29 - Un ligero acercamiento.
-Santiago, hoy no puedo venir la enfermera que ayuda a Dylan. -mencionó Enrique entrando a la cocina donde se encontraba su amigo.
El tiempo continuaba corriendo. Cada dos días iba una muchacha enviada del hospital, la cual ayudaba a Dylan en aseos personales que se le complicaban, principalmente ducharse. Santiago chasqueó la lengua y miró a Enrique.
-Lleva toda la semana sin venir, y a Dylan ni le importa. No voy a esperar más, ese mocoso tiene que comenzar a hacer cosas por sí mismo. -sentenció el castaño.
-Solo ten cuidado, no lo traumes más de lo que ya está.
-No lo haré.
Enrique suspiró y fue a la habitación del azabache para tomar a Cristel de la cuna. Miró un momento a Dylan, quien estaba inmóvil, pero despierto.
-Dylan, buenos días. -dijo el rubio tratando de sonreír y ocultando su sorpresa, le había sacado un buen susto, no esperaba toparse con esa mirada.
Definitivamente, Dylan estaba actuando muy extraño. Se encontraba bocabajo y con el rostro ladeado, mirando fijamente hacia Enrique, lo observaba con el ceño fruncido luciendo bastante molesto, pero no parecía dispuesto a moverse.
Al no recibir respuesta, Enrique ignoró la situación y tomó la pañalera para salir de ahí. Apenas iba llegando a la puerta, cuando Dylan se levantó para ir tras él. Sin embargo, Enrique no se detuvo, salió de la habitación y llegó al recibidor.
Se toparon con Santiago, quien observó sorprendido al menor tras Enrique, parecía ansioso y enfadado, como si a un niño le hubiesen quitado algo y estuviese a punto de hacer un drama para tenerlo de vuelta.
-Santiago. Tengo que irme. ¿Crees que esté bien? -cuestionó el rubio apuntando a Dylan disimuladamente.
-Yo me encargo de que lo esté ya vete.
-Pero la vez pasada que le quitamos a Cristel, Dylan se puso muy mal.
-Sí no te vas ahora, será más complicado. -farfulló Santiago y se atravesó frente a Dylan impidiéndole ver a Enrique.
El rubio decidió salir de la casa inmediatamente, llevaría a Cristel con Dana para que la cuidase unas horas, pues Santiago tendría que salir y le preocupaba dejar a Dylan solo en casa con la pequeña. No era porque el chico fuese a hacerle algo, sino que era un niño cuidando a una niña, eso no resultaría muy responsable, mucho menos en las condiciones del muchacho.
En cuanto la puerta se cerró, Dylan reaccionó y buscó detrás de Santiago al otro hombre que debía encontrarse con Cristel. No los encontró. Miró al único que estaba frente a él y se alejó conteniendo el coraje.
Dylan estaba molesto, quizá demasiado.
-Oye, no me veas así, Cristel tiene que ir con Dana. -le dijo lo más suave que pudo para no hacerle sentir una agresión inexistente. - ¿Por qué no aprovechas el tiempo? Descansa un poco, ve una película, o has lo que quieras, no la traerán hasta en la noche.
El menor dio media vuelta y se fue, azotó la puerta de su propia habitación antes de ponerle seguro. Santiago escuchó y suspiró, no podía hacer nada, tenía cosas que hacer por el momento.
Dos horas después, Santiago ya se había arreglado y tenía que salir o llegaría tarde a las oficinas donde tendría una junta demasiado importante. Posiblemente dejaría de una buena vez los negocios sucios en los que se había metido.
Ya no le eran necesarios, y ahora necesitaba más tiempo libre si quería ayudar a Dylan en su recuperación. Definitivamente aquel muchacho se encontraba mal, era increíble la forma en que se enfadaba y gritaba. Quedaba más que claro su situación y que requería ayuda de inmediato.