Capítulo 1

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Félix vio por su ventana que estaba amaneciendo.

A diferencia de los demás vampiros, a él el sol, no podía hacerle daño. Tenía una vida medianamente normal, quitando el hecho de que estaba en la tierra hace más tiempo del que debería. Pero si no le prestaba atención a ese pequeñísimo detalle, Félix tenía una vida normal.

Tenía un departamento y ahora no vivía solo. Brad, su compañero de piso desde hace tres años, roncaba desde la otra habitación como si se hubiese tragado el motor de un auto antiguo y alguien lo hubiese encendido.

Al principio, los ronquidos de Brad le habían causado irritación, estaba acostumbrado al silencio y la soledad. Con Brad viviendo con él, todo eso se había acabado.

Los primeros días fueron los más duros. Brad lloraba todas las noches porque extrañaba el mundo de los ángeles, su cabello se había tornado más oscuro hasta alcanzar el color castaño y sus ojos seguían azules, pero eran algo más grises que azules. Félix había estado con Brad en todo momento acompañándolo, él mejor que nadie sabía lo difícil que era cambiar tu vida por completo y estar solo.

Con el paso del tiempo había comenzado a acostumbrarse. Comenzó a hacer amigos, consiguió un empleo en un puesto de helados y hasta había conocido a una chica con la que había comenzado a salir, pero tenía terminantemente prohibido ir al departamento, al menos; cuando Félix estuviese allí.

Félix por su parte; seguía igual que siempre. Vida monótona y aburrida. Ir a hurtar bolsas de sangre por la noche y sentarse en la terraza del edificio a contemplar las estrellas al volver mientras bebía un poco de su néctar para poder seguir vivo. Bah... Félix seguiría vivo, pero para no causar una masacre en la ciudad y acabar con millones de almas inocentes.

Vio en su despertador que eran las 8am. Brad tenía que levantarse a las 10am. para ir a su trabajo, por lo que los ronquidos no cesarían por un buen tiempo y Félix no pensaba aguantar un solo rugido de león más, por lo que decidió ir a recorrer la ciudad.

Y la verdad, era que tampoco tenía mucho que recorrer. Conocía la ciudad de punta a punta y podía ir caminando con los ojos cerrados, que no se toparía con un poste de luz siquiera. Hacía ya mucho tiempo que estaba allí.

Las personas no tendían a notar la presencia de Félix, de vez en cuando alguna chica se acercaba intentando coquetearle, pero él era lo suficientemente tajante como para darles a entender con una mirada que solamente perdían su tiempo intentando ligar con él.

Todo el camino se la pasó perdido en sus pensamientos, sin voltear a ver a nadie y sin prestar atención al lugar donde iba, solamente quería escapar del encierro en el que se sentía.

Félix se había cansado de su vida tan simple y una idea revoloteaba en su cabeza como un pajarillo que aprendió a volar, estaba pensando en irse de ese lugar. Quizás a algún otro país, a otro continente, no le interesaba exactamente dónde; pero sabía que podía vivir donde fuera. Ya lo había hecho debajo de un puente, en una estación de tren, en un bosque, inclusive había estado en Egipto una vez hace mucho tiempo ya. Donde hubiese sangre humana que Félix pudiese consumir; podría vivir sin ningún drama. No necesitaba un techo sobre su cabeza, una cama o lujos, nada de eso le hacía falta. Félix podía soportar lo que fuese.

Antes ni siquiera hubiese pensado en esa idea, simplemente lo habría hecho y ya. Pero ahora tenía un problema en su vida, el problema tenia cabello castaño claro y roncaba como león africano; y se llamaba Brad.

No sabía cómo se tomaría Brad la decisión que estaba por tomar, el antiguo ángel se había vuelto muy dependiente con Félix y le había agarrado mucho cariño, no es que Félix no quisiera a Brad. Pero tenía tantos años de vida que simplemente necesitaba con urgencia "aire" nuevo. No quería conocer gente nueva, eso no era algo de su agrado, Félix quería un lugar nuevo; algo interesante que poder hacer, más que vagar todo el día por la ciudad y hurtar bolsas de sangre del hospital.

Sabía que tenía que ser cauteloso al decirle lo que estaba pensando hacer a Brad, aunque ya no lo fuera; tenía la sensibilidad de un ángel y sus emociones brotaban a flor de piel. Tenía que encontrar el momento justo para hacerlo. Quizás, si las cosas iban bien con esta chica eso podría jugarle a favor, Brad no estaría solo y Félix podría irse tranquilo y con la conciencia limpia. Después de todo, Brad era muy inteligente y sabría cómo afrontar la situación, eso no significaba que no fuese algo difícil de hacer.

Cuando Félix volvió a la realidad, ya había oscurecido y la luna iluminaba la ciudad. Las calles estaba deshabitadas y los negocios habían cerrado sus puertas. Félix decidió que sería hora de volver a casa a beber algo de sangre. No es que a Brad fuese a preocuparle donde estaba él ni mucho menos, Brad sabía que Félix podía cuidarse solo de sobra.

Cuando entro a su departamento se encontró con las luces de la cocina prendidas.

-¡Brad!-Dijo Félix cerrando la puerta- He vuelto- Se quitó el saco negro y lo dejo en la percha.

Nadie contesto a su llamado.

-¿Brad estas aquí?- Preguntó mientras iba a la heladera para sacar una de sus reservas de sangre.

El silencio fue su respuesta. A lo mejor se había ido con la chica con la que salía, o quizás estaba durmiendo después de un largo día de trabajo, no todos tenían energía de vampiro.

Estaba por ir a la habitación de Brad para ver si estaba allí, cuando alguien llamó a la puerta.

Félix frunció el entrecejo, nunca nadie llamaba a su puerta y mucho menos a estas horas de la noche; no podía ser Brad, él siempre llevaba la llave consigo.

Otro golpe resonó en los oídos del vampiro y este se acercó para ver de quien se trataba.

Al abrir la puerta, se sintió morir otra vez.

Estaba del otro lado de la puerta, con un pantalón blanco y un suéter verde, había crecido de estatura, ahora estaba del alto de Félix; su cabello oscuro caía sobre sus hombros hasta su cintura como una cascada, los pómulos marcados seguían intactos. Lo único que le llamo la atención fueron sus ojos, no eran como los de antes, mostraban madurez y seriedad; como si le doliese estar allí en ese momento.

Y a él le dolía verla. Le dolía como los mil demonios verla.

-Félix- Dijo Ailey- Tenemos que hablar-



Quien mas extraño al vampirito??? *Levanta su manito*

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora