Capítulo Dos: Nuevos amigos.

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Asahi despertó de su siesta como cada tarde, limpio un poco de baba que salía de su boquita y cuando busco a Kyngio a su lado, no estaba, su pequeño pez no estaba, trato de no asustarse buscándolo entre las sabanas y sus demás muñecos, empezando a llorar cuando no lo encontró por ningún lado. Entre sollozos hizo su recorrido hasta la oficina de su papá, el hombre estaba ocupado así que solo aviso a su esposa que armo incluso más escandalo que el niño.

Revisaron todo el cuarto e incluso el resto de las habitaciones que visitaba el cachorro pero el pequeño muñeco no aparecía, hasta que una joven del personal de limpieza aviso haberlo llevado a la lavandería junto al resto de la ropa.

-¡¿Es que no saben que ese juguete solo lo lavo yo?!- Pregunto histérica la mujer, cuando la ropa era enviaba a la lavandería solían tardar de dos a tres días en tenerla lista, dándole especial atención a todos los costosos trajes que ambos dueños solían utilizar en reuniones y juntas con los inversionistas.

-E-El juguete estaba babeado..... Cada semana se envían a lavar los muñecos de felpa- Trato de explicar la joven asustada.

-Sera mejor que todos se vuelvan a sus tareas si nadie quiere ser despedido- La mujer cargo a su hijo que no dejaba de llorar, el eco de sus tacones resonando por los pasillos con cada una de sus fuertes pisadas. Kyngio había sido el primer regalo para Asahi por parte de sus suegros cuando anuncio su embarazo, el pequeño gatito había crecido con el pequeño pez de felpa, lo llevaba a todas partes y cuando lo lavaban esperaba frente a la secadora para tenerlo entre sus bracitos.

-Espero que calmes su llanto mientras voy a la lavandería- La mayor dejo al niño en brazos de su esposo, tomando las llaves de auto para ir por su cuenta en busca del muñeco.

El señor Hamda dejo todo el trabajo de lado, meciendo a su hijo para que dejase de llorar y preocupado por el empleo de quien hizo enfurecer a su esposa. El llanto de Asahi era lastimero, no queriendo nada de lo que su padre ofrecía, había estado sensible desde que su madre le dijo que debía ir a la escuela y se quedaría ahí con un montón de extraños, triste por no poder quedarse en su cuarto como siempre lo hacia decidió tomar una siesta con Kyngio, entonces cuando despertó su pez no estaba ¡Había desaparecido!

El cachorro abrazo su colita, acurrucándose en la gran silla de papá mientras tomaba jugo y esperaba que su mami rescatara a Kyngio, su mami siempre resolvía los problemas. Solo que esta vez los de la lavandería alegaron solo podían entregar el muñeco al día siguiente ya que habían empezado el proceso de lavado y esterilizado.

-Kyngio esta... Esta enfermo? Si, eso es, esta enfermo y ellos van a cuidarlo para que se recupere, mañana él vendrá y estará sano ¿No es eso bueno?- Preguntó la mayor nerviosa, rezando para que su hijo le creyera.

-¿Esta enfermo? ¡¿Y si se muere?!- El pequeño gato estaba espantado con la idea, empezando a llorar nuevamente por su pececito.

Su mami le prometió que Kyngio no iba a morirse, que se iba a recuperar muy rápido y lo acompañaría en su segundo día de escuela cuando este muy sano. Asahi no pudo dormir esa noche, su pez no estaba a su lado para espantar a los monstruos y el no quería a ningún otro muñeco.

Al día siguiente su mami lo despertó súper temprano cuando el aun tenía sueño, estaba de mal humor entonces Asahi fue un gatito malcriado, llorando y haciendo berrinches para bañarse, no dejo que su nana lo vistiera enrollándose desnudó en las sabanas por lo que tuvieron que llamar a su mamá que aun no se había arreglado para ir al trabajo, la mayor lo vistió molesta tratando de no lastimarlo con sus largas uñas en medio del forcejeo.

Se hacia tarde y todavía no lograba colocarle los zapatos así que solo tomo la pequeña mochila con orejitas de gato que le entrego una de las empleadas, llevando al cachorro hasta el auto entre berrinches y regaños.

Orejitas ~ TREASUREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora