Todos los sueños mueren en Buenos Aires [✔]

Capítulo 8

Preguntas y respuestas

Luca

Después de ese día, Mara y yo nos hicimos un poco más cercanos.

Buscaba excusas simples y locas para visitarla, me gustaba hablar con ella. Fue la primer "amiga no amiga" que tuve en los tres meses desde mi llegada al país.

Ahora estábamos en mi casa, ella me había dicho que su novio la engañó con una amiga de él y decidió terminar su relación.

Me sorprendió y llamó la atención que esta chica no lloraba por nada, ni siquiera por haber roto con su novio.

—Martín estaba en tercer año de la carrera cuando apenas era una ingresante —me comentó sin remordimiento en su voz—. Al principio pensé que solo quería ser amable. En ese tiempo era muy estúpida e ingenua.

—Mi madre decía que todos somos así cuando nos enamoramos.

—¿Alguna vez te enamoraste?

Asentí.

—Francisca —suspiré su nombre—. Ella era todo lo que estaba bien cuando iba a la escuela.

—¿Y qué le pasó?

Bajé la mirada, observando mi café negro. Ella notó que estaba decaído pero no dijo nada al respecto, dejándome continuar.

—Viajó a Francia porque quería estudiar modelaje, era su sueño. Sin embargo, enfermó tiempo después y falleció.

—Mis condolencias, Luca.

No dije nada después de eso, por lo que terminamos de tomar el café y nos acercamos al balcón.

—Che, frente al supermercado donde trabajo abrió un nuevo restaurante —me dijo Mara con su vista hacia la calle—. El dueño me dijo que necesita mozos, ¿querés probar trabajando ahí?

—No sé — le dije alzando los hombros.

—Sé que esperabas ser músico en un bar o algo así —al parecer lee los pensamientos porque era exactamente lo que estaba pensando—. Pero no podés seguir viviendo de Consuelo, ella es una mujer jubilada ya. Aparte empezar de abajo es normal. Pensar en llegar a un país y que mágicamente vas a cumplir tus sueños es irreal.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Tienes un sueño?

Se quedó unos segundos en silencio, pensando su respuesta.

—Graduarme en abogacía.

Me reí de eso. Ella me miró con confusión y enojo.

—¿De qué te reís?

—Graduarse no es un sueño, Mara.

—¿Cómo es eso?

—Es una simple meta, un objetivo. Cuando algo es posible, no cuenta como sueño.

—Estás diciendo que ser músico para vos es imposible.

—Lo es, por eso me emociona mucho —sonreí—. Te pregunto otra vez. ¿Cuál es tu sueño, Mara?

—Ninguno. Los sueños no existen, por más optimista que quieras verlo.

Mara era una chica pesimista.
Demasiado diferente a mí, y eso incrementaba mi curiosidad.

—Elegiste ser abogada, ¿por qué?

Ella se encogió de hombros. —Me daba curiosidad.

—Wow —le sonreí mostrando mis dientes—. ¿Solo eso? Cualquier otro habría dicho algo como "quiero defender al que no conoce sus derechos", pero Mara solo estudia por curiosidad.

Me dedicó una mirada asesina, y una mueca de burla plasmada en el rostro.

—El primer día de clases —empezó a contarme—, un profesor nos preguntó lo mismo que me preguntaste recién. Todos mis compañeros respondían lo mismo: "quiero defender a los que no saben cómo", "hay tantas injusticias que necesitan ser cambiadas", "no quiero que otros sufran lo que muchos sí por no reconocer que hay leyes que los respaldan". Me reía de ellos internamente porque resultaban ser ridículos.

—¿Por qué?

—Porque creen que siendo abogados van a cambiar el mundo —me dijo con simpleza—. Las injusticias se van a repetir, los delincuentes siempre van a quedar libres de la ley. A los inocentes siempre los van a terminar estafando, garcando. Un abogado puede intentar sobresalir y hacer todo lo que esté a su alcance, pero ser el salvador de los ignorantes jamás. Creer que saber sobre leyes va a cambiar la vida de otra persona es ridículo, mis compañeros sueñan con ser héroes de la Justicia. Pero no podés defender algo que ni siquiera existe.

Su declaración me chocó un poco. Si bien era cierto lo que decía —o al menos desde su punto de vista—, llamar ridícula a una idea u opinión personal era cruel.

Mara González era una chica pesimista y cruel.

Sin embargo, había una parte de su personalidad que escondía. Estaba cubierta con una coraza que yo me disponía a romper.