08.06.2020

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—Yo estaba comprometido antes, ¿Sabes?— Asentí ante las palabras del hombre que estaba sentado a mi lado.— Todo era tan hermoso.

—¿Cómo era ella?— Pregunté mientras jugaba con la bolsa de plástico entre mis manos. Había venido a la tienda de conveniencia por algo de comer, planeaba regresar a casa hasta que fui interceptada por el hombre a mi lado.

—Era perfecta, recuerdo que solía molestarla porque era muy pequeña.— Una amplia sonrisa decoro su rostro, sin embargo, lograba percibir un atisbo de tristeza en sus ojos.—La amaba mucho...

—¿Y que pasó?

—Tuve un accidente,— Se aclaró la garganta y acomodó su postura, si lo observaba bien, lucía bastante joven.—Quedé en coma por unos años, no recuerdo cuantos. Supe por mi familia que solía visitarme seguido, pero... Supongo que no podía seguir aguantando verme así.

Unas cuantas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, quise apoyarlo de alguna manera pero no sabía si era correcto tocarlo. Mire hacia los lados, buscando alguna persona que me ayudará, pero era demasiado tarde y la oscuridad reinaba entre nosotros.

—Lo siento mucho.— Pronuncié clavando mi vista en el suelo.

—No te preocupes.— Pasó sus manos por su rostro, limpiándolo.— Espero que sea feliz dónde sea que este.

—Yo también lo espero.— Le sonreí, recibiendo como respuesta la misma acción.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, hasta que el pelinegro a mi lado señaló algún punto frente a nosotros. —¿Estará perdido?

Entorne los ojos siguiendo la dirección que marcaba su dedo, me tope con un chico de cabello azul, delgado y pálido. La expresión desorientación era más que notoria, parecía totalmente perdido.

—¿Por qué no lo ayudas?— Lo miré confundida.—Ya que vas de camino, puedes llevarlo a la comisaría o a la estación de autobuses.—Me sonrió mientras se acomodaba en el asiento.— Yo me quedaré aquí por un rato, no te preocupes.

Asentí a la vez que me ponía de pie, me despedí con un movimiento de manos y empecé a caminar hasta el chico.

¿Estaba bien que lo ayudara? Mamá podría molestarse si me involucró con la policía, si está pedido y me llaman a testificar...

«Puedo dejarlo a unos cuantos metros de la comisaría.» Me detuve por un momento para tomar aire y pensar en mis acciones, no podía actuar impulsivamente.

Lo dejaría en la esquina cerca de la estación de policía si estaba totalmente perdido, si se había desviado de su camino original, lo llevaría a la parada de autobuses.

Si, eso haría.

Me acerque al chico a pasos rápidos, era algo tarde y debía regresar a casa. Más de cerca, dio un vistazo más detenido a sus facciones.

Oh, era el chico del autobús.

Una vez a su lado, llamé su atención tocando su hombro, el peliazul dio un salto en su lugar y se volteo aterrorizado.—¿Estás perdido?

Llevo sus ojos hacia los míos y los clavo en ese lugar por unos segundos, parecía auténticamente asustado.

—¿Estás bien?— El chico negó con su cabeza, la apariencia desordenada y la expresión llena de pánico lo hacía ver como un niño pequeño.—Puedo llevarte a la estación de policía, ¿Está bien?

—Gracias.— Pude notar el leve acento con el cual pronunció la palabra, ¿Sería extranjero?

«Solo espero que este acto de bondad no le meta en problemas.»

—¿Cómo te llamas?— Pregunté antes de empezar a caminar hacia nuestro destino, no estaba tan lejos. Por lo que podía ver, de cerca era mucho más hermoso. Sus pestañas eran largas y enarcaban el par de ojos marrones que se encontraban tristes. Era una imagen diferente comparada con la primera vez que lo vi.

Tardó unos segundos en responderme.—JaeMin...

—¿Eres de aquí?— Voltee a mirarlo mientras doblamos en la esquina para llegar a la comisaría.

Negó con la cabeza varias veces.

—¿Qué te trajo a Japón?— Sonreí cuando vi la estación de policía aparecer a lo lejos.

—La universidad...— Dudó por unos segundos antes de seguir hablando.— Soy músico.

Lo miré sorprendida, los recuerdos de mi hermano pequeño tocando el piano se pasearon por mi cabeza, por lo que sabía, lo había dejado hace unos años.

—¿Qué instrumento tocas?— Inquirí deteniendo mi paso a unos metros del edificio que era su destino.

—El piano.— El peliazul dejó de caminar para observar la estructura frente a nosotros.—¿Es aquí?

—Sí, esta es la estación de policía. Solo debes entrar y pedir ayuda, seguro te llevarán hasta tu casa.— Le dediqué una sonrisa mientras movía las manos para que entrara al lugar.— Me iré cuando te vea entrar.

—Gracias...— Susurró para luego caminar, a tropezones, hasta la entrada del lugar. Una vez me asegure que había tomado asiento en uno de las sillas para esperar por su turno, me de la vuelta para regresar al apartamento.

Mire la bolsa de plástico en mis manos, debí darle algo para beber antes de irme.

(...)

Alze la cabeza entre mis sábanas, el teléfono a un lado de mi cama no dejaba de sonar desde hace unos minutos. Con el celo fruncido, tomé el aparato entre mis manos y contesté.

—¿Kimura?

—No, alguien mejor.— La voz masculina al otro lado de la línea rio.

—¿Nakamoto?— Me senté sobre mi cama en un segundo, si Yuta me llamaba era por algo importante.— ¿Sucedió algo con el manuscrito?

—Tranquila, ya lo he leído y es bastante bueno.— Escuché como movía algunas papeles sobre su escritorio.— Quería hablar sobre la renovación de tu contrato con la editorial, le faltan unos meses para caducar pero entre más rápido mejor, ¿Qué te parece?

¿Quiere que vaya a la oficina?— Baje los pies de la cama y me coloque mis pantuflas, me puse de pie y empecé a caminar hasta la sala.

¿Sabes que puedes hablar informalmente?  Soy un año mayor que tú, pero me haces sentir como un anciano.— Carraspee llamando su atención hacia el tema principal.— Sí, necesito que vengas a la oficina para firmar, si no es mucha molestia.

Entonces iré por la tarde, gracias, Nakamoto.— Colgué el teléfono y lo deje sobre la mesa en la sala de estar.

«Ayer salí...» Pensé y acto seguido me deje caer sobre el sofá.

Había salido ayer a buscar algo de provisiones para rellenar la alacena. Por otro lado, tampoco había visto a JaeMin por el lugar durante los días que había salido. Habían pasado un par de semanas desde que lo había llevado a la comisaría, así que suponía que había regresado a su casa sano y salvo luego de nuestro encuentro.

—Espero que esté bien.— Pronuncié en voz alta antes de ponerme de pie para caminar hasta el baño.

Lycoris; Na JaeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora