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Durante la cena Xavi miraba a su tío. Hasta hace un par de meses no lo había visto como un adulto, su infancia había estado plagada de recuerdos con él durante el verano, jugando al fútbol o acompañándolo a las fiestas con sus amigos para cuidar de él. Ahora le avergonzaba recordar que le daba vergüenza que lo vieran con él, con esa forma de vestir que lo hacía parecer un adulto. Era extraño en varios aspectos, comenzado por uno tan sencillo como complicado: él siempre era el que estaba en casa por Navidades, por año nuevo y por cualquier festividad que dejara un hueco para ir a visitar a sus padres, en donde él siempre estaba; recordó que él había sido el primero en regalarle su primera PSP cuando cumplió trece. Lo que en ese momento lo hizo preguntarse:

—¿Por qué no eres como mi mamá o mi tío Pascal?

—¿A qué te refieres? —preguntó Bosco lleno de curiosidad.

—Pues no lo sé —dijo Xavi pensativo —, a ellos no les gusta tanto el pueblo como a nosotros —cogiendo otra croqueta para ponerla en su plato junto a su porción de ensaladilla rusa.

—Porque nunca les gustó el pueblo. Odiaban vivir ahí, querían crecer, tener una excusa para irse de ahí y cayeron en la terrible carrera de perseguir el dinero.

—¿Por eso no les agradas?

—No, es solo que... fácilmente podría ser tu hermano y ambos hijos de Pascal —rió Bosco —, no es que no les agrade es que soy igual de joven que tú y sigo sin tener un plan fijo de vida.

Xavi se quedó sorprendido por la respuesta.

—Pero si tienes un piso propio —admitió sin seguir por ver a su tío reírse —, ellos no lo saben.

—Claro que no. Ellos piensan que lo que gano de modista no me alcanza. Valoran por mucho una buena educación y para ellos soy un salvaje sin educación.

—Mamá me dijo que no fuiste a la ESO.

—Es verdad. Estudié en una escuela de oficios en cuanto terminé la primaria.

—¿Y el abuelo no dijo nada?

—Sí, dijo que estaba bien. Hubiese querido que fuera como él pero... yo no quería irme del pueblo y el corte y confección me daban esa oportunidad.

—Pero te fuiste a los quince años del pueblo.

Ahora que lo ponía así su vida era mucho más contradictoria de lo que había esperado.

—Quería conocer Madrid. Era mi sueño y el de mi mejor amigo y cuando la vi me enamoré de la ciudad y quise quedarme. Además de que aquí tuve más oportunidades de trabajo.

—Recuerdo que también estuviste en París. Me acuerdo de ese año, mi abuela estaba un poco triste por no verte en Navidades.

—Sí, un año en  Dries Van Noten por cortesía de Aldo.

Esa respuesta hizo que Xavi sintiera una mezcla entre alegría y preocupación.

—¿Qué crees que deba hacer?

Bosco levantó la mirada, tenía que ser honesto pero eso supondría admitir que nada de lo que había planeado se había hecho realidad y tendría que decir que planear no servía de nada, que era más fácil ir improvisando, cogiendo cada oportunidad que tuviera frente a él, lo que implicaba que nada sería seguro. Aunque si que podía decirle un trozo de esa verdad que era la base de un primer paso.

—Hacerle caso a lo que quieres. Y... si tus padres no te apoyan, cosa que dudo, lo mejor será que empieces a buscar un trabajo de verdad. Después de todo sabes que aquí tienes tu habitación, tu abuela me mataría si no fuera así.

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