| Capítulo 13 |

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Eran las seis de la mañana cuando el teléfono de cierta pelinegra sonó, señalando la llegada de un mensaje:

"Hola Robin, ¿podrías ir al Baratie a las 8? El turno de hoy empieza al mediodía así que te invito el desayuno".

La pelinegra se sorprendió puesto que Zoro, el dueño del mensaje, no solía despertar tan temprano cuando los turnos empezaban al mediodía, así que debía ser algo importante.

"Claro, nos vemos ahí".

Nico Robin se apresuró a escribir, conocía bien a su amigo y pareja dentro de la estación, por lo tanto sabía que por más urgente que fuera "el asunto" siempre eran dos horas las que tenía que dejar pasar, por el tiempo que el peliverde tardaba en encontrar el sitio.

A las siete y media, el peliverde ya se encontraba en el restaurante y esperaba pacientemente a la pelinegra, y finalmente dando las ocho entraba una hermosa dama tranquila, buscando a su acompañante, aunque era imposible no encontrarlo con su característico tono de cabello.

—Buenos días, Zoro —saludó, cerrando sus ojos azules, regalandole una espléndida sonrisa.

—Buenos días, Robin —el peliverde se levanta de su lugar para recibir a la chica, apenas y formando una delgada línea con sus labios. En ese mismo momento llegó Sanji con un café listo para la dama que acababa de llegar.

—Robin-chan, hoy te ves peculiar mente hermosa —halagó el rubio, con un aura llena de corazones a su alrededor.

—Ah, gracias, Sanji.

—Bien, los dejo, que tienen mucho que hablar.

Mientras el cocinero se alejaba, ella tomó lugar enfrente del nervioso peliverde, y aunque en realidad era muy bueno disimulándolo, Robin lo conocía hasta de sobra.

—¿Por qué me citaste aquí, Zoro? —preguntó, sorbiendo de su café a propósito de que el nombrado se organizara un poco. Si bien se podía perder en su mismo hogar, nada garantizaba que en su cabeza tampoco, por mucho que hubiera pensado que decir.

—Sé que esto es muy apresurado, pero he tomado una decisión y solo quería avisarte para saber si me ayudarás en ella, o más bien si ayudarás a Luffy...

—Quieres tomar el caso del Joker —la pelinegra se notaba tranquila, en realidad no le sorprendía la decisión de su pareja, a fin de cuentas Luffy y Zoro habían sido amigos desde la primaria.

—Sí, así es —su voz se escuchó firme, sin dejar de tener preocupación—. Si lo que investigamos es cierto entonces no puedo dejar a Luffy solo con ese cirujano, aun si sus hermanos están con él. Creo que todos corren el mismo peligro.

—Es un caso muy peligroso. Me pregunto por qué el capitán habría entrado en el caso, no ha querido mencionar mucho sobre el tema y eso no es normal en él.

La chica siempre había sido una buena observadora a la vez que intuitiva pensadora, cosa por la cual tenía el lugar que tenía, pensaba Zoro, por eso mismo supo que era el momento de preguntar por lo que la había citado—: Robin, ¿tomarías el caso junto conmigo? No podré hacer mucho solo y mientras algún otro idiota decida entrar al caso estaré solo, pero si los dos entramos...

La pelinegra rio levemente, siempre había resaltado lo mucho que Zoro confiaba en Luffy, y Luffy en él, pero eso no quitaba que quien tenía frente a ella se preocupara "más de lo debido" por su extrovertido capitán. Tomó de nuevo su taza, concentrándose en desapego al líquido.

—Si se trata de mi capitán estoy dispuesta a dar la vida.

Fue la respuesta que el chico deseaba escuchar.

—Gracias, Robin, hoy mismo empezaré el trámite, mientras más rápido estemos dentro del caso, más podremos ayudar a Luffy.

Ambos investigadores acabaron de desayunar envueltos en sus mansos sentimientos, en seguida dirigiéndose a la central. Tendrían que tratar con Shank para empezar el trámite y después esperar la aceptación de Mihawk, aunque no sería gran problema porque Zoro había estado entrenando los últimos años con Mihawk y este conocía sus capacidades, siendo ambos espadachines, aunque no fuera un modo de pela muy usual y tampoco se podía ocupar en todos los casos, sin embargo a lo que enfrentarían esta vez iba a necesitar mucho más que dos pares de espadas, una experta pelinegra en idiomas, un siempre ameno rubio estratega, las pecas de un tirador, y un sombrero de paja.

[ • • • ]

En el sótano de la lujosa casa que albergaba a los Donquixote se encontraba Law y Rosinante, aún dormidos, siendo los molestos rayos del sol que daban directamente al rostro del azabache los que lograron despertarlo, al mismo tiempo alertando al mayor, quien se había quedado dormido a su lado.

—Buenos días, Law —se incorporó con pesadez el hombre, sonriendo tranquilo, dejando oculto el punzante dolor que le recorría las venas.

—¿Cora-san? ¿Qué hora es? —preguntó adormilado.

—No lo sé, checa en tu celular.

Decir que la noche anterior había sido complicada para el menor era nada comparado a lo que realmente fue. Corazón sabía muy bien que el otro se había dado cuenta de las marcas que habían dejado en su cuerpo cuando intentó suicidarse y esperaba que se fuera pronto para que no lo interrogara con preguntas que se negaba a contestar.

Law sacó su celular el cual marcaba que eran las siete con treinta.

—Maldición, debo de irme ya, tengo el tiempo justo para llegar —dijo con prisa, habiéndose espabilado todo el sueño que tenía—. Por cierto, regresaré en la noche para checar tus heridas y para que me cuentes por qué tienes esas nuevas cicatrices.

La advertencia del ojigris no hubiera pasado desapercibida de no ser porque el rubio se encontraba perdido en sus pensamientos; «es ahora o nunca». —Law, sabes que Doffy tiene comunicadores dentro de distintas centrales de la policía, ¿cierto?

—Sí, lo sé, yo soy uno de ellos, ¿lo olvidas?

—Escuché el último informe sobre el traslado repentino de unos chicos a la central de Sabaody.

—Estoy trabajando con uno de ellos. Cora-san, no te preocupes, haré todo lo necesario para que no te vuelvan a lastimar —dijo distraído, sintiendo que había algo más que decir, sin realmente saber qué era.

—Aún hay muchas cosas que no sabes, no te conté todo lo que pasaba en la central general y tomaría más tiempo de lo que te imaginas explicarlo todo pero... —el mayor aspiró aire y valentía—, Law, empieza a actuar como si mi vida no estuviera de por medio.

—¡¿Qué es lo que dices?! ¿Cómo me pides eso ahora? —el azabache se encontraba desconcertado, las palabras del hombre se habían sentido como una daga al corazón, después de todo ya había matado a muchas personas hasta ese día por órdenes de Doflamingo solo por la seguridad de Cora-san, por lo cual que este le pidiera eso era absurdo, hasta un tanto avaro; "actuar como si no estuviera su vida en riesgo", eso significaba atrapar a Doflamingo aunque su vida misma estuviera en riesgo.

—Te dije, es demasiado que explicar y ahora no tengo tiempo. Sé que es complicado pero debes confiar en el Director Sengoku, Law, confía en mí...

El azabache guardó silencio, viendo el compungido rostro de su padre, pesando sobre sus hombros el tiempo que parecía haber parado dentro de la habitación. No entendía lo que decía el rubio, y tampoco sabía si en verdad podía confiar en lo que decía. Esperaba que hubiera recibido un golpe en la cabeza que provocara algún daño o algo..., algo.

—Regresaré en la noche. Tengo que ir a la central y después de turno al hospital.

No dejo que el mayor contestara y salió de la habitación, encaminado hacia la salida, pensando en todo lo que había ocurrido en esos últimos días. Y frunció el ceño.


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Holaa, aquí pan y galleta trayendo un nuevo capítulo :DD esperamos que les guste y que todo este yendo bien y correcto en estos días, tomen awa, siéntense derecho y gracias por leer! uwu bais.

MAKTŪB - [ Lawlu ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora