| Capítulo 20 |

523 72 52
                                    

Ya empezaba a caer la noche cuando Luffy se encaminó a su casa. Iba sumamente metido en sus pensamientos, creando alguna alternativa para derrotar a Mingo, pero en todas ellas tenía que meter a sus Nakamas y, aunque era imposible ya que no pertenecían a la policía, tampoco los quería involucrar con aquel hombre. Esa era la mejor manera de protegerlos: manteniéndolos alejados de este caso, pero se empezaba a tornar inútil aquella idea, siempre necesitaría de ellos, no importaba la situación.

Conforme el menor dejaba las calles atrás, el camino se volvía cada vez más oscuro, envolvedor, y suficientemente aburrido como para ir pateando una lata que encontró, haciendo que el sonido del metal golpeado resonara en la calle, sin percatarse de la presencia que lo seguía.

—Muguiwara, creo que te has metido en terreno ajeno, nuevamente.

Luffy volteo, divisando a costas al dueño de aquella voz, antes de que la zona quedará en completo silencio, con aquella lata a la mitad de la calle, y el sonido fuerte de un golpe que resonó seguido de un grito.

[ • • • ]

En la banca de un parque se encontraba Sanji y Nami, recargados y con el reconfortante aire revolviendo sus cabellos. Ambos necesitaban aclarar sus mentes, estaban pasando demasiadas cosas, sin embargo parecían ser los que estaban más lejos de saber algo.

—¿Sanji-kun?

—Sí, Nami-san —el rubio hablaba alegre, algo pícaro, sin separar la vista del agua que salía de una fuente a la mitad del parque.

-—Luffy está metido en ese caso, ¿verdad?

—No deberías preocuparte por eso, Nami-san, nuestro capitán ya tomó una decisión y no importa lo que hagamos o digamos, Luffy no cambiará de opinión.

—Ese idiota es muy impulsivo, no se detiene a pensar en los demás -la chica veía hacia el cielo, concentrada en las nubes que amenazaban con crear una tormenta, sabiendo también que apenas y se mojarían-. Sanji-kun, tengo miedo de que le pueda pasar algo y yo no podré hacer nada para ayudarlo. Él me salvó aquella vez y por eso me uní a él. Y cuándo se tuvo que ir me prometí que sin importar qué lo ayudaría a conseguir su sueño, pero ahora no sé si de verdad podré ayudarlo -se lamentó, reflejando su ánimo en lo grisáceo del cielo.

—Tranquila, Nami-san, además, no solo tienes tu basto conocimiento sobre turismo; el manejo de la brújula se te da mejor en todo Sabaody, puedes dirigir una embarcación sin ningún problema, y eso junto a tu conocimiento del mundo sería de mucha ayuda para ellos, para él.

La chica no volvió a decir nada, dejando un ambiente cómodo, un silencio que transmitía paz, una paz que pronto se vería interrumpida casi al mismo tiempo que la de ciertos dos chicos.

Ace y Sabo se encontraban en la central, frente a su abuelo, revisando las grabaciones que Bege había conseguido.

—Maldición, ¿¡justo tenía que acabarse el tiempo de grabación antes del atentado!? Lo único que podríamos rescatar de todo son las cajas de diferentes formas —se quejaba el pelinegro con pecas, cruzándose de brazos.

—¿No es curioso que los del atraco supieran exactamente el momento en que se cambiaría la corbata? —mencionada Sabo, que revisaba nuevamente la última parte de la grabación.

—¿Crees que Gotti fuera el traidor? —preguntaba curioso Ace.

—No, eso no puede ser, el inspector Bege eligió a su pareja para poder entrar en el caso, diciendo que si había algún traidor no quería trabajar con él, así que eligió a una persona de su entera confianza.

—Entonces supongo que seguimos igual que antes —el rubio se dejó caer en la silla. Habían estado toda la tarde intentando averiguar algo, pero al parecer no había nada seguro.

MAKTŪB - [ Lawlu ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora