Capítulo 4

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Félix entró en la tienda de antigüedades y allí estaba ella de espaldas detrás del mostrador.

-Buenos días ¿En qué puedo ayudarlo?- Preguntó la joven rubia de cabello rubio corto. Cuando sus ojos verdes vieron al vampiro; se sorprendió- Félix-

-Hola Ameth- Dijo Félix esbozando una sonrisa de costado.

Ameth era una vieja amiga de Félix. No aparentaba más de 21 años, pero al igual que el vampiro, ella tenía muchos más. Solo que Ameth no era vampiro como Félix, ella era una vidente.

Los denominados videntes en el mundo sobrenatural, eran lo más cercano a los humanos. Nacían como entidades espirituales que tenían que hacer una buena acción si querían conseguir un cuerpo humano. Ameth lo había conseguido, hace 25 años era una humana, pero en su vida espiritual realmente tenía aproximadamente 1300 años. Era sumamente difícil hacer una acción lo suficientemente noble como para que un espíritu alcanzara llegar a su cuerpo. Es por ello que había tan pocos en el mundo.

Félix la había conocido de casualidad una noche que se metía a hurtadillas por bolsas de sangre al hospital, hace 10 años. Ella lo había atrapado con las manos en las bolsas de sangre. Al principio Félix se asustó, pero ella le dijo que no había nada que temer, que ella sentía la presencia de todos los seres sobrenaturales y básicamente, que podía ver más allá de lo que cualquiera pudiese ver, desde lugares hasta tus propios sentimientos. De los videntes había surgido la frase "el ojo que todo lo ve" y no del cristianismo como todos pensaban. Las entidades espirituales llevaban más tiempo en la tierra que cualquier otro pueblo sobrenatural.

Los videntes tenían la habilidad de saber siempre cuál era el camino correcto, era algún tipo de intuición que les decía que iban bien o mal. Podían ver otros lugares del mundo en tiempo real con solo pensar en ellos, y también poseían la habilidad para transportarse de un lugar a otro en cuestión de segundos. Además de contar con una gran inteligencia y sabiduría por todos sus años como espíritus. Si alguien tenía respuesta alguna a lo que le ocurría al pueblo de las hadas, esa era Ameth.

-Tanto tiempo sin verte ¿Cómo has estado?- Preguntó la rubia.

-Bien, ya sabes, lo mismo de siempre-

-Vienes a pedirme algo- Dijo ella- Puedo verlo-

Félix sonrió avergonzado. No le gustaba quedar como un interesado, pero Ameth muy pocas veces se equivocaba.

Tampoco le gustaba que Ameth estuviera viendo sus pensamientos, le parecía una violación a su espacio personal, él también podía hacerlo y jamás lo hacía, sentía que todos merecían privacidad por lo menos en su mente.

-Como siempre, tienes razón Ameth. Tengo que pedirte un favor-

-Está bien, pero aquí no. Podría ser peligroso- Dijo ella cerrando la puerta de su local y llevando a Félix a la parte de almacenamiento de la mercadería- Te escucho-

-Hace tres años, emprendí una misión para salvar a los pueblos sobrenaturales primordiales de un enemigo en común, y conocí un hada, su nombre es Ailey, y me ha dicho que el reino de las hadas ha comenzado a marchitarse. Necesitan ayuda, pero no sé qué puede estar pasando. Jamás se ha visto que un reino colapse de esa forma, si la naturaleza pierde su fuerza, las hadas pasaran a ser parte de nuestra historia-

-No te recordaba así de caritativo Félix. Siempre has sido bastante egoísta- Dijo ella.

-Yo no diría egoísta. Solo me limitaba a mantenerme al margen de la situación- Dijo Félix encogiéndose de hombros.

-No tienes por qué explicarme tu interés por salvar el reino de las hadas. Puedo verlo- Dijo Ameth.

Si Félix tuviese sangre corriendo por sus venas, probablemente se habría ruborizado.

-He venido hasta ti porque eres la única que puede ayudarme. Por favor, dime que tienes una respuesta para mi Ameth-

Ella se quedó en completo silencio.


Ailey cruzó al mundo de los demonios y alzó vuelo.

Respiro profundamente y sintió que se le quemaban los pulmones. Pensó que quizás había atravesado por una fogata, pero era el aire de allí, para los demonios no era nada; pero Ailey lo sentía como si respirara la muerte. Cada inhalación dolía más que la anterior. Tenía que encontrar a Megan antes de que sus pulmones explotaran en llamas.

El cielo era del color de la sangre y todos estaban dentro de cuevas. Comenzó a volar tan rápido como pudo, pero sus tonos de verde y rosa resaltaban con el cielo rojo de fondo, por lo que al instante la descubrieron y no serían amables con ella.

-¡Hada!- Gritó uno de ellos.

¿Tan difícil iba a ser intentar hablar con Megan?

Bolas de oscuridad estuvieron cerca de devorarle las alas, ella las esquivó como pudo y siguió volando. Recordó que los demonios trabajaban con el miedo y se repitió varias veces que las cosas desagradables que vería, no serían más que su imaginación y los demonios intentando matarla.

O al menos eso esperaba.

Su energía se gastó rápidamente y cada vez eran más los demonios que atentaban contra ella. En cualquier momento comenzaría a caer en picada y la consumirían esas bolas de oscuridad, para que los demonios la sirvieran en bandeja de plata y devorarla por partes.

Sentía dolor y mareos, sus pulmones exigían aire puro y sus alas ya no soportaban el peso de su cuerpo. Vio una bola de oscuridad venir de frente y no tuvo fuerzas para esquivarla. Se preparó para lo peor.

Esperaba sentir una mordida, esperaba que la descuartizaran y la quemaran viva por entrar sin permiso; pero nada de eso paso, solamente sintió que su cuerpo chocaba contra el de otra persona amortiguando el golpe.

-Maldición Ailey ¿Es que nunca dejas de estar en apuros?- Preguntó Megan quitándose al hada de encima, se puso de pie y se sacudió la ropa.

Ailey estaba mareada y dio un gran respiro aclamando por aire. Cuando sus ojos dejaron de dar vueltas pudo ver que no estaba en la tierra de los demonios, estaban en un bosque.

-¿Dónde estamos?- Preguntó con una horrible jaqueca.

-En el bosque linda- Dijo Megan con sarcasmo- Si no te sacaba de mi tierra te habrían aniquilado ¿Quieres explicarme qué diablos hacías allí? ¿Sabes lo peligroso que fue eso? Sin mencionar lo estúpido-

-Lo siento, necesitaba hablar urgentemente contigo- Dijo Ailey incorporándose.

-¿Por qué? No me digas que han vuelto los Persecutors- Imploró Megan.

-No es nada de eso. Es el reino de las hadas. Está muriendo y con ello mueren las hadas. Necesito que me ayudes-

-¿Y yo por qué?- Preguntó Megan frunciendo el entrecejo.

-Eres lo único que me queda. Los ángeles jamás accederán después de lo ocurrido con Brad. Los lobos no quieren seguir perdiendo miembros de su manada. Las sirenas deben estar en nuestra contra y...- Ailey guardo silencio.

-¿Qué hay con Félix?- Preguntó Megan.

-Él tampoco está dispuesto a ayudarme. Por favor Megan, te lo imploro. Eres mi última esperanza. Por favor, dime que vas a ayudarme- Dijo Ailey.

Megan dio un suspiro. 



Hey!! Luxmi aqui!

Les dejo un capitulo de la novela. Espero que les guste

Asi a primera vista, que opinan de Ameth? Los leo!!

El lunes o martes hay actualizacion! 

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora