C19. Una sola sonrisa.

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—Bueno…yo voy a ir a buscar una habitación para darme un baño de agua caliente…—hace una pausa y detiene sus pasos para mirarnos un  breve momento.—Fue realmente un gusto conocerte, Fernanda…y por cierto...no sé como la gente hace para vivir aquí pero a mi ya casi se me congeló hasta la jodida alma...

—También fue un placer conocerte.—responde ella de inmediato.

—Mira que si tuviste la capacidad de traer a este Joel de vuelta  en serio eres especial…—siento mis mejillas arder de vergüenza a pesar de que todavía están heladas por el viento gélido del exterior de la casa.—Los dejo para que hablen, chicos…—anuncia antes de caminar lejos de nosotros.

Llevo mis ojos de nueva cuenta a Fernanda y ella me sonríe débilmente.—Tenemos que hablar…—comienzo.

—Sí, tenemos que hacerlo.—responde de inmediato. Señalo el sofá y ella toma asiento de inmediato sin dejar de mirarme. Me siento a su lado y niego lentamente.

—Lo lamento mucho, de verdad…

—No tienes que pedirme perdón por nada, Joel.—murmura.

—Sí, si tengo.—asiento completamente decidido.—Escucha… ¿recuerdas ese día que Jason y  yo nos agarramos a golpes?—asiente.—Bien. Pues ese día a papá también lo corrieron de su trabajo ¿y sabes por qué…?—asiente de nueva cuenta.—No sé como es que las personas de este pueblo pueden ser capaces de creer en todo lo que se dice por ahí; el caso es que creyeron tanto en las mentiras de Jason que más que perjudicarme a mi directamente también comenzó a afectar a mi familia…—hago una pausa.—Y los afectó a tal grado que lo corrieron de su trabajo solo por ser mi papá…solo por ser el papá de un asesino…

—No eres un asesino.—replica de inmediato.

—Lo sé, Fer.—susurro.—Sé que no lo soy pero ellos creían que sí y en su ignorancia prefirieron creer en eso que confiar en mi palabra y está bien, de todas maneras ellos no me conocían y a Jason sí. Ellos no tenían porque confiar en mi…—suspiro.—Y tampoco es que me importase demasiado que confiasen en mi o no. Solo me importaba lo que pensaras tú…

—Confío en ti, Joel. Nunca dejé de hacerlo…

—Ya lo sé…pero mi papá estaba tan enfadado por la injusticia que se había cometido con él: que no me escuchó…y no me dio la oportunidad de decidir qué era lo que quería hacer con mi vida…—inquiero lentamente.—Sabía que tenía que decirte que me iría…pero cada vez que pensaba en ti me dolía el corazón de solo pensar que no te volvería a ver…sabía que tú sabías que en algún momento pasaría pero nunca se me ocurrió pensar que tenía que ser tan apresuradamente…—hago una pausa.—El abogado del abuelo vino aquí para decirle que en base a la pesadilla que estábamos viviendo no era necesario que siguiéramos aquí…cumplimos con la mitad del tiempo que se estimaba para que le entregaran a papá la herencia del abuelo así que decidieron que teníamos que volver…Israel me dijo muchas veces que te llamara; incluso él quería llamarte él mismo pero yo no lo dejé porque en mi estupidez pensé que si cortaba con cualquier tipo de comunicación que tuviésemos tú me ibas a olvidar más fácilmente…

—¿Cómo crees que iba a olvidarte, Joel?—cuestiona en voz baja.—¿Cómo crees que iba a hacerlo si llevo en el cuello ese dije que tú me regalaste…?

—¿Todavía lo llevas?

—Si—asiente de inmediato—Muchas veces intenté quitármelo ¿sabes?—hago una pausa.—Pero no pude. Fue como si algo me detuviese para que no lo hiciera, ni siquiera sé cómo diablos pasó…

Dejo salir el aire de mis pulmones de manera lenta y niego lentamente.—Nunca se me ocurrió pensar que dejarías de ir a la cabaña que te regaló tu abuela…—niega.

INVIERNO|Joel Pimentel (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora