C2. La tonta vecina.

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—¡Joel!—la voz de Israel llega desde el exterior de mi habitación

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—¡Joel!—la voz de Israel llega desde el exterior de mi habitación. Me pongo los auriculares y enciendo la música  con tanto volumen como me es posible tratando de que todos y cada uno de los ruidos del exterior se disipen.

Cierro mis ojos y cuando los auriculares son retirados de mis oídos con brusquedad los abro de golpe. El rostro de Israel queda ante mí y la furia recorre mis venas en menos de una fracción de segundo.

—¿Qué demonios haces?—replico entornando mis ojos.

—No me lo vas a creer. Tenemos una vecina de nuestra edad…—anuncia ofreciéndome una sonrisa.

—¿Su supone que eso deba ser relevante?—cuestiono enarcando una de sus cejas.

—Tal vez si la conoces te contagia su buena vibra y después quitas esa cara de amargado que llevas todo el tiempo.—la voz de mi hermano suena afilada. Es como un cuchillo que atraviesa las masas de aire y va directamente a mí. Me quedo en silencio contemplándolo fijamente y niega lentamente.

—¿Qué nadie te enseñó a que cuando una persona está en su habitación con la puerta cerrada no puedes entrar? ¿Y que si pretendes entrar entonces primero tienes que golpear la puerta?—¡Eres insoportable!—murmuro y él se sienta  en el filo de mi cama.

—Muchas gracias. Tú eres súper amable, súper dulce…—inquiere sarcásticamente tomando uno de las almohadas sobrantes.—Anda, Joel…no seas mala onda. Por la tarde deberíamos de salir a la calle y congeniar con las personas…

—No, gracias.—respondo de inmediato.

—¿Por qué no?—cuestiona entornando sus ojos.—¡No seas amargado! El ambiente afuera es increíble…

—Hace frío.—le recuerdo.

—Si pero te juro que el ambiente no es tan frío como tú.—se burla.

—¡Vete de mi habitación ahora mismo!—le ordeno. Israel suelta una risita divertida y niega lentamente poniéndose de pie.

—En serio, deberías de venir.—agrega lanzándome la almohada.

Entorno mis ojos a modo de respuesta y agradezco mentalmente cuando desaparece detrás de la puerta. Me coloco de nueva cuenta los auriculares tratando de disfrutar de las notas musicales de la canción pero es imposible. Mi cabeza está en cualquier lado menos en la música.

Dejo el celular de lado y me pongo de pie para acercarme a la ventana. Me quedo en silencio contemplado la manera lenta pero concisa en la que cae la nieve delante de mí.

La última vez que estuve en Jasper tenía cinco años. O probablemente tres. No lo recuerdo con claridad pero si recuerdo con bastante claridad que odiaba la manera en la que el frío calaba hasta mis huesos.

Me quedo observando fijamente la ventana y de un momento a otro la misma chica con la que Israel hablaba entra mi  visión periférica. Ella detiene sus pasos y gira en dirección a nuestra casa antes de comenzar a agitar su mano. Dos segundos después mi hermano se acerca a ella con pasos lentos. Los veo reír pareciendo bastante animados.

INVIERNO|Joel Pimentel (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora