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Julio

Cinco meses después

Bosco estaba frente al portátil un viernes por la mañana, había olvidado el correo semestral que llegaba anunciando las ganancias de su pequeña empresa, la que lo sacó de su pueblo lleno de ilusiones junto a su mejor amigo. Revisó que la tenporada pasada había superado por mucho a la anterior. Se quedó maravillado, estaba creciendo pero sin él, con un mal sabor en la boca. Ahora que podia pensar totalmente en frío tal vez su reacción no había sido la mejor ni la más madura. Sus pensamientos se detuvieron cuando la puerta del cuarto de Xavi se abrió y apareció con el pijama todavia puesto y el sueño en su rostro.

-Joder.... se me olvidó... -dijo Xavi espabilado de golpe al ver a su tío listo. Era el primer día de vacaciones de verano y tenía que haber estado listo para volver a Valladolid para pasar un par de semanas con sus papás -, dame cinco minutos. Sólo eso y estaré listo.

Bosco guardó el portátil confirmando que con aquella ganancia sus ahorros habían subido un par de miles más. Revisó que todo estuviera en orden, miró la mochila de Xsvi abierta en el salón y mientras no lo veía guardó un par de euros en un bolsillo; revisó que lo llevara todo: billete, cartera, llaves y buena cantidad de mudas de calzoncillos, a pesar de ir a su casa parecía no tener nunca suficientes.

-Estoy listo -dijo parándose en la puerta del salón con su neceser de baño debajo de su hombro, peinado y arreglado como su hibiese invertido una hora y no cinco minutos.

-Vale pues vámonos -dijo cogiendo la mochila para guardara el neceser y lo viera por un segundo con orgullo -, lo mejor será que cojamos un taxi, no tengo ánimos de ir en metro -entrando en la cocina para coger su cartera y sus llaves y un bocata que le habia preparado a Xavi.

Se cumplía un año de Xavi se había mudado con él, no pensó que vería a nadie crecer frente a sus ojos, que ver ahora a su sobrino marcharse le provocaba un sensación inexplicable de inseguridad que lo hacia sonreirle nervioso una y otra vez que la mirada de Xavi se cruzaba con la suya. Nunca dudó del amor que le tenía pero no sabía que ahora le quería más que cuando se mudó. Su sobrino también lo sentía aunque no lo tenía muy claro y tampoco tenía la madurez suficiente como para admitirlo.

-Seguro que a tus padres les va a encantar la receta -le dijo Bosco mientras caminaban a la entrada del andén.

-Supongo -dijo con cierta duda. Su papá era un poco reacio a todo lo que hacia Bosco que seguro el hecho de saber wje su hijo habia aprendido a cocinar no iba a ser tan bien visto. -¿Vas a estar bien?

-Sí -respondió rápido para no evidenciar que le estaba pasando su partida-, después de todo tengo un trabajo que supone un reto para mi así que estaré entretenido mientras no estás. Tú trata de disfrutar este desconecte, ¿vale?

Un último abrazo antes de coger el AVE de vuelta a casa para pasar el verano con sus padres. Serían sólo un par de semanas pero Xavi tenía especial ilusión en volver a verlos y pasar tiempo con sus amigos del barrio.

-Recuerda que tus abuelos te esperan el quince.

-Puah, lo había olvidado -aceptó entusiasmado Xavi, recibiendo el billete que Bosco le habia comprado, primer vagón.

-Gracias -dijo mucho más ilusionado.

-Nos vemos a la vuelta.

Bosco esperó hasta que el AVE saliera del andén para por fin decidirse en tomar el metro para salir en Núñez de Balboa y pasearse tranquilamente por Salamanca en busca de una floristería para comprar un ramo fresco de alcatraces blancos para

-Buenas.

-¡Bosco!

Él sólo sonrió grande y aceptó el abrazo de una de las dependientas que habia salido a recibir a quien hizo tocar la campanilla del local.

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