Ella era la chica alegre, extrovertida, chistosa y juguetona.
Hasta que sucedió el incidente...
Pero en todo cuento tiene su príncipe ¿No?
Él le devuelve los hermosos colores de la vida, por que, en todo caso:
-En la tristeza, hay alegría...-susurr...
—Va a ser peor después —tocó mi frente y cambiar de expresión—. Joder estar ardiendo en fiebre.
Lo vi pararse y socorrer su teléfono. Yo por mi parte solo lo miraba, sentía mis músculos extraños y pesados, al igual que mis párpados.
Miré hacia abajo y la sangre entre mis piernas.
—A... ayuda... —intenté articular.
Intenté ponerme de pie pero todo se sentía dar vueltas y cuando me puse de pie no pude dar más de dos pasos cuando me sentí caer y todo volverse oscuro.
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Abrí mis ojos acostumbrándome a la luz blanca que provenía de arriba, me dolía la cabeza y él vuelve seguía igual de pesado.
—La señorita debe tener mucho reposo y tener cuidado, mis condolencias —escuché decir a alguien.
—Entiendo... —fijó la otra voz dando lugar a lo que el doctor decía.
Intenté hablar pero mi garganta se sentía seca y adolorida.
—A... Ash... Ashton —tartamudeé.
Sentí su mano enroscar la mía, la apreté ligeramente, al menos ya me sentía tranquila.
—Todo está bien —me susurró.
—¿Él... el bebé...? —pregunté asustada.
—Está bien... el pequeño está... no —negó mirando al suelo.
—¿De que estás... de que estás hablando? —silencio—. ¡Ashton! ¡Dime algo!
Entonces explotó.
—¡No está Abby no está! ¡Está muerto! —gritó en un sollozó ahogado—. ¡Tuviste un aborto!
No... No... ¡No!
Abby... Abby...
—¡Abigail!
Abrí mis ojos rápidamente al escuchar la voz de Ashton.
