Epílogo

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Creo que el miedo a la muerte, es inevitable.

Creo que.

Tal vez.

Solo le tememos a la muerte, porque se presenta antes de que tengamos la oportunidad de vivir.

—¿Qué escribes?

—Shotaro...Yo entiendo que es tu apartamento, pero, ¿Es mucho pedir algo de privacidad?—Bromee al ver a mi hermano de pie, junto al marco de la puerta. —No es nada, solo estoy terminando algo aquí. —Terminé de sellar los sobres, y los guarde dentro de mi mochila.

—Asegúrate de llegar a tiempo para la cena, no haré nada en especial porque estoy en parciales, pero ordenare lo que quieras. —Shotaro se acercó a mi para revolver mi cabello.

—Lo intentaré. —Tome mi mochila, asegurándome de llevar todo lo que necesitaba dentro de esta, me puse mis zapatillas y me asegure de despedirme como era debido de Shotaro. —Te quiero mucho, Taro, gracias por todo.

—No lo hagas sonar como que no te volveré a ver, Akane. —Lo mire, sonreí y me abalance hacia él, dándole un abrazo. —¿Todo está bien? —Asentí, separándome del abrazo, y salí del apartamento.

Lo extrañaría más que nunca.


(...)

Tal vez, intentar dejar todo atrás no era la mejor opción. Siempre llevaría conmigo todas las cosas que pude haber hecho.

Pero el mundo estaba construido por el que será, está construido por todo lo que alguna vez quisimos pero nunca tuvimos.

—Solo debe escribir ambos nombres aquí, y su dirección. —La mujer detrás del mostrador, me entregó el formulario junto con un bolígrafo.

Kimura Rin.
Nakamoto Yuta.

Pague lo correspondiente por el servicio y salí del local.

Bien, ahora solo necesitaba ir por las flores.

—Es muy poco común recibir este tipo de pedidos. —Comentó la señora de edad avanzada, mientras terminaba el arreglo. —Es un milagro que tengamos de estas disponibles, tomando en cuenta que aún no es otoño.

—Lo siento. —Hice una reverencia,  ofreciéndole el pago correspondiente.

Sali del local con las flores en mi mano, y tomé un taxi hasta el cementerio para ir a visitarlo.


(...)

Después de dejarte ir, supe que aquel sentimiento nunca volvería a estar.
Pero también descubrí, que había algo que realmente quería, y podía alcanzar.


—Tal vez he llorado mucho aquí, ¿No crees? —Pase mi mano por la lápida, quitando cualquiera suciedad de la superficie, para colocar el jarrón con aquellas flores de tan llamativo color. —La verdad es que son muy costosas y difíciles de conseguir, pero te has conseguido un buen partido, y puedo gastar todo lo que quiera. —Sonreí recordando lo mucho que solía presumir mi éxito junto a él. —Solo espero que te guíen a encontrar tu paz, Na JaeMin.—Cerré mis ojos, imaginando que él realmente estaba aquí, y podía escuchar cada una de mis palabras.

Y cuando los volví a abrir.

Su mano seguía extendida hacia mí. 

Invitándome a irme, a dejarlo todo atrás sin mirar atrás. 

Ellos ya no me necesitaban más, pero en cambio, yo sí te necesito a ti.

Así que, finalmente tomé tu mano, sintiendo la calidez invadir mi cuerpo, ante tu tacto.

—Bienvenida a casa, Akane.—Su radiante sonrisa me recibió de nuevo, llevándose todo sentimiento de pena, tristeza y soledad.

Y es que esto...

Era estar en casa.

Era el tiempo correcto para marcharme.

Lycoris; Na JaeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora