Capítulo 3

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Ailey caminaba por las frías calles de la ciudad sin saber muy bien dónde ir.

No estaba molesta, estaba herida. Ella no estaba lista para ver a Félix y él tampoco estaba listo para verla a ella. Había sido una pésima idea pedirle ayuda. Ella pensó que él tendría algo, Félix siempre tenía un plan o una salida. Lo único que consiguió, fue que su corazón se partiera un poco más de lo que ya estaba.

Se sentó en un banco de un parque para pensar un poco. El frio se sentía como mil agujas penetrando su piel y ese abrigo no era suficiente, pero era lo de menos en ese momento. Félix había negado su ayuda, su última esperanza era Megan; y si ella decía que no, Ailey estaría sola.

La presión y el miedo estaban matándola lentamente. Además, cada día se sentía un poco más débil, cada minuto que pasaba la naturaleza moría, su tierra se marchitaba y su fuerza vital disminuía. El tiempo comenzaba a jugarle en contra.

Tomó su piedra del ónix, la que le había dado la reina antes de emprender misión contra los Persecutors hace tres años. La piedra era negra y la protegía de todo mal, ahora estaba perdiendo su color, volviéndose transparente como el cristal.

Miró el cielo, no se veía ninguna estrella por la contaminación lumínica. Extrañaba su hogar, extrañaba a sus hermanas, la vegetación y su naturaleza. Pero si no encontraba una solución rápido, nada de eso le quedaría.

Trató de recordar donde era el reino de los demonios. Sabía que era subterráneo al final de una abandonada vía del metro, pero la ciudad debía tener más de mil entradas para el metro, y Ailey no tenía tiempo para revisar cada una de ellas.

Se vio tentada a tomar su forma de hada e ir volando por la ciudad, eso le habría ahorrado varios minutos, pero algún humano podía verla y estaría violando las reglas del mundo sobrenatural. Tendría que correr.

La primera vez que Ailey encontró la calle. Le había preguntado a Félix, casualmente aún no se conocían. Pero si Félix estaba por allí cerca, eso significaba que su departamento no quedaba tan lejos de esa entrada. Si bien reconocía que su deducción no era la más lógica, era lo único que tenía.

Puso a prueba su memoria mientras corría por las calles desoladas de la ciudad. Algo tenía que recordar, algo tenía que resultarle familiar. No podía ser que hubiesen decidido remodelar todo en tan solo tres años.

Siguió corriendo hasta que algo llamo su atención, un cartel que indicaba la calle y una escalera subterránea, sintió que ya había vivido ese momento, solo que no estaba sola y era de día en su entonces. Estaba segura de que esa era la entrada. Y rogaba que lo fuera.

Bajo rápidamente las escaleras, no había casi nadie, salvo algunas personas en situación de calle que dormían en los asientos. Trato de recordar un poco más. Sabía que la entrada no estaba a simple vista. Los humanos podrían intentar entrar al mundo de los demonios y nadie quería una masacre en las vías del metro. Recordaba que habían bajado por una vía y habían caminado por un carril abandonado que parecía un basurero. La pregunta era ¿Era por la izquierda o por la derecha?

-Eh niña- Dijo un vagabundo que estaba recostado en un banco, tenía harapos viejos y sucios cubriendo su cuerpo y un muy mal aspecto.

Ailey se dio vuelta pero no le dirigió la palabra.

-Es peligroso que te pongas en las vías del tren. Podría arroyarte ¿Qué tus padres no te enseñaron eso?-

Ailey agudizó su oído y espero un segundo. Sintió un ligero zumbido proveniente del túnel derecho. Eso significaba que el tren estaba cerca, por lo que su camino seria el izquierdo.

Comenzó a correr y sí. Esa era la entrada al mundo de los demonios. El camino estaba igual o peor que la primera vez que lo visito: olor nauseabundo e inaguantable, humedad que te hacia sudar, cloacas rotas y manchas de moho en la pared que formaban figuras tenebrosas.

Ailey no veía casi nada, y sabía que en algún momento el camino se acabaría y dos demonios saldrían en su encuentro. Entonces le esperaría un nuevo problema: que la dejasen pasar a buscar a Megan.

Sus pasos resonaban en el lugar y mientras más se adentraba, hacían eco. Estiró sus manos para ver si se encontraba con una pared en frente.

-Detente- Dijo una voz gruesa poniendo de punta los cabellos de Ailey.

-No puedes pasar-

-Regresa por donde viniste-

Maravilloso. Los planes de Ailey eran más difíciles de lo que ella imagino.

-Necesito hablar con Megan Kana- Dijo ella sin intimidarse. O al menos lo intentó.

-Nadie del lado claro puede ingresar al mundo demoniaco-

Claro, lo había olvidado. Los seres sobrenaturales de dividían en dos grupos, los del lado claro y los del lado oscuro; ella era un hada, y Megan un demonio.

-Ustedes no lo entienden. Necesito con urgencia de su ayuda, el reino de las hadas corre peligro-

-No es problema nuestro. Vete ahora-

Ailey supo que no lograría nada hablando. Los demonios no sentían empatía por nadie, no podía culparlos, era algo propio de su naturaleza. Tendría que probar por la fuerza, aunque eso fuese más peligroso que cualquier cosa que hubiese hecho antes.

Había visto a Megan en acción, sabía que los demonios manejaban la magia negra y lo poderosos que podían ser, enfrentarse a ellos era un camino a la muerte sentenciada. Y sumando el hecho de que Ailey estaba débil, era una misión suicida.

Se alejó un poco de los guardias, quería persuadirlos para que bajaran la guardia (si es que los demonios bajaban la guardia alguna vez) Formó dos lianas con sus manos y con un movimiento veloz logro atarlas a los pies de los guardias, luego los arrojo con fuerza del otro lado de la vía, dejando el camino libre. Corrió lo más rápido que pudo mientras tomaba su forma de hada.

"Por favor, que no duela" Pensó antes de cruzaral mundo de los demonios. 



Hola lectores nocturnos!!! (Al menos donde yo estoy, es de noche)

Diganme que les parecio el capitulo! Iba a publicar mañana pero la verdad ya tengo hasta el capitulo 8 listo y bueno, me gano la emocion :D 

¿Tienen alguna teoria de algo? Saben que sus comentarios me motivan para seguir escribiendo!!! 

los amoooo

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