1 - Una dolorosa perdida.
-Carajo, ¡Dylan! ¡Tienes que levantarte ya! -gritaba una muchacha de unos veinticinco años, al chico que dormía envuelto en un montón de cobijas.
-no no quiero. -gimoteó el chico cubriéndose más y dándole la espalda.
- ¡Que te levantes, pedazo de carne! -le regañó furiosa y le jaló las cobijas tirándolo al piso.
- ¿desde cuánto te has vuelto tan ruda? -se quejaba Dylan tratando de despertar del todo, cuando ella se ponía así deseaba desaparecer. Sonrió al fin poniéndose de pie aun sobándose la espalda. -si sigues así de enojona, te saldrán arrugas.
-si sigues así de impuntual, te quitarán la beca. -le contestó la chica con una sonrisa burlona que sustituía su anterior enfado. -por cierto, te quedaste sin agua caliente, por lento.
-que amable, Katherine. -farfulló el muchacho y fue directo al baño.
Katherine y Dylan vivían solos en una pequeña casa. Eran hermanos, y ella cuidaba de su pequeño, como solía referirse a él. El chico tenía ya diecisiete años, pero para su hermana, aún era un cachorrito que debía aprender a cuidarse. Mientras tanto, ella se encargaría de protegerlo.
-te he dejado el desayuno en la mesa. -le avisó Katherine tocando un par de veces la puerta del baño minutos después. -debo irme a trabajar.
-Espera. -la llamó Dylan saliendo del baño, parecía algo inquieto. Ni siquiera se había terminado de vestir. Solo llevaba los pantalones del uniforme puestos.
- ¿Qué tienes?
-nnada. Quería despedirme de ti. -sonrió forzadamente y la abrazó sintiéndose realmente extraño, algo le impedía dejarla ir esta mañana.
-mi pequeño, tan dulce como siempre. -dijo la mujer separándose un poco para observarlo con cariño. -por favor, cuídate mucho, no hables con extraños y pon mucha atención en clase.
-ya no soy un niño. -farfulló sonrojándose cuando ella le apretó la mejilla con sus tibios dedos, se regalaron la última sonrisa.
-ya es viernes, mañana te prometo invitarte a desayunar, hace mucho no salimos, mi niño.
-dijo antes de separarse para irse con esa misma sonrisa fraternal.
Dylan se encontraba en el colegio, toda la mañana llevaba recordando la última vez que vio a su hermana, había sido unas cuantas horas atrás y algo lo mantenía intranquilo.
Sonó el último timbre que escucharía por ahora en la escuela. Su última clase había terminado y guardó sus cosas de inmediato mientras salía corriendo, escuchó a sus amigos llamarlo, pero no se detuvo.
Quería visitar el café donde Katherine trabajaba, no podía dejar de pensar en ella de forma angustiosa y eso lo tenía tenso.
Justo cuando salió a la avenida que cruzaba frente a su colegio, escuchó su móvil sonar, lo tomó sin reconocer el número, pero contestó.
- ¿hola?
-Disculpe, buenas tardes. ¿Es usted familiar de la señorita Katherine Clinton?
-ssí. -murmuró sintiendo un nudo en su pecho, ¿Qué pasaba? ¿Quién era la voz al otro lado del teléfono? ¿Qué tenían que decirle de su hermana?
-ocurrió un accidente y fue traída de emergencia al hospital central del norte, es sugerirle que venga pronto, se hace lo posible por restablecer sus signos vitales.
-iré enseguida. -jadeó asustado.
Después de colgar, revisó su cartera, casi no llevaba dinero pero decidió tomar un taxi. En solo diez minutos había llegado y corrió a urgencias. Pero nadie se detenía a contestar sus múltiples preguntas, tuvo que ir hacia recepción donde una mujer lo atendió.