Ella era la chica alegre, extrovertida, chistosa y juguetona.
Hasta que sucedió el incidente...
Pero en todo cuento tiene su príncipe ¿No?
Él le devuelve los hermosos colores de la vida, por que, en todo caso:
-En la tristeza, hay alegría...-susurr...
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Desesperado y jodido.
Esa era la palabra correcta en estos momentos. Estoy tan desesperado.
Tengo—apenas—cuatro horas de no saber nada de mi pequeña, la necesidad de saber algo de su presencia.
El sonido de mi teléfono hace sacarme de mi ensueño.
El guardaespaldas de Abby.
—¿Melles?
—Señor Ashton es necesario que venga.
—¿S-Sucede algo?
—La señorita Scott... la encontramos desmayada en su departamento...
—Voy para allá.
Corro desesperado hacia el apartamento donde Abby se encuentra.
Entró al coche sin siquiera ponerme el cinturón de seguridad, estoy necesitado en llegar donde ella está.
Llamo a Melles y preguntó si ya esta alguna enfermera o doctor allí, él me dice que el doctor privado que tenemos ya está analizando a mi pequeña. Me siento un poco aliviado al respecto. ¿Un desmayo?
Es extraño...
Cuando llego, ni siquiera pregunto ya que los guardaespaldas que custodian la habitación de Abby llaman mi atención.
Rápidamente me apresuré.
—¿Cual es su condición? —le pregunto.
—Ya está despierta.
Entonces entró sin siquiera pedir permiso, no lo necesito de todas formas.
Ella está en recostada en el lado izquierdo de la cama y su rostro refleja varias expresiones.
Miedo, sorpresa, felicidad, entre muchas.
—¿Que sucede? —pregunté al ver que los dos estaban en silencio.
—Ella... —empieza el doc pero Abby le da una mirada y él le sonríe. ¿Por qué le sonríe?—. Los dejo solos... —dijo él antes de salir de la habitación.
Miré a Abigail y ella no tenía ni una pista de querer quedarse sola conmigo.
