¿Que tanto puede doler el alma cundo está llena de recuerdos, esperanzas y promesas vacías? ¿Puede doler más? ¿Cuánto daño eres capaz de hacer? Que ni mi alma salió ilesa de este encuentro.
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Una historia donde el amor se pone a prueba, una y otra...
Habían pasado varias semanas desde que habíamos llegado a casa con Alana. El tiempo comenzaba a pasar volando...
Ignacio se había comenzado a dedicarle más tiempo a su música mientras yo por otro lado, componía.
Ni siquiera salimos de acá... es nuestro pequeño pedazo de cielo. Solo nosotros tres.
Alana, es un ángel. Esta cada vez más gorda y parecida a papá.
- Gorda — la voz de Ignacio hizo que mi cuerpo girara completo en su dirección — Hoy... — al verme salir de la habitación sus ojos se posaron en mis shorts para luego volver a mirarme mientras movía sus cejas intentando ser "sensual"
- ¿Puedes parar? — dije intentando no reír demasiado fuerte; tenía a la niña en brazos y no quería que despertara— Tu hija está intentando dormir
Sus manos siguieron su camino hasta qué lograron llegar a mi cintura acercándome más a él.
- ¿Te tenes que ver así ahora que voy de salida al estudio? — comenzó a hacer cucharita mientras por otro lado sus manos agarraban mis nalgas...
- ¿Tan pervertido tienes que ser ahora que te vas para el estudio? — dije intentando imitar su voz — Anda, ve. ¡Cuando regreses vemos!
- ¿Posta? — sus ojos se iluminaron — ¡HOY HAY SEXO!
- ¿Puedes bajar un poco la voz? — dije tapando los oídos de la niña — Quien te escucha dice que no tenemos sexo acá... estás loquito — volví a decir mientras reía y comenzaba a besarlo — Además, si Alana se levanta te la llevas al estudio contigo
Él miró a la niña y se quedó unos instantes más.
- Mirá vos Alana... — se acercó un poco a ella — Es re ortiva esta señora — dijo mientras susurraba
Al alzar la vista sus ojos se toparon una vez más con los míos.
- Sos el amor de mi vida Samantha — una pequeña sonrisa se formó en su rostro; ya me haría llorar nuevamente — Alana y vos me salvaron... me dieron mucho más de lo que merezco ¿Lo sabés verdad? No puedo esperar para que seas mi esposa.
- Te amo ¿Lo sabes verdad? — respondí mientras miraba a la niña — Fuiste tú quien me dio este pedazo de cielo... y no puedo amarte más por eso...— iba a decir más pero este solo me interrumpió besándome
- A ver a ver... Vení acá — tomó mi mano mientras me llevaba al baño — Necesito una foto de las mujeres de mi vida.
Tomamos la foto y rápidamente la publicó en su Instagram.
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