El trabajo de Luca
«Martín Sandoval, a la oficina del rector»
Todos mis compañeros levantaron la cabeza en dirección hacia mí cuando de los altavoces salió el nombre de mi ex.
La mayoría había presenciado el espectáculo del día anterior, por lo que muchos de ellos me sonrieron al saber que tomé las medidas correspondientes a un caso de acoso y violencia.
No vi a Martín en todo el día pero me enteré por la bibliotecaria que lo habían transferido.
El maldito no había dado la cara. Solo esperaba que no se pase de la raya con otras chicas, ni que golpeara a los chicos de primer año como solía hacer durante los últimos meses.
Mierda.
Salía con un patán.El caracol Turbo se queda pendejo a tu lado, Mara.
Bufé en cuanto puse un pie en mi departamento. Tiré el bolso lleno de libros por algún lugar y salí al pequeño balcón decorado con cactus.
Sí, cactus. Paso tanto tiempo fuera de casa que no estoy para tener florecitas o una mini huerta.
La caja de manzanas que usaba como banco estaba donde siempre, me senté y observé el precioso atardecer.
Disfrutaba tanto de momentos así. Donde el tiempo se para y las responsabilidades no existen.
Donde podía quitarme de la cabeza todas las cuentas que tenía que pagar y los libros por leer.
Vi la hora en mi reloj de muñeca. Ya casi daban las siete y media.
—Quiero pizza —me dije en voz alta—. Falta para la hora de la cena, pero eso mi estómago no lo sabe.
Fui casi corriendo a mi cuarto, agarré lo primero que supuse combinaba y me metí a la ducha. Hasta que terminase de arreglarme ya serían las ocho.
Y el restaurante donde Luca trabaja abre ocho y diez.
Cuando se cumplió mi cometido, bajé volando las escaleras; a veces saltando de a tres escalones.
Andrés, el portero del edificio, me miró como si fuese un tipo de alien a punto de dar a luz.
—¿Tiene planes, señorita Mara?
Claro que siempre me hacía la misma pregunta y yo siempre respondía igual. «A trabajar, ¿a dónde más sino?»
Pero esa noche fue diferente, y él lo supo cuando abrí la boca para afirmar.
«Voy de paseo»
Aunque no pude verlo, estoy casi segura que una sonrisa se dibujó en su cara.
¿Tan extraño era salir arreglada y con los ánimos por el cielo?
Bueno, parece que sí.
Llegué al restaurante cinco minutos después. No estaba tan lejos de todas formas, y el colectivo vacío que había llegado para llevarme a destino me relajó más de la cuenta.
Odiaba viajar con mucha gente. Olor a chivo, panzas y traseros empujándome, la Odisea de atravesar un pasillo para tocar el timbre que anunciaba mi parada.
Viajar en colectivo lleno apestaba.
Abrí la puerta de entrada, que soltó un tintineo por las campanillas colgadas cerca de ella. El dueño me saludó desde la barra de tragos; ya nos conocíamos desde el día en que Luca hizo su entrevista laboral. Recuerdo lo nervioso que estaba, no paraba de mover los pies y agarrar mi mano como si estuviese pariendo.
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Todos los sueños mueren en Buenos Aires [✔]
Short Story«Bienvenido a la ciudad donde ningún sueño se cumple» _________________________________ Luego de abandonar a su familia en Sicilia, Italia, Luca Mancini llega a la capital de la Argentina para perseguir su sueño de convertirse en un famoso músico. T...