🌟CAPÍTULO XXIII🌟

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ÚLTIMO CAPÍTULO

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ÚLTIMO CAPÍTULO

Dos meses después...

Conforme pasaba el tiempo el fallecimiento de Mack ya no le dolía tanto a mí pequeña castaña. Ya casi no tenía pesadillas tan fuertes como en el principio donde lloraba toda la noche llamando a sus padres. Parecía una niña pequeña.

Pero el tiempo iba pasado demasiado rápido. Su vientre estaba más grande y sus ganas de comer eran gigantes. Me daba risa sus cambios de humor tan repentinos. En un momento podía estar alegre y segundos después llorando como si la cosa se fuese en ello, después estaba fría y minutos después sexual. Pero amaba todo de ella.

Además era divertido.

Estaba de más decir que sus celos eran incontrolables pero cuando se daba cuenta que yo jamás le fallaría, se echaba a llorar y pedirme disculpas. Sinceramente lo que ella hiciera siempre se lo perdonaría. Bueno casi todo. Algo que jamás le perdonaría sería que ella me engañara. Con solo pensarlo, los escalofríos vuelven a mi espalda.

Pero después me doy cuenta que ella no lo haría, sus palabra y hechos lo comprobaban. La amaba y ella también a mi. Estaba seguro.

—¿Ashton? —susurró soñolienta.

Tenía más de tres horas de estar durmiendo y eso era casi algo normal, según los libros que leí. Muchas de las veces se excedía y tenía que levantarla, en medio de regaños pero lo lograba.

—¿Si? —murmuré en respuesta acercándome a su lado.

—Tengo hambre... —No. Puede. Ser. Esta chica todo el tiempo tiene hambre.

—Oh ¿en serio? —jadee en sarcasmo, ganándome una mirada matadora por su parte—. Esta bien... ¿que quieres?

—No se... solo tengo hambre —Dios mío...

—Abby, no soy adivino.

—¡Pues selo! —gritó en broma. Mierda con sus cambios de humor.

—¡No puedo! —bramé.

—Solo quiero algo dulce —ronroneó—. Tú hijo o hija me tiene hambrienta siempre.

Por alguna extraña razón eso me gusto, a mi parte celosa y posesiva, estaba orgulloso de que yo fuera el hombre que había la había dejado embarazada. Y lo seguiré siendo.

—¿Chocolate? —negó.

—No —soltó un bufido.

—¿Helado?

—No.

—¿Miel? —me miró pensativa.

—Creo que sí.

—¿Crees que sí? ¿Que esa esa respuesta? —bromee. Pero quizás sólo quizás ella me hubiera respondido de la misma manera. Pero este no era el caso por qué lo que hizo fue lanzarme una cachetada que esquivé de la peor manera por que caí de la cama.

El color de la vida © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora