35 - Los hermanos Binder.
- ¿Has perdido tu cartera? Lamento haber escuchado, pero fue inevitable. -le dijo aquel hombre sonriendo ampliamente al ver el rostro descolocado del más joven.
-Eh, yo
-Permíteme pagar por ti, seguro no querrás volver a casa y regresar enseguida a comprar lo que seguramente necesitas.
-No.
- ¿Por qué no? Vamos, no me mires así, solo estoy haciéndote un favor. -aclaró y se dirigió enseguida a la cajera. -Por favor, cobre esto también.
El mayor dejó un paquete de botana sobre el mostrador y observó un momento antes de tomar unos cuantos dulces para enseguida sacar su cartera.
Dylan no supo qué hacer, estaba inquieto debatiéndose entre irse, o aceptar la extraña amabilidad de ese hombre que no conocía. A pesar de ello, algo en él le parecía familiar, de una manera que le asustaba y a la vez le causaba curiosidad.
Un minuto después, se encontraban saliendo de aquella tienda, Dylan iba cargando todas sus cosas con la mirada baja y un ligero sonrojo al darse cuenta que había tenido que aceptar la ayuda de un desconocido. El otro hombre parecía muy relajado, hasta que se detuvo girándose hacia aquel azabache que lo había atrapado desde que lo vio tan solo un par de horas antes.
-Aquel es mi auto, ¿te parece bien si te llevo a tu casa? -ofreció señalando un coche totalmente destartalado, a lo que Dylan se sorprendió.
La fachada de aquel tipo no era digna de un auto así, pero pues, a él no le interesaba eso.
-Supongo que puedo pagarte esto, pero no quiero que dejes tus ocupaciones, puedo irme en taxi. Solo, dame una dirección, un teléfono, o algo para hacerte llegar el monto que has gastado. -murmuró Dylan, pues no le gustaba mucho la idea de recibir cosas sin razón aparente.
-Por el dinero no te preocupes, no es necesario. Solo permite que te lleve.
-No no quiero. -contestó mirándole serio. -no voy a subirme al coche de alguien que no conozco, ya es demasiado con aceptar tu ayuda, lo cual agradezco, pero no te confundas.
El mayor se sorprendió, pero no más que Dylan, pues recordaba jamás haber contestado a nadie de esa manera. Tratando de seguir con la frente en alto, el muchacho decidió irse.
Vio un taxi pasar, lo detuvo y se acercó enseguida, pero el mayor le siguió tomándolo por el brazo antes de que subiera.
-Entiendo, pero al menos podrías decirme tu nombre. -pidió sonriendo con cierta diversión en la mirada.
- ¿Qué pretendes?
-Vale, creo que no debe ser así. Me presento primero, me llamo Guillermo, y es un placer conocerte. Me gustaría saber a quién le he hecho un favor ésta mañana.
-Gracias por tu ayuda, pero tengo que irme. -respondió Dylan subiéndose al taxi de inmediato. No quería decirle su nombre, no confiaría en nadie, no podía.
-Por dios, Dylan, te hemos buscado toda la mañana, ¿Por qué no nos avisaste que salías? -le reprendió Larren ayudándole con las bolsas aún en el taxi.
-No te enojes, es que quería que fuera sorpresa y creí que no tardaría mucho.
-Creíste mal. Todos sabemos que cuando vas al supermercado tardas horas.
-Lo siento. Es que también ocurrió algo, perdí mi cartera. -murmuró con la mirada baja. - ¿podrías pagar el taxi? Cuando volvamos al departamento te pagaré.