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Narra Yongsun

-Suéltame-. Le digo con algo de temor ya nos hemos alejado bastante de la fiesta -Byulyi suéltame-. Hablo forcejeando al divisar no tan lejos un enorme muro con una puerta de madera en medio, lo que aumento más mi temor -¿Adonde me llevas? Déjame ir o voy a gritar-. Amenazo, pero aunque lo hiciera eso de nada serviría, ya que estamos lejos y con la música nadie me escuchará.

Con la mano libre trato de soltar la muñeca sujetada, pero tampoco funciono, ella me sostiene con tanta decisión, pero procurando no apretarme demasiado y el hecho de que no diga ni una sola palabra me preocupa más. ¿Que es lo que está pensando?

-Por favor Byulyi-. Intento apelar su compasión, pero en vez de eso veo cómo se detiene y me jala hasta ella.

Siento sus brazos envolviéndose en mi cintura, su barbilla apoyada en mi hombro y luego llega el olor de su perfume, aunque está mezclado con alcohol ella huele bien, de algún modo su esencia es dulce y llamativa, me hace sentir como si quisiera quedarme en este lugar junto a ella, pero no.

Ahora que mis brazos están libres y debo utilizarlos para alejarla, con ambas manos en sus hombros intento apartarla ante de que ya no quiera soltarla.

-Yo no te lastimaría nunca-. Dice aferrándose más a mí, por algún motivo sus palabras lograron aliviar un poco mi temor, por inercia termino rodeando su cuello, aferrándome también a ella y entregándome a su fragancia -Solar quiero llevarte a un lugar que creo que te va gustar-. Prosigue soltándome un poco para verme, sus oscuros ojos trataron de darme esa confianza que me falta, asiento lentamente, ella coloca ambas manos alrededor de mi rostro y sonríe mientras se va acercando lento.

No puedo volver a revivir esto, sus palabras en aquel entonces fueron muy dañinas, simplemente no puedo, sujeto sus manos y antes de que llegaran sus labios a los mios, desvío la cara.

-Vamos-. Susurra decepcionada ante mi desplante y yo la sigo.

Al traspasar aquel muro, el lugar detrás borra algún rastro de preocupación. Es un jardín inmenso con un camino rodeado de flores de diferente color que conectan a un kiosco redondo.

-La mamá de Sunwoo amaba las flores-. Comenta y me inquiete, no por sus palabras sino porque me ha tomado cautiva otra vez, pero esta vez sujeta delicadamente mi mano.

-¿Amaba? ¿Ya no la ama?-. Interrogo sin verle, tratando de seguir la conversación.

Vuelvo a sobresaltarme al sentir que entrelazó nuestro dedos. ¿A que está jugando?

-Ella murió hace un par de años-. Explica, da la impresión de que Byulyi ignora el hecho de que caminamos con nuestras manos unidas por el sendero -Este lugar, se ha mantenido así como un tributo hacia ella-. Continua contando. Así que la mamá de Sunwoo está muerta.

Sin darme cuenta le suelto para subir los escalones del kiosco y observar más de cerca que el techo está lleno de pequeñas lámparas colgantes con fondo oscuro.

-Si apagas las demás luces, se verá como cielo estrellado-. Dice Byulyi sentándose en la única banca de este kiosco, le vi por un segundo y volví observar el techo. -O quizás solo tengas que sentarte en el lugar correcto-. Sin Aviso ella me jala a su lado.

-Esto de arrastrarme por todos lados se te está haciendo una costu-. Pone su dedo índice en mis labios y luego señala con el otro arriba, al alzar la vista lo puedo ver, aunque no tan claro, pero si es lindo ver cómo han apilado todas las pequeñas y finas lámparas para que parezcan estrellas.

-¡Es hermoso!-. Exclamo dejándome llevar por la creativa atmósfera.

-Yo no te arrastro-. Habla, desvío la mirada para verla, está completamente desplomada en la banca con la cabeza apoyada en el barandal -¿En verdad creíste que te haría daño? Porque yo nunca lo hare-. Comenta en el mismo lugar moviendo levemente su cabeza y fijándo su mirada en el lugar donde me encuentro, que es a escasos centímetros de ella -¿Viniste con Eric?-. Interroga, no sé porque en su expresión pide que le diga que no aunque mienta.

Dime que si (MoonSun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora