Cap. 5

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  • Dedicado a Alba Millan Castillo
                                    

Desperté, estaba sola y corría por los grises y húmedos callejones como alma que lleva el diablo; hacía frío y detrás oía pisadas que se acercaban cerrándose sobre mí. Doblé la esquina y me detuve. Una mujer andaba con dificultad hacía una antigua y vieja capilla románica; la seguí, iba envuelta en una larga capa oscura a modo de abrigo, subió la escalinata y se adentró en la oscuridad sujetándose en las paredes. La puerta de entrada era de madera negra, bastante amplia, la cruce y me mantuve a cierta distancia. Ella, seguía avanzando sujetándose el vientre.

Miré el lugar, no se parecía en nada a una iglesia normal, el exterior era de piedra, pero el interior tenía rasgos celtas y otros góticos e incluso reminiscencias latinas. Quizás la habían ido reformando con los años, de todas formas había algo extraño en ella, inquietante y acogedor a la vez. Me sentía como... en casa. La planta estaba distribuida en dos niveles separados por una escalera ancha de tres peldaños y una arcada. Al fondo, se veía el absis, las paredes,  ennegrecidas por el paso del tiempo y el humo no dejaban ver los frescos que antaño las habían recubierto (debió de haber habido un incendio bastante grave). El centro del habitáculo estaba presidido por un altar esculpido en piedra, me estremecí, no podía distinguir que eran esas figuras pero la mujer, exhausta, se tumbo en él. 

La capucha resbaló de su cabeza dejando ver su rostro, me faltó el aire, un dolor agudo y punzante me atravesó el pecho, me resultaba tan familiar y ese olor... quizás por eso la había seguido, por que había algo en ella que me llamaba.

El sudor le perlaba la piel y su cara contraída mostraba dolor. Estaba embarazada, iba a tenerlo ahí mismo. Todo fue muy rápido, demasiado para ser real y al poco el llanto de la niña resonó por todo el edificio. Estaba paralizada, no podía ni respirar y todo mi ser temblaba.

A continuación, la mujer, se levantó cayendo al suelo, apenas tenía fuerzas pero volvió a levantarse y se alejo, ¡la abandonaba! y en ese momento la odie, la odie como hacía tiempo lo había hecho, trate de gritar, golpearla, pero no me oía, era como golpear el aire mientras me desgarraba.

Luego paso junto a mí, sus rizos negros enmarcaban su fino rostro de marfil y se desvaneció. Era como si yo no estuviera ahí, como si fuera una simple espectadora. Mi corazón se acelero, ¡Dios mío!, Se parecía tanto a… mí.   

El bebé seguía llorando, manchado y con restos de su madre, apenas podía abrir los ojos, pero no tardo en callarse, era como si estuviera tranquila o resignada, no lo sé, era extraño; por un momento pensé que ella sabía lo que sucedía, que dependía tan sólo de ella. Estaba sola en este mundo.

Estaba intranquila, sentía que había alguien más ahí, y las velas rojas y negras que había alrededor de un gravado en el suelo envolviendo el altar no ayudaban demasiado a crear buen ambiente, las llamas parpadearon y fue entonces cuando lo oí. Volví la vista hacía la criatura, junto a ella había dos hombres, pálidos y realmente bellos como ángeles custodios. 

__Será muy hermosa- comentó uno de ellos cogiéndola en brazos sonriendo al ver que la pequeña enredaba sus menudos dedos entre sus largos cabellos negros como la noche. Y la niña... era como él. – Mi niña – susurro abrazándola con amor.

El otro era menos fino, más salvaje, su cuerpo estaba más formado. La camisa blanca entreabierta mostraba unos pectorales fuertes y era tanto o más atractivo que el otro. Su cabello era más corto, medio ondulado y más claro, pero ambos tenían rostro de ángel, con carnosos labios rojos y unos ojos tan profundos que eran como dagas. 

 - Lo será. ¿Pero que vas a hacer con ella? Es una niña, ahora no pertenece a ningún sitio. Tú no puedes hacerte cargo de ella.

__Sé donde llevarla- suspiró- Allí la cuidaran bien, hasta que llegué el momento. Y tú no puedes ni imaginar lo que llega a doler esto – lo miró frunciendo el ceño, su rostro mostraba un profundo dolor y en ese instante era como si mi propio corazón se partiera en miles de añicos.

GizheleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora