20.06.2020

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Cerré los ojos, una vez más, dejándome llevar por la suave melodía que llegaba a mis oídos. Caminé hasta llegar al centro de donde provenía tal melodía, que transmitía un melancólico mensaje.

Y ahí estaba.

Un joven de cabellos oscuros, piel blanquecina, y su nariz rojiza por el frio invierno. Apenas era capaz de mover mis piernas por el frío que calaba hasta mis huesos, pero eso no lo detenía de mover sus dedos con tal pasión, y destreza.

Me acerque más hacia él, y de manera abrupta, la música se detuvo.

—¿Qué es lo que miras? —Espetó con dureza, aquel muchacho. Abrí mis ojos a tope, moviendo mis labios, pero no logré decir nada.—No quiero audiencia, así que te puedes marchar. —Posicionó su violín listo para volver a tocar, cerró sus ojos, pero no emitió algún sonido. —¿Y bien?, Aún puedo sentirte aquí.

—Lo siento... ¿Acaso tú no estás... —Mordí mi labio, retractándome de mis palabras. No entendía nada.

—Si, es obvio que si, por eso no hay más nadie aquí. —Bajo su violín, mirándome con molestia.—No es perfecto, no fue perfecto, por eso nadie quiso escucharme.

—Yo...Yo estaría encantada de escucharte.

—Es un desperdicio, ya no importa realmente. —Suspiró, soltando su violín. —Todo el esfuerzo no fue más que un desperdicio, siempre encontrarían a alguien mejor que yo. —Su voz se quebró, haciéndome entrar en pánico. —¡Nunca fue suficiente!

Vi sus manos levantarse hasta su rostro, con el fin de limpiar sus lágrimas.
Y entonces lo vi.

Sus dedos desgastados, y cicatrices en sus muñecas, que delataban aquel atroz acto.

¿Pero que te habían hecho? 


(...)

—¿Si sabe que esto es completamente innecesario? —Me queje al llegar a planta baja, junto a Yuta.

—Cuando estés ciega, y tengas que usar lentes con vidrios ridículamente gruesos, entonces dirás lo contrario. —Contestó, caminando hacia su auto. —Además que te hace falta salir más, Akane. —Se detuvo frente a la puerta de pajeros, y la abrió, esperando a que  yo entrará.

—Si usted lo dice. —Rodee los ojos, y entre en el auto.

—Algún día me lo agradecerás, no te preocupes, yo soy paciente. —Me sonrió al entrar al auto y se acercó hacia mí, tomando el cinturón de seguridad para acomodarlo. —Listo.—Volvió a su asiento, y puso el carro en marcha. Mientras que yo miraba hacia la ventana con las mejillas calientes, sintiéndome muy apenada.

Al llegar al local, estaba un tanto vacío, por lo que nos atendieron con bastante rapidez. Así que solo me quedaba elegir los aros para mis lentes.

Lycoris; Na JaeMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora