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Bosco entró en su habitación. Se recargó contra la puerta y respiró profundo, en el fondo también quería salir, despejarse por un tiempo, quería dejar de pensar en él. Detestaba sentirse débil e inútil, toda su vida había sido alguien activo que no lograba estarse tranquilo y ahora toda la impotencia se apoltronaba en su cuerpo y lo tenía siempre decaído. Se acercó a las puertas de su armario para buscar un atuendo para una salida con sus amigos después de varios intentos fallidos.

Coser ropa se había vuelto algo natural en él, pero amar y darle la importancia debía a cada prenda lo había aprendido a lo largo del tiempo. Elegir ropa o pensar en como combinarla le animaba más de lo que nadie pudiera pensar. Se decantó por un total look en azul, con un detalle rojo liado al cuello y su gabardina, una prenda que tenía desde hace poco mas de tres años en su armario y que él mismo se había hecho cuando notó que su cuerpo había dejado de tener la apariencia de adolescente. Cuando Inés llamó a Alberto estaba listo; su pelo peinado en ondas caía de lado, su rostro limpio, con sus mejillas sonrosadas y un poco nervioso.

-Estoy listo -anunció entrando en el salón.

-Me encanta tu look.

-Gracias -respondió Bosco al elogio de Alberto.

Al salir de su edificio fueron recibidos por un poco de viento que anunciaba la llegada de noche. Inés, la novia de Alberto ya les esperaba cerca de la boca del metro. También la había conocido al llegar a Madrid, había sido la primera si era riguroso; después conoció a Alberto justo porque ella se había fijado en él. Al principio sólo le había comenzado a hablar para que se acercara a su amiga pero resultó que los tres tenían más cosas en común como para hacer crecer su amistad. Era un par de centímetros más alta que Bosco, con un montón de pecas y el cabello quebrado enmarcando su rostro infantil, resaltando sus labios carnosos que tenían el efecto de haberse comido un polo de uva. Vestida con una enorme cazadora vaquera que cubrían una blusa marinera y vaqueros que llevaban más arriba de sus tobillos combinado con un par de flats.

-¡Por Dios! -exclamó Inés al ver a Bosco con esa gabardina ajustada a la cintura -, ¿es Dior?

Bosco soltó una sonrisa, la primera sonrisa después de varios meses. Era divertido verla desesperada por ver alguna prenda de alguna marca de lujo. Lo más cerca que había visto eran las playeras de Dior que su novio tenía. Bosco también tenía un par de prendas pero eran mayormente de diseñadores españoles.

-Dior fue quien lo inspiró pero la he hecho yo.

-Pues me encanta y se te ve increíble.

-Gracias. Ya conoces a Xavi.

-Sí claro, hola guapo -dijo Inés dándole dos besos al chico que comenzó a andar para que lo siguieran hasta una de las boca del metro La Latina.

Era uno de los pocos bares madrileños que tenían una pista de baile y música en vivo para entretener durante la cena. Un lugar tal vez un poco antiguo pero que se había reinventado para la parvada de jóvenes que ahí había. Fue un poco inusual la forma en que entro Bosco en aquel recinto: colgando del brazo orgulloso de Alberto, quien sonreía y lo hacía reír diciéndole pequeñas anécdotas para que cambiara un poco su expresión. A Amanda no le importaba, estaba entretenida hablando con Xavi mientras caminaban delante de los dos amigos. Bosco a veces se sentía reconfortado por la altura de su amigo.

Cuando llegaron Xavi ya había visto a un par de sus amigos a quienes fue a saludar, adelantándose.

-¿Me permites? -se ofreció Alberto para quitarle la gabardina marrón al llegar al guardarropa. Amanda y Xavi se habían adelantado al pequeño patio previo a entrar en el salón. Ahí Bosco desveló el la camisa pijamera azul en seda de Avellaneda, un regalo de Aldo, que hacia resaltar su piel y el pañuelo que llevaba liado al cuello. Era inevitable que Bosco luciera elegante con tan poco, también delgado y estilizado con esos pantalones en un azul francés que resaltaba su cintura.

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