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Diciembre, 1978.

Mientras Liú Tian fingía escuchar a su mejor amigo hablar y hablar y asentía de vez en cuando al notar que Luan tomaba aire para continuar con otra hilera de ideas no tan conectadas, pensó en Xiao Zhen. Y es que Liú Tian no podía quitarse a ese chico de la cabeza, las razones varias. La última vez en la que tuvo un deseo así de abrumador e imposible de ignorar, terminó encerrado en el baño de un antro con un hombre que no conocía de nada. En consideración que esa vez terminó medio ahogado, con las rodillas heladas y una tirantez en la mandíbula que le hizo cuestionarse si alguna vez iba a poder cerrar otra vez la boca, digamos simplemente que Liú Tian no quería cometer el mismo error.

O tal vez sí.

Porque digamos que no le desagradaba en nada la idea de estar otra vez de rodillas medio atragantado si era Xiao Zhen quien le jalaba el cabello.

Pero bueno, nunca iban a tener nada si Xiao Zhen no se enteraba que Liú Tian agonizaba por tener una clase práctica de Anatomía I con él. Y es que Liú Tian no sabía qué más hacer para que Xiao Zhen entendiese que sus coqueteos eran reales e intensos y no imaginaciones de una mente creativa.

Al ritmo que iban, Liú Tian iba a terminar tomando una medida desesperada y fingiría caerse y golpearse el trasero solo para pedirle que le revisara si se había fracturado el coxis... bueno, esa tal vez no fuese tan mala idea.

Con un largo suspiro que cortó la inspiración de Luan, Liú Tian le dio una mascada a su manzana y se volteó para observar a su amigo. Ambos estaban sentados en las gradas de la cancha de basquetbol, era su lugar de encuentro favorito.

—Por cierto, Luan, ¿cómo te ha ido en tus clases de anatomía?

—Mal, como siempre.

—Pero es la tercera vez que rindes esa materia.

—Sí, ¿y qué?

Su amigo, siempre tan cortante y áspero en sus respuestas.

Fingiendo que no recordaba el nombre, Liú Tian le dio otra mascada a su manzana y habló con la boca llena.

—¿Por qué no le pides ayuda a ese compañero nuevo que tienes?

Luan puso los ojos en blanco con melodrama.

—Ah, ese idiota.

—¿Idiota? ¿Por qué idiota?

—No me simpatiza.

—A ti nadie te simpatiza.

—Tú sí.

—Y eso se debe en parte a mi naturaleza encantadora.

Luan le dio un golpe. Tal vez demasiado fuerte, tal vez demasiado brusco porque Liú Tian perdió el equilibrio y su manzana casi cayó al suelo. Se enderezó fregándose el brazo.

—Sé civilizado —reprendió a su mejor amigo.

—Si sabes cómo soy, ¿para qué me provocas?

Liú Tian tuvo que contener una mirada en blanco para su amigo.

—Yo no te provoqué en nada.

—Mencionaste a ese idiota.

—¿A tu compañero de clases?

—Sí, ese idiota —refunfuñó Luan.

—Pero se veía —Adorablemente comestible, pensó para sus adentros— amigable.

Luan rebuscó algo en su bolso y sacó un membrillo que comenzó a comérselo con un puñado de sal que portaba en una servilleta. Ojalá Liú Tian pudiese comerse a Xiao Zhen así, solo con un puñado de sal encima. Ponte límites mentales, se reprendió.

Calcomanía (Novela 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora