Un deseo a las estrellas

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La tailandesa dio un portazo abandonando el lugar, sus pies daban grandes zancadas. Se negaba a llorar, no les daría el gusto. En su mente volvía a repetirse la imagen, su novia y su amiga

-¡Lisa, amor, no es lo que parece!

-Esto tiene una explicación, Lisa, por favor dejame explicarte, Tzu y yo...

-Tú... Y tú...- señaló a una y luego a la otra- ¡Vayanse a la puta mierda!, ¡no quiero volverlas a ver en lo que me reste de vida!

El frío se colaba en su piel haciéndola tiritar, ¿o era producto de la impotencia que sentía?. Le dolía, claro que si, no solo por la infidelidad sino por hacerlo expresamente con una de sus amigas. Esa noche planeaba dar el gran paso y presentarla finalmente a sus padres. Lisa no era la clase de novia tradicional, a sus 23 años no les había presentado a nadie, ni siquiera les había dicho que le gustaban las chicas. «No tengo tiempo para relaciones». Era la respuesta que solía darles para evadir la pregunta. No se esperaba que al entrar al departamento de su novia la encontrará en un fogoso beso que sabia en donde iba a terminar. Gruñó

-Genial, ahora debo llamar a mis padres y cancelar la cena. Por suerte no les dije el motivo- resopló pasándose una mano por el pelo.

Continuó caminando rumbo a su hogar, había tomando la misma ruta desde hace 6 meses para ver a Tzuyu, su novia. Ex novia. Frenó en seco

-Joder, soy un asco en el amor- suspiró resignada tomando asiento en una de las viejas bancas del parque. Miró hacia arriba, el cielo estaba repleto de estrellas que parecían pequeñas luciérnagas. Entre ellas visualizó la cola de una estrella fugas. Cerró los ojos y pidió un deseo- Deseo encontrar a mi alma gemela- susurró soñadora. Lisa era de esas chicas que creían en el destino, en la magia y en el felices por siempre- ¿pero que...?- abrió sus ojos al oír un ruido- ¿Hola? ¿Hay alguien allí?- pero nadie contestó, cambio un segundo ruido resonó . La tailandesa de un salto se puso de pie alerta y miró el lugar de donde provenía aquel ruido.

A dos bancos del suyo se encontraba una deteriorada caja de cartón al revés. La rubia caminó hasta allí y miró de un lado al otro en busca del causante del ruido y su miedo. Nada. No había nadie cerca.

-¡Santa mierda!- Lisa pegó un brinco y subió sobre el banco al ver como la caja se deslizaba por si sola- ok, debo estar alucinando, si, ¿porque como una caja va a moverse so...? ¡Oh dios mio!- se llevó una mano al pecho al ver nuevamente como se movía- esto es brujería o debo estar soñando, si, cuando despierte estaré en casa y Tzuyu no me abra engañado- una parte de la tailandesa deseaba que así fuera, pero el tercer movimiento de la caja confirmó que aquello era real- ¿bien, solo debo quitarla, no?- tragó en seco preparándose mentalmente para lo que estaba a punto de hacer- ¡Ok Lisa, tú puedes!- se automotivo. Se arrodilló sobre el banco y estiró las manos con nerviosismo en dirección a la caja- solo tienes que alzarla- se recordó así misma. Sujetó la caja con ambas manos y tomó una gran bocanada armándose de valor- No hay marcha tras- alzó con rapidez la caja y cerró los ojos aterrada, como si dentro estuviese medusa y con solo verla se fuese a volver de piedra. ¿porque tanto silencio? Abrió un ojo  para mirar de que se trataba y sonrió al ver la causa de su dilema. Dejó escapar una risa mientras tomaba asiento en el banco y se inclinaba para verlo mejor- ¿Con que eras tú el causante de este alboroto eh?- escuchó un maullido y no tardo en tomar aquel pequeño felino entre sus manos- casi me matas del susto amigo- miró bajo su barriga y arrugó la nariz- lo siento, no sabia que se trataba de una damita

Los ojos del Ragdoll eran rasgados y con un delineado negro en los bordes que daba la impresión de haber utilizado delineador, además de unas bonitas manchas negras alrededor de los ojos

-¡Eres una cosita adorable...!- se inclinó al ver en su cuello un dije de corazón en una delicada cadena

-Nini...- leyó la rubia en el dije y luego miró a la gata que permanecía sentada en su regazo- lindo nombre, yo soy Lalisa- acarició el pelaje café del felino- ¿estas perdida eh? Yo también, solo que de un modo diferente...- dijo de modo pensativo bajando la caricia hasta el cuello de la gata quien al instante comenzó a ronronear- Creo que te llevare a casa, esta haciendo mucho frío aquí afuera  Luego buscaremos a tu dueño- sin pensarlo se quitó su chamarra olvidándose del frío y envolvió a la gata como un taco para mantenerla tibia. Lisa abrazó a la gatita en su pecho sintiéndose de repente mejor, por un instante olvido su decepción amorosa. Lo que Lisa no sabia es que esa pequeña estaba a punto de cambiar su vida

Me Enamoré De Mí Gata (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora