Huyendo de Lukam.

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Me levanté y logré ver mejor el rostro de la muchacha. Vestía un traje de cuero y que capucha con el que apenas se le podía ver el rostro, pero lo más inusual era la tonalidad azul que cubría todo su traje. Me dirigí a ella para saber quién era o por qué me estaba queriendo sacar de allí. Estaba casi seguro de que, si estaba allí, y más con mi hermano, sería por algo.
  
-¿Me puedes explicar qué es lo que está pasando que me pierdo?
  
Ella, un poco agitada, me dijo que iría explicando a medida que avanzáramos, pero que no nos detuviéramos. Le seguí la corriente para ver si tenía alguna explicación para todo esto. De cualquier manera, ya era raro que estuviera en aquel lugar. Últimamente no me pasaba nada normal. Que me vinieran a rescatar algunas personas con trajes raros y muy misteriosos no sería lo más raro que me había pasado en este tiempo, por eso tuve la mente abierta.
 
Mientras caminábamos por los pasillos de un blanco iluminado, me empezó a explicar todo:
   -Estamos en Lukam, una prisión mágica de la región montañosa de Northkin. Por tu cara, no tienes mucha idea de dónde estamos. Northking es la región nevada de la parte norte de las Tierras Olvidadas, donde estabas antes. Debes volver a Khedar, que es la región del este de las Tierras Olvidadas. En resumen, estamos en una prisión donde no deberías estar y te vamos a mostrar el camino a Khedar, que es donde se supone que deberías estar. Mejor explicación no encontrarás, ahora hagamos silencio que nos encontrarán y ya estamos llegando al punto de no retorno.
  
Todo lo que me contaba parecía lógico dentro de este mundo tan ilógico e irracional donde la magia era algo normal y las cosas parecían estar totalmente fuera de lo común u ordinario. Lo que me preguntaba era por qué siempre hablaba en plural cuando estaba solo ella. Me hacía pensar que alguien más debería estar cerca. Llegamos a un salón con tres puertas, una a la izquierda, otra al centro y otra a la derecha, parecía un laberinto el lugar donde me encontraba. Al llegar allí, un chico con similar atuendo al de la chica, se dirigió a esta en susurros:
  
-Segunda, debemos apresurar el paso. He visto una comitiva de Embajadores Iluminados, esto no tiene buen aspecto para nosotros. Sé un camino más rápido para salir de aquí. Síganme.
  
Esta le respondió bastante rápido al chico:
  
-Octavo, pues apresurémonos. No debemos dejar que los Iluminados se lleven a…
    Hizo una pausa misteriosa.
   >>…que prosigamos pues, no hay tiempo para hablar.

  Ambos se miraron y, Octavo, como se identificaba el chico, nos señaló el camino. Cogimos por la puerta de la izquierda y en muy poco tiempo caminando por ahí nos encontramos con una pared que no daba a ningún lado. Nos miró y nos dijo que lo siguiéramos y, como si por arte de magia fuera, atravesó la pared como si allí no hubiera nada. Luego Segunda me dijo que avanzara, que ella iba detrás de mí. Caminé dentro de la pared y al otro lado me encontré en una cueva oscura, con algunas luces provenientes de unos hongos fluorescentes en la pared. Pasaron unos segundos hasta que mi vista se adaptó y pude ver a Octavo del otro lado guiándome por el camino que debía seguir. Justo detrás de mí pasó Segunda. Caminamos alrededor del riachuelo que discurría por la cueva y no pasó mucho hasta que encontramos el hogar de una bestia enorme y peluda de pelaje blanco. Me explicó Octavo que era un Trol de las Nieves, muy común es esa zona montañosa, que pasáramos silenciosamente alejado de él y no nos notarías. Eso fue exactamente lo que hice. Logramos pasar sin que la bestia notara su presencia y al otro lado pudimos ver una luz que marcaba la salida de aquella cueva. Al salir, la luz me irradió sobre los ojos y, cuando volví a tener la vista normal, pude observar un muy bello paisaje.
Estábamos en la cima de lo que parecía un grupo montañoso enorme, marcado principalmente por su color blanco, y árboles enorme, los que parecían pinos repletos de nieve que hacían ver que estábamos en una zona de constantes nevadas. Claramente se podían notar muchas flores de diversos colores en el camino. Ya fuera todos, Octavo nos dijo que no perdiéramos más tiempo, que teníamos aún que subir una colina que se nos mostraba a un lado de la salida. No fue tan difícil como había pensado que sería. En primer lugar, era bastante sencillo ya que no era tan inclinada y tenía un trillo por el que era fácil subir. Ya fuera, caminamos un poco mas despacio. Me entró curiosidad por preguntarles quiénes eran. Se me había olvidado hacerlo y, aunque me acordara, no creo que hubiera sido un buen momento. Quería preguntarles sin parecer que era muy directo, de modo que dije:
  
-¿Octavo y Segunda son sus nombres o un apodo?

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2020 ⏰

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