi besó a Iruka y lo cubrió con más mantas puesto que notó que el omega tenía frío.

— No sé cómo piensas tener tu "sexo navideño" si hace un frío de los mil demonios.

— Se me ocurrirá algo.

La puerta sonó, y Kakashi fue a abrir recibiendo a su madre ofreciéndoles acompañarla al mercado local a comprar algunas cosas.

Iruka fue el primero en alistarse para salir y Kakashi lo siguió, ya que estaban lo suficientemente abrigados salieron tras Akane por las calles del pueblo.

El lugar era precioso, Iruka se la pasaba tomando fotos del paisaje o de su novio en el paisaje.

Akane solo los veía con una enorme sonrisa en la cara.

— Amor un poco más a la izquierda— indicó el omega en lo que tomaba una foto de Kakashi bajo un cerezo.

El alfa obedeció y avanzó un paso a su izquierda.

— Listo.

Caminaron tomados de la mano detrás de la mujer castaña, y se dirigieron al mercado.

El omega compró muchos dulces y un souvenir para Ankō. Después Kakashi llevó a su novio a tiendas de antigüedades puesto que le gustaba coleccionar algunas cosas.

El castaño no sabía nada de cosas de colección pero estaba preocupado porque sólo le había comprado un reloj al alfa para Navidad. Era uno de los caros y le costó casi todos sus ahorros pero sentía que debía darle algo más sentimental aparte de eso.

Así que en secreto inició su búsqueda.

Mucha miel para mi solitario ser, pero se me derrite el corazón cada que me los imagino así.
Pregunta del día, ¿en sus países hay día de muertos? En México obvio sí, así que toca llorar viendo Coco.

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora