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Bosco despertó debajo de sus mantas, con una sonrisa en el rostro, había dormido del tirón e incluso se había dado el lujo de soñar. De pronto su cuerpo se sentía diferente. Por una vez en mucho tiempo, mientras se sacaba la ropa frente al espejo para quedar solo en calzoncillos, no pensó en lo que tendría que hacer ese día o el resto de la semana; no se miró en el espejo para buscar aquella pequeña cicatriz que tenía debajo de la oreja y que corría por su mentón, la que ocultaba con su pelo o para contar las pocas pecas de su nariz que no se comparaban con las que tenía en su espalda y parte de sus claviculas. Esa mañana no se miró con severidad que a veces la vanidad provocaba. Sólo miró su cuerpo; lo conocía pero esa mañana parecía uno nuevo que quería descubrir. Sintió su vientre, volvió a sonreír mientras mordía su labio y recordaba la forma en que Matthieu lo había tocado hace un par de días, la forma en que lo miró, incluso sus manos se sentian diferentes: había sentido una piel diferente a la suya. Recorrió con la punta de sus dedos las calviculas llenas de pecas causadas durante el verano en el que tuvo diez años y pasó cada día en la playa bajo el sol.

De pronto no vio en su mirada el miedo de los primeros días solo en una habitación en el piso de Aldo. Estaba desnudo, sin la ropa que se había hecho para parecer lo más adulto posible en una ciudad llena de vida y bulliciosa. Hacia tiempo que no sentía ese nerviosismo antes de salir del baño después de la ducha.

-¿Estás bien? -preguntó Xavi llamando a la puerta.

-Sí -reaccionando -, perdona.

-No, si no pasa nada -siguiendo diciendo desde fuera -, pero... que llevas mucho tiempo ahí dentro y el desayuno se enfría.

-Madre mía. Perdona -dijo abrochado su bata y saliendo a toda prisa, habia pasado más tiempo del debido ahi cabilando.

Buscó unos pantalones azules para combinarlos con una sudadera verde olivo y zapatillas blancas. Lo que Aldo le había sugerido era difícil, haberse quitado el nerviosismo y la inexperiencia de su juventud fue un trabajo exhaustivo que sería difícil volver a conectar con esa vulnerabilidad. Se miró al espejo, su cabello era un desastre sin sentido que no tendría el tiempo de acomodarlo; se apresuró a tomar un poco de la tortilla y el zumo que le había puesto Xavi y volvió dentro del cuarto de baño para terminar de arreglarse y perfumarse y salir junto con Xavi. Una vez en el autobús se sintió un poco más tranquilo, acomodando una y otra vez su pelo, dejándolo estar para luego recargarse contra el vidrio y cerrar un monento los ojos, aún no sabía porqué estaba nervioso.

Cerró los ojos el tiempo suficiente como para no notar que Matthieu corrió para intentar pillar el autobús: con sus cascos grandes, su macuto y su parka marrón forrada con borrego a juego con un gorro verde quedándose con las manos abiertas viendolo pasar, impactado de verlo dormido con la cabeza contra el vidrio, algo que lo hizo detener el primer taxi que pasó detrás del autobús, no supo la razón pero lo hizo, llegó primero y vio como llegaba el autobús, pero no vio bajar a Bosco, seguía dormido en la parte trasera y Matthieu no pudo hacer nada ante el hecho de que Bosco se había quedado dormido en el autobús por primera vez en Madrid. Intentó llamarle pero no cogía la llamada.

Una caída casi abrupta de una mujer que se sentó a su lado hizo despertar a Bosco mirando un paisaje que no reconocía hasta que miró la pantalla del autobús.

-Mierda, mierda... -dijo al ponerse de pie, recién había dejado la parada más cercana a la suya que tenía que esperar a la siguiente -, perdone -le dijo a la mujer a modo de disculpa por hacerla ponerse

Mientras tanto en el museo Matthieu daba vueltas alrededor de la máquina que marcaban la entrada del personal. Mirando una y otra vez la entrada, gasta saludó a Alberto, pero el tiempo se acababa. Deciodoo volver a la calle para ver si lo encontraba.

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