Cerré el portátil de golpe apoyando el codo en la mesa y poniendo una pierna sobre el estribo de la silla la hice girar hasta quedar frente a Naigel. Hubiera querido levantarme y besarle pero simplemente le sonreí esperando que no hubiera visto nada de lo que había en la pantalla del ordenador.
Las heridas ya habían cicatrizado y los golpes apenas se notaban pero cada vez me sentía peor y mi aspecto seguro que no era mucho mejor. La sangre me ardía sobremanera.
-No debí traerte aquí – oí susurrar a Naigel que cerró la puerta tras de sí. Seguía furioso - ¿Por qué no me llamaste?
-Naigel… que – intente decir pero me levantó de la silla cogiéndome en volandas, intente soltarme pero cuando me dejó en el suelo me tambaleé y tuvo que sostenerme para que no me cayera.
-¡¿Quién te ha hecho esto? ¿Qué ha pasado?!
-¡Au, no grites! – me tape los oídos con un gesto de dolor – Pues si no lo sabes tu… - se me escapo sin querer.
Naigel dio un puñetazo a la pared y luego me cogió de nuevo y me sentó en la cama tomándome el pulso y mirando mis pupilas.
-Yo… lo siento Naigel no quería decir eso.
-No, si querías, y tienes todo el derecho a querer herirme.
-¿Qué ocurre aquí Naigel? ¿Desde cuando me estudiabas?
-Gizhele…
-Da igual, déjalo, no vas a responder – murmuré mientras perdía la consciencia.
Cuando desperté lo hice gritando como una posesa, no recordaba lo que había soñado pero estaba aterrorizada y echa un ovillo. Naigel estaba allí e intento abrazarme para calmarme pero me aparté de él y me quede temblando en un rincón de la cama apretada contra la cabecera.
-Tranquila cariño, ya paso… soy yo, calma – me dijo alargando la mano.
-¡No! ¡No te acerques, no me toques! – grite agarrando con fuerza la almohada contra mi cuerpo sollozando.
-Gizhele, estabas soñando, no pasa nada, estas a salvo - Se acercó, solté la almohada y me lancé a sus brazos.
-¿Recuerdas algo?
Negué con la cabeza y me acurruque aún con una sensación extraña, seguía sintiéndome mal y estaba aturdida todavía. Le conte lo que había visto en mi sueño anterior y el quedo rígido, ni siquiera me miro… no me equivoque al pensar que era algo relacionado con él, pensé que no me diría nada pero me contó que ella fue su prometida y que no estuvo para protegerla cuando la mataron, pude sentir su culpa y su rabia, almenos aquello me sirvió para entender por que su angustia con que estuviera a salvo.
-Yo no soy ella Naigel, puedo protegerme. No pasa nada – le sonreí acariciando su mejilla.
Él me observo en silencio negando con la cabeza, mi piel perlada de sudor contradecía mis palabras, una punzada de dolor me atravesó.
-¿Por qué está ocurriendo esto? No lo entiendo Naigel… y tú me ocultas algo, tú lo sabes… ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué el sol no me chamusco? – le mire con el ceño fruncido.
Naigel me abrazo con posesividad y poso sus labios sobre los míos, se quito la camisa y envolviéndome de nuevo entre sus brazos me alimento con su sangre y se preocupo aún más cuando esta, no me sentó bien. Se quedo sentando a mi lado mientras yo seguía en un estado de semiinconsciencia. Al poco sonó el teléfono y él lo cogió, discutía con alguien por algo que había pasado pero no me entere de mucho.
-¡No, no quiero más explicaciones estúpidas!, ¡¿Quién demonios fue?! ¡No estaban autorizados! ¿en que coño estaban pensando? Esto no va a quedar así, esta cuenta se saldará. ¡Te juro que los matare con mis propias manos hasta que no sean más que cenizas y piel!
-Naigel, cálmate, no puedes precipitarte ahora, ya sabes todo lo que hay en juego.
-Por eso mismo, no debería haber ocurrido nada de esto.
-Te repito que te tranquilices, no fue ninguno de los nuestros, es peor de lo que crees. Ya te lo advertimos.
-¡Mierda! ¡Esta muy mal!. ¡Tú no sabes…
-Naigel… quizás deberías posicionarte en este asunto… empieza a haber conflictos… y los rumores llegan lejos. Plantéate que vas a hacer. ¿Con quién estas? No entiendo que te sucede, has cambiado…
-Tengo que dejarte.
Me miraba y luego desvió la vista hacia el bolso que estaba en el suelo y del que asoma parte del libro, Naigel se agacho, yo contuve el aliento, lo cogió y tras echar una ojeada volvió a echarme esa mirada de reproche.
-¿De donde has sacado esto?
-Tú sabes lo que es…
-Gizhele
-Ni Gizhele ni nada, escúchame, tú puedes leerlo, lo entiendes.
-No pienso traducirlo.
-¡Pues enséñame a leerlo! - le corte exigente – Es sólo un libro, no puede hacer ningún daño. ¿Qué me ocultas Naigel? ¿Porque pareces saber tanto?…
-Creía que no existía.
-Naigel, por favor… necesito saber. Me está ocurriendo algo y tu pareces saber que es y ese libro… se que puede tener datos esenciales para mí. No te pido mucho. ¿Como voy a protegerme si me tienes en la inopia?. No quiero estar aquí encerrada. ¿Tan poco te importo Naigel? ¿Estás seguro de querer estar conmigo? ¿Qué tramas?
-¡¿Cómo puedes decir eso?! Tú me has dado vida de nuevo Gizhele.
-¿Cómo puedo creerte Naigel? – fruncí el ceño dolida, no me gustaba verle así, me mataba… yo…
Naigel suspiró y tras reflexionar me contó que había tres ordenes de vampiros, así como dos ordenes humanas que estaban al tanto de nuestra existencia. Unos sólo pretendían estudiarnos como ratas de laboratorio, los otros destruirnos. Me explico que existía una antigua leyenda y que entorno a esta se habían formado los distintos clanes. El clan originario, el más antiguo, tan sólo quería seguir como siempre, con su estilo de vida elitista, sin dañar a las personas buenas y pasando desapercibidos, el segundo clan, más ambicioso anhelaba andar a plena luz y someter a la humanidad al poder de los vampiros, y el tercero y más peligroso según dijo Naigel, pretendía acabar con todos ellos y no sabían gran cosa de ese grupo. Pero todos ellos para conseguir sus propósitos debían encontrar el grial.
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Gizhele
VampireLa historia de una vampira cuya sangre codician todos los suyos de la cuál ella desconoce el poder. Para Gizhele ya nada queda, hasta que una noche se cruza con Naiel, un chico de apariencia normal que le llama poderosamente la atención y que parece...