C18. La otra cara del amor.

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—¿Puedo pasar…?—cuestiona mamá una vez que me encuentro sola en mi habitación.

—Si.—respondo en voz baja.

—¿Qué es lo que pasa, mi amor?—pregunta tomando asiento a mi lado sobre el colchón de mi cama.

—Nada de hecho.—murmuro.

—Fer…—suspira.—¿Sabes que te amo como a nada en el mundo, verdad? Que eres mi hija, eres el regalo más hermoso que Dios me dio y que lo único que me interesa en el mundo es que seas feliz…—la miro un momento.—Y sé todo lo que sufriste cuando Joel volvió California con su familia. Dejaste de sonreír. Dejaste de hacer las cosas que te gustaba hacer y lo entiendo…

—De hecho no lo entiendes, mamá…—susurro.

—Sí, si lo entiendo.—se apresura a decir.—Todos en algún momento de la vida pasamos por una decepción amorosa, Fer…todos. Es parte de la vida ¿sabes?—hace na pausa.—¿Pero sabes una cosa…?—niego.—Capaz que en este momento no quieres ver a Joel o no te sientes con ánimos para hacerlo…pero creo que si todavía sientes amor que sentías por él hace un mes  y medio atrás…entonces tal vez creo que es momento de que hables con él…

—Ya hablamos, mamá.—repongo de inmediato.

—¿De verdad…?—cuestiona.—Porque a mí me pareció que solamente tú hablaste…

—¿Nos escuchaste?—pregunto y ella niega de inmediato.

—No, mi amor.—murmura.—Pero sé que si ambos hubiesen hablado entonces en este momento ustedes estarían juntos… No sé que es lo que pienses tú pero yo creo que Joel vale la pena ¿no crees?

—Mamá…

—Porque si ese muchacho fue capaz de  venir desde California hasta Jasper tomando en cuenta que las cosas para él y su familia no salieron de la mejor manera solo por ti…entonces no hay manera de que no valga la pena…—anuncia lentamente sin dejar de mirarme. Inspiro profundamente y aparto mis ojos.—Y sé que tú lo sabes, Fer…tú sientes lo mismo solo que no quieres aceptarlo porque estás enfadada…

—No es el caso.

—Es el caso.—decide.—Pero mi amor…no pierdas la oportunidad de ser feliz por simple orgullo…

La miro de nueva cuenta y niego lentamente.—Joel se va a ir a California otra vez, mamá… ¿De qué me sirve ir hasta él y decirle que lo sigo amando? Al final de cuentas se me va a romper el corazón otra vez cuando se marche porque descubrí que no estoy preparada para dejarlo ir…

—¿Y prefieres quedarte sentada cruzada de brazos a esperar a que el tiempo para ustedes pase delante de ti sin mover un solo dedo?—pregunta frunciendo sus labios.—Esta no es mi Fer…no es la Fernanda que lucha incansablemente hasta que consigue todo lo que se propone…

—¿Querer protegerme de un corazón roto y todo el sufrimiento que viene después está mal…?—murmuro sin dejar de mirarla.

—No, claro que no.—susurra ofreciéndome una pequeña sonrisa.—Querer ponerte a salvo nunca estará mal, mi amor. Se llama amor propio. Pero hay cosas de las que uno no puede protegerse aunque quiera hacerlo…una de ellas es el amor.

—Mamá…

—Escúchame.—pide y me quedo en silencio un momento.—Entiendo perfectamente bien que tengas miedo…sé lo que duele tener el corazón roto. Sé lo que es llorar por las noches porque sientes que no puedes más. Sé lo que es experimentar ese dolor pulsante en el pecho…ese sentimiento de añoranza y de desesperación porque saber que aunque quieras hacer cualquier cosa no puedes…lo sé, Fernanda…esa es la otra cara del amor.

INVIERNO|Joel Pimentel (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora