Cuando recobre el sentido y tras una batalla interior conmigo misma (pues no quería contarle aquellas cosas) reuní el acopio suficiente para explicarle mis extraños sueños y lo que me había sucedido.
-Creerás que estoy loca ¿verdad? – le miré arrebujada en mi misma – Además… ¿Por qué parecías tan enfadado conmigo?
-No puedo explicártelo Gizhele, te ruego que tengas paciencia y si puede ser que no salgas sola de aquí bajo ningún pretexto. ¿Queda claro?
-¡Pero…! – me interrumpió con un gesto de su mano.
-¿Queda claro Gizhele?
Asentí mordiéndome la lengua y observé como Naigel cogía el teléfono y hablaba con alguien.
-Vamos. Nos están esperando.
Preferí no preguntar, le seguí hasta el vestíbulo, ahí había un par de mujeres y un hombre que saludaron a Naigel con una inclinación de cabeza, ambas mujeres me cogieron y me llevaron al salón y empezaron a tomarme medidas.
-Tiene un cuerpo perfecto, le sentara muy bien cualquier vestido – dijo una.
-Ya vera, será la más bella de la fiesta.
-¿Vestido? ¿Fiesta? – las miré descolocada.
Ambas se rieron y prosiguieron con su faena.
-Ojala nos hubieran invitado a nosotros – susurró una.
-¡Lorelei! – la riñó la otra guardando silencio en el momento en que entraron Naigel y el otro hombre.
Una de las chicas se levanto y se dirigió hasta el hombre que le dijo algo al oído a esta y desapareció tras la puerta para regresar cargada con unas fundas para ropa.
-Bien procedamos.
Las chicas rieron y me desnudaron en un momento, me cubrí como pude intentando protestar y miré furiosa a Naigel.
-No tiene por que avergonzarse Señorita, a ver empecemos por el rojo – dijo el hombre.
Empezaron a probarme vestidos de toda clase, a peinarme y maquillarme. Yo estaba que trinaba me sentía como una muñeca o una niña manipulada. Hasta que tras ponerme un espléndido vestido de color púrpura vaporoso de palabra de honor que realzaba delicadamente mis pechos y que marcaba el contorno de mi cuerpo se retiraron todos con caras de estupefacción, seguía en esa línea gótica que tan bien iba conmigo.
-¿Qué pasa? – les pregunté.
-Magnifica. Parece increíble… - se limitó a decir él mientras las otras calladas me giraron y me pusieron al frente de una especie de espejo, pero sólo me veía a mi con un estupendo vestido.
-Eso será todo por hoy, gracias Sebastián – dijo Naigel y los despidió.
-¿Me vas a explicar ahora a qué viene todo este numerito?
-Estamos invitados al baile de mascaras que se celebrará en un par de días. Es importante.
-¿Y se supone qué debo asentir y no decir nada, verdad Naigel? – le encaré enfadada y pase a su lado para volver a la habitación pero me cogió del brazo.
-Gizhele, por favor. Confía en mí.
-No Naigel, no se en que andas metido ni que estas tramando… pero no me hace ninguna gracia – miré la mano con la que me cogía el brazo, él aflojo un poco los dedos – Suéltame – dije fríamente con la mirada desafiante y me dirigí a la escalera.
-Espera por favor.
Me alcanzó interrumpiéndome el paso.
-Te juro que te lo explicaré todo Gizhele pero ahora no. Es por tu bien ¿realmente no te fías? – dijo acariciándome la mejilla y la mirada dolida. Me desarmó.

ESTÁS LEYENDO
Gizhele
VampireLa historia de una vampira cuya sangre codician todos los suyos de la cuál ella desconoce el poder. Para Gizhele ya nada queda, hasta que una noche se cruza con Naiel, un chico de apariencia normal que le llama poderosamente la atención y que parece...