Manicomio de Khedar.

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No sabía bien cómo tomarme todo lo que estaba pasando. ¿Por qué estaba aquí? ¿Y por qué llevaba una camisa de fuerza? No debería estar aquí. ¿Qué era todo este sitio? Lo primero que pensé fue que todo era obra de alguna especie de conjuro o ilusión que me había echado el Demonturo, pero no estaba muy seguro de ello pues, de ser así, ya debería estar muerto y no en una especie de prisión psiquiátrica, que era lo que parecía aquel lugar por el aspecto que tenía.
  
Mientras todos esos pensamientos pasaban por mi cabeza, sentí la puerta abrirse. Mi hermano entró junto a una enfermera que me desató la camisa de fuerza después de inyectarme un sedante que me hizo sentir decaído y súper agotado. Mi hermano, con voz preocupada y lastimosa, me dijo:

   -Mi hermanito, no te preocupes. Yo te ayudaré a salir de aquí, pero tienes que volver con nosotros y ponerte bien. Ya despertaste, eso es un avance. Esperemos que mejores y podamos salir de este sitio.

  Yo, sin fuerzas para hablar, solo asentí y caí rendido.
  
Al despertarme, vi que ya podía moverme por la sala e inspeccionar mejor todo. Con la luz eternamente encendida, no podía decir que hora del día era, así que revisé un poco a mis alrededores y vi unos libros en la mesilla de al lado de mi cama. Los inspeccioné para saber más. Uno se titulaba “El Monte” y, al ojearlo por encima, me di cuenta de que trataba de la cultura y religión de brujeros de algún país lejano. Todo era muy extraño. Revisé los otros y no resultaron ser muy relevantes. Uno se titulaba “El Poemario de un Loco” y el otro “Guía del Cazador”. El primero básicamente eran poemas, y el otro era una guía de cómo cazar. En fin, ninguno de esos libros me ayudaba en nada.
  
De buenas a primeras, me avisaron por la radio del otro lado que tenía visita, que me alejara de la puerta por seguridad. Le hice caso a la voz. No quería que me golpearan o drogaran sin razón. Aún no entendía cómo había llegado ahí, pero alguien debía saberlo. Mi hermano entró acompañado de unos guardias. En cuanto llegó a mi lado me abrazó y los guardias dijeron que tenía media hora de visita. Se dirigió hacia mí y me dijo:
  
-Seguro te preguntarás qué haces aquí. Bueno, te voy a hacer el resumen rápido, ya que desde que te ingresaron estás lo suficientemente cuerdo para enterarte de lo que te diré. Hace unos pocos meses fuimos a cazar, como es habitual, lo que con la gran diferencia de que esta vez fuiste atacado por una enorme bestia que pude herir, pero no matar. Aún no sé lo que era, pero parecía un humano. Esa bestia te atacó directamente y quedaste inconsciente. Al levantarte al día siguiente, en el hospital, empezaste a balbucear en algún lenguaje incomprensible y dijiste algunos nombres como Okele, Aleck, Iyachola, Mesha y muchos más, por lo que luego de dos meses te mandaron a ingresar en el Manicomio de Khedar…

  Ahí me di cuenta de algo importante, así que lo interrumpí.
  
-Pero, ¿cuál manicomio de Khedar? Aquí no hay ninguno y estoy completamente seguro. Es nuestra ciudad. De haberlo, yo y todo el pueblo lo hubiéramos sabido.
  
Mi hermano, medio impacientado por mi interrupción, me dijo:
  
-Gabo, sí lo hay. ¿Si no dónde te crees que estás ahora? Nos dijeron que esto podía pasar, que cambiaras las cosas o no las recordaras. Básicamente nos dijeron que aún no estás bien, pero estás estable…
 
Y a todo esto no me decía qué tenía, y quería averiguarlo:
  
-Pero entonces, ¿qué es lo que tengo?
  
Él me respondió medio inseguro:
  
-No se sabe bien. Según los expertos podría ser una combinación entre el choque y el shock que te dio todo ese momento. Por esas razones puedes haber tenido algún tipo de ataque psicótico o ataque paranoico. La verdad, ellos me han dicho que pueden ser tantas cosas que ni yo sé. Tampoco sé cuál es el tratamiento, solo que está funcionando porque ya estás mejor. Ya por lo menos se puede tener una conversación fluida contigo. Así que estoy súper agradecido con ellos…
 
Antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió y entraron los guardias. Le dijeron que la hora de visita ya había terminado, que podía venir mañana. Mi hermano se despidió de mí con un abrazo y, medio sollozando, me dijo que me quería y me dio un beso en la cara. Me dijo que mañana vendría sin falta, que lo esperara.
 
Ya en la soledad de mi celda, me llamaron y me pasaron la comida por debajo de la puerta. Entre mordisco y mordisco, me puse a pensar en todo. ¿Era cierto eso que comentaba mi hermano? Era más probable que fuera eso antes que uno de mis sueños o delirios, como dice él que tuve. Aunque siento que solo han pasado unos días desde que me interné en el bosque y, según él, han pasado meses. Hay demasiadas incongruencias tanto en su historia como en la mía. Aunque suena muy fantástica, tiene mucho más sentido para mí, exceptuando el porqué de que este aquí y qué significa todo esto. Dejé mi bandeja vacía justo donde la voz me dijo y se la llevaron. Me acosté a reflexionar y descansar para al día siguiente averiguar bien lo que estaba pasando y poder preguntarle detalles a mi hermano.
 
Apagaron la luz, casi como si supieran que iba a dormir, y quedé absolutamente rendido. Unos jalones me levantaron a mitad de la noche y una figura con capucha y traje de cuero azul me despertó entre susurros, diciéndome:
 
-Gabo, ya tenemos que irnos de aquí. Despiértate y levanta que nos vamos…
  
Por la voz se podía distinguir que era una mujer, por la estatura, un poco más baja que yo, pero no podía verla en la oscuridad. La puerta de la celda estaba abierta. Le iba a decir algo cuando me interrumpió, diciéndome:
  
-No hay tiempo para eso, Gabo. Acaba de alistarte y venir conmigo, o nos cogerán y será peor…

Secretos Del Bosque Khedar [Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora