22.

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Al fin era Noche Buena. Los días anteriores la pareja la había pasado de maravilla conociendo el pueblo o simplemente platicando con Sakumo y Akane.

Iruka estaba nervioso acerca de lo que haría en la noche, pero intentaba calmarse o Kakashi se daría cuenta.

Era temprano aún e Iruka estaba en la cocina ayudando a su suegra a preparar el pavo. Mientras Kakashi y Sakumo fueron a cortar leña para encender la chimenea del lujoso comedor.

— Iru— lo llamó la castaña.

— Mande.

— Gracias por cuidar de mi bebé.

El omega sonrió y negó con la cabeza.

— Él es el que cuida de mí. Yo debería darle las gracias a usted por educar tan bien a su hijo.

— A veces es cabezota pero eso lo heredó de su papá.

Ambos rieron por la broma y continuaron cocinando.

— No quiero sonar como mis cuñadas pero ¿te gustaría tener bebés Iruka?

— Sí. Siempre he querido dos.

— Me alegra que quieras. Me muero por tener nietos.

— Aún no pensamos tenerlos pero...

— Lo sé, ustedes deben decidir, es su vida.

Iruka sonrió y agradeció a la mujer por ser tan comprensiva.

Kakashi volvió con una canasta llena de leña y tras dejarla en el suelo se acercó al omega y le plantó un beso.

— Te extrañé— susurró.

— Solo te fuiste tres horas— se burló Akane.

— No importa— sonrió el peliplata mientras abrazaba a su sonrojado novio.

El día se les fue en los preparativos y al anochecer todos fueron a arreglarse para estar listos.

Iruka se metió a la ducha y entró con toda su ropa al baño, con aquello incluido.

Se colocó las panties debajo de aquellos pantalones entallados de vestir color azul grisáceo. Hizo conjunto con unos zapatos marrones y una camisa blanca, y optó por dejarse el cabello suelto.

Salió del baño y Kakashi lo miró sonriente.

— Me traes loco.

— ¿A qué viene eso?— preguntó el omega sonrojado hasta las orejas.

— A que me traes loco. Me encantas.

— Y tú a mí.

Kakashi besó a su novio y antes de entrar al baño le soltó una nalgada.

— ¡Kakashi!

Después de un rato esperando el alfa salió vestido con una camisa negra y unos pantalones del mismo color, haciendo ver su piel más pálida de lo usual. Se veía guapo e Iruka se sonrojó un poco, aún lo seguía poniendo nervioso la belleza de Hatake.

Se digirieron a la mansión donde el comedor ya les esperaban Akane y Sakumo. Entre todos pusieron la mesa, cenaron aquel delicioso pavo horneado, hubo karaoke en el que el alfa y sus padres apreciaron la suave voz del omega al cantar. Al final de la velada tomaron mucho vino y platicaron por horas mientras comían el postre navideño: ensalada de manzana.

Akane sacó un álbum de fotos de Kakashi siendo un bebé y le mostró todas a Iruka.

— ¡Mamá no!

LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora