17 - Humillación grave.
Llegó el día del examen, Santiago no se decidía si llevar a Dylan él mismo o dejar que un chofer se encargara.
Mientras tanto, el chiquillo se encontraba terminando de vestirse en la habitación, portaba aquella ropa que el mayor le había dado el día de la cena, pues no volvió a usarla, pensando que como no tenía más que ponerse, usaría eso lo más posible, ya que no tenía algo diferente que ponerse. Finalmente no le importaba nada más que ir al colegio.
Terminó de vestirse y se sentó a dar un repaso a sus notas, había hecho una guía por sí solo, no sabía que cosas vendrían en el examen, por ello incluyó demasiados temas.
-vaya, pensé que aún no estarías listo, has despertado temprano. -dijo Santiago al entrar a la habitación, Dylan solo observó sus apuntes, no quería verlo, no después de la terrible noche que le hizo pasar. -apúrate a tomar tus cosas y vámonos, seguramente hoy mismo te asignan un grupo.
- ¿tú vas a llevarme? -preguntó Dylan de alguna forma sorprendido.
-así es, vámonos.
El chico se levantó de inmediato tomando un par de plumas, un lápiz y llevaba en las manos aquella guía para darle una hojeada en el camino. Así fue como salieron de la hacienda.
-date prisa, esperaré aquí a ver qué pasa, si te hacen quedarte, me iré. -decía Santiago mientras caminaban por un sendero rodeado de jardín dentro de la escuela.
El patio era enorme, los salones rodeaban y algunos estaban más al fondo, no se veían. Dylan estaba realmente sorprendido, era una escuela de lujo, y estaba ubicada en una zona de casas enormes, las pocas veces que vio el pueblo, no imaginó que sería tan grande después de todo, y menos que tendría a personas de ese nivel social.
Eran las nueve de la mañana, y había cambio de clases, los muchachos salían de sus salones y algunos se detenían curiosos al verles, pues no era muy normal que extraños visitaran el colegio. Dylan comenzaba a ponerse nervioso y eso era notable a simple vista, lucía como un perrito asustado al ver a tantos jóvenes que tenían toda la pinta de ser de familias ricas, de inmediato él sabía que no encajaría, pero lo que quería era estudiar, no hacer amigos, así que intentó calmarse.
Llegaron a las oficinas que estaban en el edificio central, así se le llamaba a la construcción de dos pisos, realmente eso no era muy grande, sino lo suficiente para tratarse solamente de la directiva escolar.
Una mujer bastante bien arreglada, de unos cuarenta años, se acercó sonriendo ampliamente, Santiago la miró sin mucho interés.
-directora, él es Dylan Clinton, el chico al que he inscrito en su instituto, viene preparado para el examen. -dijo el hombre con seriedad.
-oh, claro, puede pasar de inmediato. -llamó a una secretaria con la mano y le indicó con un par de señas a donde debía llevarlo, Dylan se alejó con la señorita vestida de traje que ni siquiera parecía prestarle atención.
- ¿hay algo más que deba arreglar para su ingreso? -preguntó Santiago.
-solo necesitamos su firma, el pago de inscripción y mensualidad llegaron sin problemas junto con los documentos del chico, estoy segura que todo será perfecto, es la mejor escuela de la localidad y
-no me interesa, dígame que tengo que firmar y deje de joder. -soltó el hombre con brusquedad, le molestaba que aquella mujer no se callara y además se sentía inquieto.
La mujer guardó sus comentarios y de inmediato lo llevó a su oficina para lo necesario, absteniéndose de comenzar a parlotear.
Santiago no podía dejar de incomodarse mientras recordaba a Dylan, pues era consciente de la noche anterior, lo había forzado, como solía hacer siempre desde que lo tenía, una vez más lo había lastimado, esa noche el niño no había dormido casi nada por el dolor que le dejó, ni siquiera lo había preparado lo suficiente y Dylan no paraba de gritar que le hacía daño.