Ailey volaba a toda velocidad por entre medio de los árboles.
Estaba agitada y hacia grandes esfuerzos por retener sus lágrimas. Pero en su cabeza no dejaban de reproducirse imágenes de sus hermanas muertas por desnutrición y falta de fuerza. Si Avalor no aceptaba ir con ella ahora, estaba perdida.
No entendía porque no había aceptado, se había mostrado muy amable a primera vista. Quizás tuviera miedo, y era comprensible, las misiones nunca suelen ser fáciles. Pero ¿Miedo a qué? El joven controlaba el fuego y el hielo a su gusto. Era extremadamente poderoso. Miedo deberían de tener los que se enfrentan a él.
Ailey aterrizó un momento para tomar algo de aire y orientarse. El hecho de que sus pensamientos la consumieran la había desorientado y no sabía muy bien donde estaba. Cerró los ojos intentando conectarse con la naturaleza, para que la misma pudiera orientarla. Pero cada vez era más difícil utilizar sus poderes. Se estaba quedando sin tiempo y eso era mortal.
Sintió un débil llamado, como un canto muy agudo provenir de algún lado. Supo que ese era el camino que intentaba marcarle la naturaleza para llegar a la casa de Avalor.
Abrió los ojos lentamente y estaba por alzar vuelo otra vez. Cuando sintió un cuerpo chocar contra el suyo con tanta brusquedad que la empujo hasta caer y rodar por una colina. Ailey soltó un grito y volvió a cerrar los ojos. Sintió un par de brazos cerrarse en su cintura mientras rodaba hasta abajo.
Cuando finalmente la fuerza de gravedad les permitió detenerse, Ailey abrió nuevamente los ojos. Para encontrarse con otro par de color anaranjado. Quiso incorporarse, pero Avalor estaba encima de ella y no podía moverse.
-Avalor- Dijo Ailey esperanzada- Estas aquí-
El chico de cabello blanco no dijo palabra alguna. Solo sonrió.
Causando que Ailey, también sonriera.
Félix seguía apoyando la pared contra un árbol y cruzado de brazos.
Se había quedado en esa pose desde que Ailey se había ido. Y el silencio había reinando desde entonces. Ninguno de los tres individuos dijo más nada.
Agradeció el silencio. La verdad no estaba de humor para aguantar los comentarios sarcásticos de Megan o las frases filosóficas de Ameth. En su mente, el único sonido que habitaba, eran las palabras hirientes de Ailey antes de explotar "No hagas promesas que no vas a cumplir"
Félix sintió que le clavaban una estaca en el corazón. La verdad, era que le importaba poco y nada lo que dijeran de él. En todos sus años de vampiro, había cometido cientos de errores. Había traicionado a personas que no les tenía el más mínimo aprecio, había roto miles de promesas, engañado muchas veces, mentido para salirse con la suya. A Félix nunca le había interesado nada. Solo le importaba él mismo, porque sabía que nadie se preocupaba por él. Sabía que nadie podía amarlo y tampoco podía amar a nadie.
Y entonces, llego Ailey. Y con ella, llegaron los problemas. De repente, todo su mundo estaba de cabeza. Sus pensamientos eran laberintos, donde tomase el camino que fuese, la salida siempre era ella. Félix siempre había sido una persona fría e indiferente con todo el mundo. Solitario y aislado de los demás, sus sentimientos estaban anestesiados. Pero no podía ser así con Ailey. Ella tenía algo que ninguna otra persona poseía, podía volver loco a Félix. Todas esas emociones que parecían muertas dentro de Félix, salían a flor de piel cuando Ailey estaba cerca. Al mirarla, millones de ideas pasaban por su cabeza, desde querer recitar poesía antigua, a querer llegar un poco más lejos, a un terreno totalmente desconocido para él. Y se odiaba a si mismo por eso. Porque sabía que eso iba a dolerle como los mil demonios al final. Pero era tan grande el amor que sentía por ella, que a veces pensaba en que valdría la pena al final la herida. Ailey era un problema, pero era el problema más lindo con el que Félix quería lidiar.
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Renacimiento
Fantasy"Es demasiado tarde. No podemos hacer nada, ahora todo depende de ustedes." (SEGUNDA TEMPORADA DE "LA SOMBRA BRILLANTE, ENCERRADA")