Capítulo 16

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Megan no se llevaba exactamente bien con los barcos piratas.

No desde que tuvieron que subirse a uno en la otra dimensión, y casi los aniquilan por haberlos descubierto.

Recordaba a esos asquerosos e inmundos piratas y se le ponía la piel de gallina. El hedor que despedía la madera añeja y mohosa de aquel barco podía quemarte los pelos de la nariz y hacerte lagrimear. Pero, este barco estaba bastante pulcro a decir verdad. Y la única tripulante del barco, era Anfitrite. Y si bien, se había mostrado bastante hiperactiva, era mucho mejor ella que los piratas comunes.

-¿Tú te llamabas Megan verdad?- Preguntó Anfitrite apareciendo de golpe al lado de Megan. Haciendo que esta brincara de un susto.

-Si- Dijo Megan tajante- Y no vuelvas a aparecer así-

-¿Te asuste verdad?- Preguntó Anfitrite conteniendo la risa- ¡ASUSTE A UNA DEMONIO! ¡EH TÚ, VAMPIRO DEPRESIVO, ASUSTE A UNA DEMONIO!- Le gritó la pirata a Félix. Quien había estado solo desde que habían subido al barco.

Megan miró fijamente a Anfitrite a los ojos, estos brillaban como si ella hubiese consumido un kilo de azúcar.

-¿Puedes calmarte un momento? Me das jaqueca- Dijo Megan.

-Estoy calmada- Dijo Anfitrite dando otro brinco para ir a molestar a Félix.

Megan observó a la joven mientras se alejaba. No aparentaba más de unos 22 años, era bastante más bajita que Megan. Parecía ser delgada, pero era difícil ver bien la figura de su cuerpo con la camisa blanca holgada que tenía puesta. Parecía un trapo viejo, junto con una falda larga de color negro y botas marrones con suciedad encima. Tenía la piel de color morena y el cabello largo y completamente rizado. Era bonita, había que admitir eso. Pero su actitud parecía la de una niña de 10 años.

Luego, recordó lo que les había dicho Ameth; que Anfitrite no salía a flote a no ser que alguien la llamara. Quizás, su hiperactividad se debía justamente a eso, a que nunca tenía oportunidad de navegar o siquiera estar despierta. Quien sabe cuándo fue la última vez que la joven cargo a alguien en su barco, seguramente estuvo durmiendo durante años. Megan también tendría energía de sobra si hubiese dormido todo ese tiempo.

Megan, supo que Félix estaba por perder la poca paciencia que le quedaba. Asique decidió intervenir, no quería que el vampiro se abalanzara sobre el cuello de la joven.

-¿Te dolió cuando te mordieron?-

-No-

-¿Fue en el cuello o en otro lugar?-

-No lo recuerdo-

-¿Qué tan viejo eres?-

-Que te interesa-

-No eres muy simpático ¿Sabes?-

-Ya me lo han dicho-

-Bien- Dijo Megan- Roñosa, tengo que hablar con Félix, a solas-

-¡No estoy sucia! Mi última ducha fue hace 57 años... Y buena suerte en intentar entablar una conversación con este vampiro más viejo que la injusticia. El chico de pelo de nieve es más simpático que tú- Anfitrite le saco la lengua a Félix antes de marcharse.

-Es como una espina en el pie- Dijo Félix.

-Según lo que nos comentó, el viaje durara unos 15 días. Será difícil soportarla-

-Espero no arrojar su cuerpo al mar pasado mañana-

Megan vio que del otro lado del barco, estaban Ailey y Avalor riendo. Parecían divertirse.

Félix también lo notó.

-¿Crees que Avalor es... simpático?- Preguntó evitando mirar a Megan y apretando ligeramente los puños.

-No me desagrada como lo hacías tú en un principio- Dijo Megan con sinceridad- Sencillamente no puede caerte mal, mira su sonrisa-

-¿Te caía mal en un principio?- Preguntó Félix arqueando una ceja.

-Le caías mal a todos. Menos a Ailey, a ella le dabas miedo. Podía sentirlo-

Félix dio un suspiro.

-Creo que ella me odia mucho más que todos ustedes ahora-

-Probablemente así sea- Dijo Megan mirándose las uñas- Pero si de algo te sirve, a mí no me caes tan mal. Puedo soportarte-

-No me sirve de nada. Pero gracias-

Megan se encogió de hombros.

Lo que decía Megan era verdad. Félix le caía bastante bien, al igual que Ailey. No es que les tenía algún tipo de cariño o aprecio. Pero si les tenía respeto y eso era mucho para un demonio. Le gustaba luchar con Félix a su lado, en ese momento, los dos se complementaban bastante bien. Cuando emprendieron la misión contra los Persecutors, casi siempre habían luchado codo a codo. Félix con su fuerza y velocidad sobrenatural, y Megan con sus poderes de oscuridad. Si tenía que elegir alguien con quien luchar espalda con espalda, elegiría a Félix. Confiaba en él lo suficiente como para dejar que la protegiera por detrás, e igualmente, ella también lo protegería.

Con Ailey no había luchado tanto. Pero si sabía que era poderosa, ella manejaba la naturaleza a su gusto y había ganado mucho valor y confianza gracias a Félix. Aunque ahora, estaba muy débil. Cada día parecía como si perdiera peso, sus ojeras estaban más pronunciadas y su piel tomaba un tono pálido y enfermizo. Esperaba que encontraran a Leviatán pronto, de lo contrario, sería demasiado tarde.

-Admiró tu capacidad de autocontrol- Dijo Megan mirando el océano y apoyándose en el borde del barco.

-¿Huh?- Preguntó Félix quien estaba perdido en sus pensamientos.

-Digo, que si yo estuviese en tu lugar, ya habría despedazado a Avalor. Pero tu pareces llevarlo bastante bien-

-No sé de qué estás hablando Megan-

-Por favor Félix. Hasta un ciego puede ver que los celos te carcomen-

Félix dio un suspiro antes de contestar.

-Si. Estoy completamente celoso de Avalor y Ailey. Pero eso es problema mío. Tengo que mantenerme al margen de la situación, no estoy en derecho de reclamar nada porque Ailey es libre de hacer lo que le venga en gana. A mis celos tengo que manejarlos yo... después de todo, Blancanieves no tiene la culpa de nada... Y tienes razón, es imposible querer golpearlo con esa sonrisa tan sincera que tiene todo el tiempo-

Megan reprimió una risa.

-Que profundo Félix... muy maduro de tu parte. Digno de alguien tan mayor como tú- Megan se acercó lentamente a Félix y le susurró al oído- Veamos si te mantienes tan tranquilo cuando él le dé un beso, o le pida que sea su novia. Allí quiero ver que tan fuerte es tu voluntad para intentar no aniquilarlo... Claro, si es que no te mata el a ti primero, el chico es realmente poderoso-

Félix, quien había estado completamente indiferente, no pudo evitar ponerse nervioso.

-¿De qué lado estas Megan?- Preguntó molesto.

-Del lado de nadie. Ambos me caen medianamente bien. Pero si admito que tengo muchas ganas de ver qué sucederá cuando este triángulo amoroso explote- Dijo con una sonrisa bastante malévola en el rostro. 

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora