Parte sin título 10

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10 - Un solo día, caos.

Volvieron a casa el lunes por la tarde, Santiago encerró a Dylan y se marchó diciendo que trabajaría, por lo que el pequeño se quedó solo en aquel sitio que ahora se veía reluciente.

Por lo menos había podido descansar, para el miércoles era capaz de ponerse de pie, lo hacía solamente cuando el mayor no estaba, pues temía que fuese a agredirlo en cuento viera que estaba recuperándose.

Dylan ya había comprendido que su momentánea muestra de compasión era solo porque estaba en una silla de ruedas, temía con justa razón que volviera a dejarlo sin poder moverse de nuevo en cuanto se enterara de su mejoría.

De cualquier forma, él intentaba portarse bien, no hablaba casi, a menos que Santiago le preguntara directamente algo y eso no ocurrió más de dos o tres ocasiones. Tampoco desobedecía, si el mayor ordenaba que comiera, aunque no tenía mucho apetito últimamente, Dylan lo hacía sin rechistar.

Por su parte, Santiago trataba de ignorar la continua insistencia de su hermana, pues ella no dejaba de llamarle para recordarle que no maltratara al muchacho, eso le sonó a que había hablado con Braulio, ya que el doctor había vuelto el martes para revisar a Dylan. Dijo que iba mejorando, pero aún no debía pasar malos ratos, reconocía que los nervios del muchachito estaban a punto de estallar.

Era por ello que pasaba la mayor parte del tiempo lejos de Dylan. Supuestamente trabajando.

Terminó la semana. El viernes por la noche, Santiago se enteró de que tenía que hacer un viaje de último momento, Enrique le había llamado explicándole la situación. Pensó llevar a Dylan consigo, pero sería un estorbo. Así que al llegar a casa, comenzó a prepararse la maleta que llevaría.

El muchacho lo miraba desde la cama sin comprender que estaba haciendo ahora. Ya no lucía los moretones tan graves, de hecho, en la última visita del médico, éste le recetó una pomada para borrarlos con más rapidez, y había funcionado, apenas se veían ligeramente en su rostro, y el resto de su cuerpo lucía mucho mejor.

Eso solo frustraba más a Santiago, que había planeado pasarla bien ese fin de semana aprovechando la pronta recuperación de Dylan, su plan se había arruinado.

-te explicaré algo, y más te vale que entiendas. -le dijo deteniéndose de pronto para mirarlo con seriedad. Dylan se encogió, pero escuchó atento. -tengo que salir, viajo por cuatro días.

El chico levantó la mirada con sorpresa y cierta calma se alojó en su pecho.

-no te emociones. No puedes salir de la casa, aun cuando ésta se incendie, pase lo que pase, si me llego a enterar de que has puesto un solo pie fuera, te romperé las piernas para que no vuelvas a intentarlo en mucho tiempo. -decía mirándolo severamente. -este sitio está vigilado por suficientes personas fuera, pero eso no importa demasiado, sé que obedecerás. -sonrió fingidamente acercándose a él, pasando su enorme mano por el cabello azabache. -recuerda que no puedes huir de mí, si lo intentas, acabaré con lo poco que te queda, seguramente tus estúpidos amigos deben estar ansiosos por verme y romperme la cara, solo piensa quien puede más ¿ellos, o yo?

Dylan tragó saliva y se hizo hacia atrás, pero la mano de Santiago aferró fuertemente su cabello inmovilizándolo.

-no quieres verme enfurecer realmente, lo que te hice solo fue un pequeño castigo por tú idiotez. Sigue provocándome, llevas una, a la tercera, desearás morir antes de que te encuentre.

Lo soltó empujándolo y Dylan cayó recostado sobre el lecho, se encogió abrazándose por protección, aquella amenaza sí que lo había asustado.

Santiago se marchó con la maleta y aplicó el código de siempre en la casa. Se aseguró así de que el chico no saliera para nada, ni por equivocación. Ni siquiera era necesario amenazarlo, pero lo hizo por si acaso.

dyonisusWhere stories live. Discover now